Pican las avispas

Hace poco más de un año hicimos esta misma ruta del Río Ribadil o Sendeiro de Vilar, pero era enero y aunque el día era soleado la temperatura, fresca y agradable, no tenía nada que ver con la de este lunes de junio que, a eso del mediodía, ya era bastante alta y no digamos después de comer, de regreso al punto de partida, casi siempre cuesta arriba y a pleno sol en algunos tramos.

No encontramos diferencias reseñables con respecto a la caminata anterior. El río lleva menos agua pero aún conserva el encanto de sus frondosas riberas casi escondidas en lo profundo de la vaguada que abre el río encajonado entre  grandes helechos, muiños en ruinas y grandes rocas que alternan con encantadoras y frescas pozas o lugares de extraordinaria belleza como la cascada de O Pozo do Inferno en el lugar de As Barrondas, no lejos del casco urbano de Crecente.

Más detalles de esta ruta pueden verse haciendo clic en el enlace del río Ribadil, en el primer párrafo por lo que no merece la pena repetir los detalles.

Repetimos restaurante en el Bar Creciente que por cierto no estuvo a la altura de la vez anterior siendo lo más destacable el Ribera del Duero con el que nos obsequió nuestra entrañable Elvira que en esta semana cumplió años. Lo celebramos brindando porque tenga una larga y feliz andadura en este incierto camino que es nuestra existencia.

Como ya comentábamos más arriba el regreso se hizo algo pesado por el calor y las picaduras de avispas cuyo nido alguien pisó durante la marcha, lo cual no nos impidió llegar al punto final tocados pero enteros.

 

 

Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
20,290 Km. 6 h. 44 min. Media Soleado 

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Duelo al sol

«Duelo al sol» es el título de una película del oeste que fue muy popular en los años cuarenta. Dirigida por el mítico King Vidor con música del ruso Dimitri Tiomkim también muy conocido en esa época. No es que la trama del film tenga mucho que ver con nuestra caminata pero sí el título cuya traducción literal se escribe «Duelo en el Sol».

Y es que en esta mañana luminosa de finales de junio, con el sol ya en su cenit, su luz y su calor caían como una losa sobre nuestras espaldas y fue como un duelo  con ese sol  inclemente cuando, después de dejar atrás el «Delirio del Poderoso», una zona de recreo sobre la limpia hierba de un pinar en donde hicimos alto para reponer fuerzas, hubimos de acometer la dura rampa a cielo abierto, por el monte pelado que nos llevaría a la cima previa a Pedra Furada.

Pero vayamos por partes y retornemos al inicio. La caminata comienza en O Oteiro, un barrio de la parroquia tomiñense de Santiago de Estás, muy cerca de la orilla derecha del Regato dos Bravos, un humilde riachuelo que, a pesar de su modestia, aportaba en otros tiempos energía suficiente para mover muiños como los de A Regueira que aún se pueden ver, recientemente restaurados.

Por su entorno todo es verdor y frescura en estas primeras horas de la mañana. A medida que ascendemos por los pinares de esta sierra del Argallo se va reduciendo la superficie arbolada y el camino discurre por pistas forestales a las que no llega la sombra de los pinos y eucaliptos que bordean el sendero en algunas zonas hasta que llegamos a la rampa que se cita más arriba.

Vencida la cota más alta de esta caminata con perfil de dromedario, pues son dos jorobas similares separadas por una hondonada, ahora toca caminar cuesta abajo durante un largo tramo hasta alcanzar el lugar que lleva el nombre de A Pedra Furada, una gran roca negra que la erosión milenaria ha perforado dibujando unos irregulares y llamativos orificios. Un poco más al sur se eleva un pequeño mirador desde donde se contempla una amplia panorámica de la cuenca del Miño en su lento fluir hacia la cercana desembocadura en A Guarda.

Sigue el ardiente Febo implacable sobre nuestras cabezas pero por poco tiempo, pues ya estamos llegando a San Martiño de Figueiró, otra de las parroquias de Tomiño, famosa ésta por su suntuoso santuario que, bajo la advocación de San Campio de Lonxe, recibe miles de visitantes sobre todo en la última semana de julio en la que se celebra la fiesta del santo, patrono de los soldados, abogado de causas difíciles, combatidor del maligno y eficaz ayuda de su párroco, el Padre Portela Trigo, exorcista en ejercicio.

Frente al templo se halla Casa Telleiro, vieja conocida de estos senderistas, en la actualidad completamente renovada y convertida en restaurante de postín en donde nos espera un suculento menú del día sublimado con un excelente Ribera de Duero con el  que nuestra entrañable y querida Carmen nos obsequia para celebrar su pasado cumpleaños.

Después de la larga y dura marcha matutina pocos son los kilómetros que nos quedan para regresar el las lindes del Regato dos Bravos y finalizar así la calurosa jornada con la que inauguramos este verano.

Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
20,500 Km. 6 h. 24 min. Media Soleado 

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Entre rectorales

Casa rectoral, casa del cura, casa parroquial o rectoría. Todos estos nombres reciben las viviendas en las que reside o residía el cura de la parroquia, generalmente anexas o muy cerca del templo. Muchas de estas casas son construcciones de gran valor artístico y están abandonadas, casi en ruinas o convertidas en establecimientos de hostelería. Los párrocos de hoy no pueden habitar construcciones tan grandes ni pueden atender una sola parroquia así que la mayoría viven en residencias o pisos urbanos.

En el municipio de Covelo, a poco menos de una hora de Vigo, se encuentra una de estas casas monumentales, la rectoral de San Martiño de Barcia de Mera y a unos pocos kilómetros más la rectoral de Fofe. Entre una y otra ha transcurrido la caminata de este lunes.

Comenzamos la ruta en la parroquia covelense de Maceira, junto a la iglesia de San Salvador cuyo conjunto se completa con un hermoso cruceiro y un peto de ánimas. Bajo un suave orballo nos metemos por un estrecho carreiriño casi oculto entre la alta hierba que empapa las botas en estas primeras horas de la mañana. Baja el sendero hasta la orilla del río Tea, con su playa fluvial, sus pozas y su viejo muiño restaurado además de un camping, restaurante y demás instalaciones propias de un sitio así.

Pero nosotros seguimos por la margen izquierda del río entre fincas y carballeiras hasta que damos con los pasos de Lourido sobre el Tea los cuales vadeamos con cuidado sobre las resbaladizas poldras para seguir hasta la ermita de San José y la antigua escuela en cuyo entorno paramos para tomar un pequeño refrigerio después de estos primeros ocho kilómetros de caminata.

No tardamos en alcanzar el caso urbano de Barcia de Mera en cuyos alrededores se encuentra el Conjunto Abacial de San Martiño del que forma parte su monumental  y austera Casa Rectoral con su pórtico de estilo barroco repleto de detalles con influencia de culturas precolombinas

Dejando atrás el extraordinario conjunto seguimos por la pista que corre por encima de las fincas que baña el río Alén para dar con la pista paralela al Tea. No vemos el río que va encajonado allá abajo pero si nos acompaña el rumor de su corriente. Es un recorrido cómodo sin los altibajos del camino que va más hondo por el Buraco de Redondo y otros recónditos parajes más asilvestrados que conocemos de otras jornadas.

Como en los pasos de Lourido hemos pasado a la otra orilla del río, nos encontramos de nuevo con la playa fluvial e Maceira pero ahora en el hermoso paraje antes citado en donde se halan el camping, muiño, pozas, etc.

Ya van allá más de 15 km. y aún nos quedan cinco o seis para llegar hasta la Rectoral de Fofe esta vez todo por asfalto. La rectoral no tiene el empaque monumental de San Martiño pero es una casona de gran porte hoy dedicada al turismo rural en donde nos tienen preparado un estupendo menú  con jarrete de ternera estofado como plato principal que será acompañado de un buen albariño y un rico Ribera del Duero invitación de nuestro andarín Juan que celebra así su pasado cumpleaños surgido en pleno confinamiento.

Después de una larga y agradable sobremesa emprendemos el regreso por el denominado Sendero dos Carranos que nos lleva  por preciosos parajes hasta el aserradero  construido en 1922. Muestra en un lateral la noria que aún mueve su maquinaria, impulsada por el agua del regato de Vixiáns. En él, antaño se hacían carros, de ahí su nombre, y tenía secadero y almacén de madera, así como una pequeña forja para elaborar los herrajes con los que calzar las ruedas de los carros.

Ya estamos de nuevo en la parroquia de Maceira a cuya iglesia no tardamos en llegar finalizando así esta intensa  y gozosa jornada de  senderismo en el mismo punto en el que la iniciamos.

 

Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
22,910 Km. 6 h. 52 min. Media Nublado 

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La isla de la mar serena

La mar estaba serena
serena estaba la mar

(Vieja canción infantil)

No es la primera vez y no será la última que venimos a caminar por el perímetro de esta preciosa isla que es A Illa de Arousa, el único municipio insular del país gallego. Hasta el año 85 del siglo pasado en que se construyó el puente que lo une al continente, a la isla solamente podía accederse por barco. Ello supuso un notable cambio en su fisonomía. El negocio del turismo creció exponencialmente y con ello los bloques de viviendas, nuevo urbanismo, más asfalto y más riqueza.

A pesar de todo eso, el paseo  bordeando la costa es un regalo para los sentidos. Alternando la fina arena de sus playas, con las enormes lajas, umbríos pinares y verdes humedales, siempre rodeado de la límpida lámina de su mar azul disfrutamos de su maravilloso entorno.

Llegados a la ensenada de A Brava, frente al parque do Carreirón, nos topamos con la desagradable sorpresa de que la finca en la que se encuentra el muiño de mareas de As Aceñas está cerrada al público por lo que no nos es posible visitar tan interesante paraje.

Seguimos bordeando la isla entre playas y ensenadas hasta llegar al muelle de Pau, ya en el casco urbano, en donde nos sorprende la bonita estampa de los lugareños formando una larga fila para limpiar la playa de algas y  proteger así la cría de la almeja que  moriría asfixiada bajo su peso.

No tardamos en dar con el Faro de Punta do Cabalo situado en un saliente del mar, en un lugar de  gran belleza , hoy restaurante y hasta los primeros años del pasado siglo guía de los pescadores que faenaban las aguas de la ría. Pasamos a continuación por las playas de Sualaxe y de Area da Secada  no lejos del puerto de Xufre, el más importante de la isla dedicado especialmente a la captura de navajas, pulpo, almejas y camarón.

Allí se concentra la mayor actividad del municipio tanto turística como pesquera, tiendas y restaurantes entre los que se encuentra A Meca en donde somos atendidos estupendamente con unos mejillones a la vinagreta y un arroz de calamares regado con albariño y ribera de Duero obsequio de nuestro entrañaba Manolo con el que así celebramos  su cumpleaños pasado en el reciente confinamiento.

Felices tras tan agradable condumio reanudamos la marcha y seguimos por las playas de Riasón y Tarais entre otras para llegar a la de O Vao que es donde iniciamos y finalizamos esta preciosa caminata, la primera después de decretado el estado de alarma que ahora, en la fase III, nos permite reanudar esta saludable y gratificante afición de senderear.

Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
21,740 Km. 6 h. 10 min. Baja Sol y nubes 

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Caminatas en la franja: La última

Y en plena desescalada la fase II nos permite senderear en compañía por lo que este jueves me ha acompañado nuestra querida Elvira, una de las entrañables y esforzadas andarinas de la Caminata Sabatina y de Los Lunes al Sol que, desde el próximo sábado ya sin franjas horarias, reanudarán las caminatas que habían sido interrumpidas el día que se proclamó el estado de alarma.

Nos hemos desplazado hasta el merendero de San José de Prado, en los aledaños del monte Galiñeiro, iniciando la ruta por el camino prácticamente oculto por la maleza que discurre paralelo al regato de Morgadáns durante medio kilómetro para acometer la pista forestal que, entre pinares y algunas fincas, nos llevan a la localidad de Vilas, un pacífico lugar silencioso y recóndito en el que a estas horas de la mañana no se ve un alma, como si todo el mundo estuviese durmiendo o ausente.

Pasado Vilas, atravesamos el pinar que rodea la aldea para seguir por caminos de tierra en monte pelado entre rocas y retoños de eucaliptos que han surgido por doquier después de los pavorosos incendios que asolaron esta sierra del Galiñeiro.

No tardamos en alcanzar O Chan de Valverde, una amplia extensión de terreno llano en la que se encuentra el Conjunto arqueológico de Auga da Laxe con varias mámoas y petroglifos llamados dos Bermús apenas reconocibles sobre esas grandes rocas solitarias en un paraje que fue arrasado por el fuego. Desde una pequeña elevación se puede contemplar una hermosa panorámica de mar y monte que abarca desde Baiona hasta la ría de Vigo, pasando por los montes Coruxo, Saiáns, Alba y Cepudo.

Rodeando la cima del Galiñeiro, ya encaminados por el PRG 2 que va  al monte Aloia, dejando el monte dos Arruídos a nuestra derecha, llegamos a los hermosos pinares de San José de Prado, el lugar en el que iniciamos y finalizamos esta pequeña ruta que recomendamos hacer en tiempo nublado ya que por tanto monte raso el sol aprieta y hace la andadura fatigosa.

Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
9,740 Km. 2 h. 30 min. Baja Nublado 

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