Lunes, 26 de Marzo de 2007
Adrián, Ángel, Carlos, Dietmar, Isidoro, José y Manolo
Recorrido: 18 Km.
Dificultad: Media
Duración: 4,5h
Esta ruta discurre en su primer tramo por la misma que hicimos hace poco más de un año, en Febrero, reseñada aquí como O Foxo do Lobo: Una Trampa Mortal. En aquella ocasión fueron casi treinta kilómetros pero esta vez fue mucho menos por falta de tiempo. Aún así, vale la pena. Fornelo significa horno pequeño u hornillo, por lo que esta localidad se llamaría, traducida al castellano, Hornillos de Montes, lo cual suena bastante raro para los que somos de aquí.
Salimos de la plaza de A Igrexa , en Fornelos, tomando el sendero que se inicia detrás del templo hasta encontrar las marcas roja y blanca del GR 58 llamado también O sendeiro das greas. Seguimos por ahí hasta encontrar la carretera. La atravesamos, después de Ventín, y seguimos por el GR 58 hasta encontrar la carretera de nuevo. Continuamos por el asfalto a lo largo de unos 800 m. hasta encontrar una pista que baja a la derecha. Desde ese punto ya puede verse la población de Fornelos al fondo. Siguiendo por ella pasaremos al lado de un humeante basurero y poco después llegamos al punto de salida.
La incipiente primavera comienza a cubrir tímidamente los árboles que el invierno deshojó. La vieja corredoira, nos traslada a otros tiempos. Al chirriar de los carros de vacas los sustituyen ahora los pasos silenciosos de nuestras botas.
Adrián atraviesa el rústico pontillón. El invierno ha dejado agua abundante en el río Ventín.
El peto de ánimas de la izquierda, en Bustelos, era un ejemplo del feismo en nuestra reseña del año pasado. Ahora lo vemos, a la derecha, acertadamente restaurado.
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