Pontevedra en la distancia

Este pasado lunes 29 de mayo partía nuestra comitiva en medio de una muy ligera bruma que no se decidía a precipitar, escapando del ruidoso trasiego de la antes tranquila capital de nuestra provincia.

Mucho ha crecido Pontevedra desde que solíamos visitar el museo provincial en tiempos del entrañable Filgueira Valverde. Resulta agobiante el cinturón de hormigón y asfalto que canaliza el incesante ir y venir de tantos conductores.

Once caminantes empezamos, trepando por detrás del Lidl y Carrefour, buscando refugio en el verde acogedor de Os Penedos y la tranquila iglesia de San Martiño de Salcedo. Un poco más adelante, junto a los Muiños do Batán sobre el río Cubela, afluente del Tomeza, nuestra compañera Cristina, tras un desafortunado traspiés, se vio en la necesidad de buscar ayuda en Pontevedra, acompañada por María.

Nueve restantes continuamos río abajo, con la ayuda de Alejandro, capaz de ver el camino empeñado en ocultarse en la exuberancia de verde y agua que las últimas lluvias han propiciado.

Atrás van quedando Outeiro da Mina, la Brilat con su campo de tiro y el mirador.

No tardamos mucho en alcanzar el río dos Gafos, o Tomeza, que seguiremos a lo largo de sus muchos meandros y en compañía de un también abultado número de peregrinos a Santiago, hasta completar nuestra caminata junto a casa Pepe.

No lejos de allí, en el Emiliano, reponemos fuerzas y brindamos por nuestra buena suerte y la de nuestras compañeras ausentes…

Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
16,790 Km. 5 h. 14 min. Media Nublado 

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Texto, fotos y vídeo de Jaime Sáiz.

 

Por los alrededores del Faro Budiño

Arrancamos un nuevo lunes de buen pronóstico y mejor temperatura, sin José. Con los inevitables titubeos al principio, incluyendo una bajada de pronóstico reservado, acabamos realizando un trayecto cómodo, y de nada desdeñable belleza, por la sombra en la mayor parte de su recorrido.

La única subida, exigente en su tramo final, fue a un alto más o menos vecino del Faro Budiño que nos permitía buenas vistas de su cima y de la zona industrial de O Porriño, a nuestros pies. Al fondo, la sierra de O Galiñeiro se extendía de derecha a izquierda hasta el parque natural del monte Aloia.

De camino pudimos disfrutar de algún monumento y unos cuantos molinos en diferente estado de conservación.

Con bastante calor rematamos la faena y, tras un acicalado superficial, nos recogimos en el agradabilísimo restaurante “Río tinto”, donde brindamos a la salud de Teresa.

Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
17,470 Km. 6 h. 24 min. Media Soleado 

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Texto, fotos y vídeo de Jaime Sáiz.

Caminando entre Coles

Coles es un municipio ourensano que se encuentra muy cerca de la capital, tanto que desde  algunos puntos puede contemplarse el casco urbano de la ciudad allá abajo.

Hemos iniciado la andaina al lado de la iglesia de San Xoan de Coles  para seguir hasta Belesar  con el río Miño a nuestra derecha hasta encontrarnos con el  Barra que es uno de sus afluentes y que desemboca en el lugar que lleva el nombre de los dos ríos: Barra de Miño.

En nuestro recorrido nos encontramos con unas cuantas poblaciones rurales algunas de las cuales llaman la atención por sus espléndidas viviendas de piedra, algunas casi suntuosas.

También entre las densas carballeiras que abundan por estos lares se encuentran los restos de antiguas aldeas de las que solo quedan los muros de piedra como esqueletos de lo que fueron casas habitadas.

Entre praderas, bosques y extensas fincas cruzadas por estrechos caminos. a veces con la hierba hasta las rodillas, transcurre esta hermosa caminata.

Rematamos la jornada en el Mesón O Viso, un restaurante de carretera encima del casco urbano de la capital ourensana, en el que damos cuenta de sus variado menú del día con el que aplacamos nuestras hambres, mientras disfrutamos del placer de la convivencia entre estos viejos amigos a los que une esta sana afición del sendereo.

Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
18,470 Km. 5 h. 15 min. Media Nubes y claros

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Un cabrito para olvidar

No es la primera vez que recorremos los montes de A Serra D´Arga.

Ya estuvimos por aquí en mayo y noviembre de hace dos años por la parte que toca a los aledaños de la parroquia de Sâo Lourenzo de Montaria desde donde acometemos la ascensión que, después de 5 Km., nos lleva hasta el Outeiro Grande, una amplia explanada en donde se encuentra el Santuario de Nª Sª do Miño.

Es una laboriosa subida que es compensada con el largo descenso que, siguiendo la ruta llamada Trilho dos Pastores, nos conduce hasta el punto de inicio.

Son montes de escasa vegetación, de suelo granítico en el que abundan grandes losas entre las que crecen solitarios pinos.

Ahora, en primavera los colores rosa y amarillo del brezo y del tojo decoran la montaña.

Las anchas pistas empedradas con grandes rocas alternan con estrechos caminitos casi escondidos entre el tojo que bordean las laderas de estos montes desde las que se contemplan, en un día claro como el de este lunes, espléndidas panorámicas de los valles que riegan los ríos Áncora y Miño.

Por estos espacios merodean los caballos garranos, el pequeño equino autóctono de los montes del norte ibérico, y pastan los cabritos que constituyen el principal reclamo de la gastronomía de la comarca.

Así lo hemos comprobado en el Restaurante Serra D´Arga que es en donde iniciamos y finalizamos la caminata.

La primera vez que degustamos el cabrito en el citado restaurante quedamos impresionados y encantados por la calidad del menú: un espléndido cabrito asado que hizo las delicias de nuestros paladares. La segunda vez no fue tan bueno. Quedamos algo decepcionados y se nos ocurrió intentarlo de nuevo en esta ocasión con la esperanza de que la cosa hubiese mejorado pero nada de eso. Peor que nunca. Un cabrito estofado del que sobró casi la mitad. El que tuvo más suerte fue Cristóbal que, no siendo partidario del pequeño caprino, optó por una tortilla francesa con ensalada que fue lo mejor de la mesa. Menos mal  que el vino era uno del Alentejo, de muy buen pasar.

Lo mejor de la jornada fueron la alegría y el buen humor con el que festejamos el cumpleaños de Silvia, nuestra veterana y entrañable compañera de fatigas, que nos  obsequió con unas deliciosas galletas de nata de elaboración propia acompañadas de un vino de Oporto con el que brindamos porque cumpla muchos más tan animosa y alegre caminante como lo es ahora.

Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
17,300 Km. 6 h. 1 min. Media Nubes y sol 

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Chozos de Bidueiros

En los altos de la Sierra del Suído abundan los pastizales que desde época medieval han sido aprovechados para alimentar el ganado en la estación estival. Como hogar temporal para los ganaderos surgieron unas edificaciones conocidas como chozos o chouzos, de paredes y techo totalmente de piedra, con espesores que superan el medio metro y cubiertas de musgo para proporcionar aislamiento. Se situaban al sur de grandes rocas, para protegerse de los vientos dominantes. Desde el chozo se podía controlar una parcela de pasto cercano, delimitada con piedras definiendo lo que se conoce como sesteiro.

Asociada a la ganadería surgió la necesidad de controlar los lobos, para cuya captura se construyeron fosos para lobos, unas estructuras con largas paredes formando un embudo que conducía a un profundo foso. Los ganaderos asustaban a los lobos y con ayuda de las paredes los guiaban hasta caer en el foso, donde morían. *

En este lunes, aprovechando el PRG 231, hemos subidos desde el lugar de Cascardoso, en Covelo, hasta el Chozo da Rega Grande que está situado  al borde el A Forca do Lobo que es como le llaman por aquí a lo que comúnmente se conoce como Foxo do Lobo.

Lo de Forca en vez de Foxo se debe a la forma del recinto que asemeja una horca, el palo que remata en dos púas con el que los labradores hacinan las mieses, las echan al carro, levantan la paja y revuelven la parva. *

Desde A Forca do Lobo atravesamos el monte cubierto del intenso amarillo del tojo en plena floración para subir hasta otro chozo, el de A Peneda, y desde allí pasando por el Chozo de Mera emprendemos el regreso atravesando el parque eólico que domina estas alturas y desviándonos hasta el Castro de Touros en donde no observamos nada de particular si no es A Cima da Pedra Partida, allí a lado, un vértice geodésico con vistas al valle.

Siempre por pistas forestales  sigue el descenso hacia el punto de origen de la  caminata en esta mañana clara con agradable temperatura acariciados por el suave soplo de la brisa.

Bajando hasta el puente sobre O Rego Pequeno, solamente quedan unos pocos metros para regresar al punto de inicio.

Rematamos la jornada en el Mesón A Xestosa que ya conocemos de otras ocasiones y que, una vez más, nos sorprende con un agradable y variado menú regado con un Ribera del Duero invitación de nuestro entrañable compañero de fatigas Manolo Gil que celebra una fiesta familiar al lado de nuestra mesa y por el que brindamos con todo nuestro cariño porque nos encontremos muchas veces más.

  • Wikipedia
Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
17,320 Km. 5 h. 24 min. Media Sol y nubes

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