Azul y blanco

La inmensa lámina de azul oscuro, a medida que se acerca a la costa, se convierte en una fascinante ola de espuma blanca que se alza sobre si misma como si fuese a devorar un monstruo marino desparramándose después sobre las rocas.

Es la costa de Oia que se divisa dede las estribaciones de A Serra de A Groba por cuyas cumbres se ha desarrollado la caminata de este lunes.

Saliendo de Viladesuso tiramos monte arriba hasta pasar el puente sobre el río Broi cuyo cauce en esta época está prácticamente seco pero que en tiempo de lluvias ofrece una hermosa estampa con sus aguas precipitándose entre los alcornoques que dan nombre al lugar: As Sobreiras do Faro.

Llama la atención el color negro que tienen  los árboles del alcornocal debido  al incendio que tuvo lugar en 2006  al que sobrevivieron gracias a su gruesa corteza.

Después de recorrer tan atractivo paraje continuamos la ruta en continuo ascenso, bien por monte pelado bien entre pinares, topándonos con algunos tramos de difícil tránsito a causa de la enmarañada vegetación que se apoderó del camino y que ralentiza nuestra marcha mientras luchamos con tojos, zarzas y maleza.

Por  estas alturas, a casi 600 m. sobre el  nivel del mar, nos acompaña la impresionante panorámica del océano cuyas aguas vienen a morir a la costa con el monasterio de Santa María dominando el paisaje de mar y espuma.

Pasado el regato de Vilar del que en este tiempo de sequía solamente quedan las piedras de su cauce seco comienza el descenso que en su último tramo es una pronunciada pendiente que nos lleva a la bonita villa de Oia, muy marinera, crecida a la sombra del monumental cenobio benedictino.

En la vecina parroquia de Pedornes, a donde llegamos por la pista que discurre pegada a la costa, nos desviamos a la carretera de A Guarda en el punto donde se encuentra el Bar A Riña en donde degustamos el menú del día que buena falta nos hace después de estos primeros 18 Km.

Fideos con almejas, merluza  con ensalada, arroz con leche con un rico vino del Rosal reponen energías y alegran el par de horas que allí pasamos antes de reemprender la caminata que continuamos por la costa mientras disfrutamos del magnífico cuadro que nos ofrece la mar brava rompiendo sus olas contra las rocas bañándolas de hirviente espuma.

Al llegar a los aledaños de Viladesuso atravesamos de nuevo la carretera para, después de poco más de un kilómetro, recuperar el punto de partida también remate de la caminata de este lunes.

Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
22,710 Km. 7 h. 30 min. Media Nublado 

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Nuestras vidas son los ríos…

Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar
que es el morir.

Lo decía en el siglo XV el noble, soldado y poeta Jorge Manrique en sus archifamosas «Coplas a la muerte de su padre» que nos vienen hoy a la memoria al culminar nuestra andadura por las orillas del río Tamuxe que habíamos comenzado en el pasado lunes y hemos rematado hoy con inicio y fin en el lugar en donde el río entrega sus aguas al gran Miño bajo el puente de Pías en San Miguel de Tabagón.

Lo hemos visto casi en su nacimiento en los montes de Oia encajonado en profundas gargantas, formando la hermosas pozas de  Loureza y Pozo do Arco para, alcanzada su madurez, fluir reposadamente a su paso por O Rosal y morir mansamente en el Atlántico fundido  su caudal con el  del Miño.

El Tamuxe es un hermoso río y su muerte en el MIño es una forma de dar vida al gran río que avanza pletórico hacia el mar que es una de las grandes fuentes de la vida así que, alejándonos de la triste imagen del joven  Manrique,  disfrutamos de nuestro paseo por las frondosas riberas del río Tamuxe, de su remansos y pozas en los que alegremente chapotean gentes sudorosas que alivian en ellas los rigores del estío.

Desde el puente de Pías no tardamos en llegar a la zona recreativa de As Aceñas con su muiño y piscina construida aprovechando el ensanche del río en esa zona. Seguimos entre fincas de labor, algunas abarrotadas de mirabeles, esas doradas ciruelas que procedentes de la Selva Negra alemana arraigaron en ese vergel que son las tierras de O Rosal y que ahora en verano tienen su mejor momento.

Casi siempre pegados a la orilla izquierda del Tamuxe y después de pasar por los lugares de Urgal y Couselo, seguimos por O Camiño do Barrio Novo que nos lleva hasta la Pontella de Loureza en donde hacemos un alto para tomar las once y darnos un remojón en sus transparentes aguas.

Seguimos, unas veces entre pinares otras por la orilla, hasta Fornelos frente a cuya plaza se encuentra el Restaurante A Cantina en donde somos magníficamente atendidos. Deliciosa dorada al horno, bacalao a la plancha, carnes varias y postres, todo acompañado de un fresco y agradable vino de O Rosal, dejan a los trece comensales que componen la expedición de este lunes al borde de la felicidad gastronómica.

Cae el sol a plomo sobre Fornelos cuando la aguerrida tropa de Los Lunes al Sol reemprende la marcha de vuelta al río, esta vez por su margen derecha disfrutando de los apacibles y bellos parajes que el Tamuxe ofrece a nuestro paso hasta toparnos de nuevo con el citado Puente das Pías y despedirnos del Tamuxe que allí nos abandona para hacerse grande con el Padre Miño.


Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
23,710 Km. 6 h. 24 min. Baja Soleado 

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Jugando con el agua

Una fina niebla cubría los montes de la sierra de A Grova desde Torroña a Refoxos que es el lugar en el que iniciamos la ruta de este lunes siguiendo la margen derecha del río Tamuxe también conocido con el nombre de Carballas por estos parajes. El cauce queda hundido en la vaguada por cuya ladera avanzamos paralelos a una larguísima acequia  por  la que corre veloz un agua que debe proceder de la parte alta del río.

Poco después de dar con la caseta que alberga alguna instalación de la central hidroelétrica que por allí han montado y que no parece que esté en funcionamiento, seguimos monte arriba hasta el lugar de Bonaval, un conjunto de unas cuantas casas que parecen perdidas en medio de la sierra.

Aunque la neblina  ha desaparecido el cielo se mantiene encapotado lo cual es de agradecer en estos tiempos de calor. Desandamos el camino que nos ha llevado a Bonaval para volver al río con parada en O Pozo do Arco, una zona recreativa  recuperada por la Comunidad de Montes de Burgueira con  pozas, molinos, bancos y mesas y una pasarela de madera nueva del trinqui. Un lugar ideal para pasar una agradable jornada con la familia. El río va escaso de caudal en esta época del año así que abandonamos As Pozas de Burgueira que son éstas para seguir camino y probar suerte en las otras que no quedan muy lejos.

Son las Pozas de Loureza, unas piscinas naturales que la erosión esculpió en las grandes rocas que forman el cauce del Tamuxe en este lugar. Pequeñas cascadas y hoyos grandes y pequeños invitan al baño y al disfrute de los chorros que forman encantadoras cuevas bajo las cuales puede recibirse un magnífico masaje corporal de agua fresca y cristalina.

Entre las pulidas lajas que separan unas pozas de otras gateamos para no resbalar, nadamos en pequeños círculos, jugamos como niños que se divierten chapoteando en aquellas aguas  límpidas y transparentes

Terminada la diversión reemprendemos la marcha hacia Loureza que queda a poco más de un kilómetro. Allí, a la vera del río, se encuentra el Bar El Puente a donde estos senderistas arribaron por vez primera hace más de diez años cuando, perdidos en la niebla sin comida y sin bebida, un cazador que por allí andaba los trajo hasta este bar-restaurante desde aquella ocasión entrañable refugio al que acudimos siempre que sendereamos por esta latitudes sin que nunca nos defraude.

Un arroz decorado con elegante langostino es el preludio de ternera asada con patatas seguido de frutales postres a base de piña y melocotón en almíbar. Tinto del país beneficiado con amigable gaseosa acompaña la pitanza.

Pero la cosa no termina aquí. Hay que subir a Santa Comba por una larga y empinada cuesta que, después de vadear el Carballas o Tamuxe por la pontella de Loureza, asciende, casi siempre jalonada por la umbría arboleda, hasta la ermita y pueblo que parece dormido en esta hora de la siesta.

Volvemos sobre nuestros pasos para regresar al punto del desvío que nos lleva al sitio de partida en Refoxos, también final de la ruta de este lunes.


Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
20,700 Km. 5 h. 46 min. Media Sol y nubes 

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Aquilino Ribeiro

«Foi o escritor de todos os superlativos. Chamaram-lhe mestre, «o poderoso Aquilino», «um dos maiores prosadores da língua portuguesa.»

Aquilino Ribeiro cuya agitada vida transcurre desde finales del siglo XIX hasta los sesenta del XX pasaba largas temporadas en A Quinta do Amparo, una mansión rural que fue vivienda de Bernardino Machado, presidente de la República Portuguesa y suegro de Aquilino que pasaba largas temporadas allí, en A Casa Grande de Romarigaes que es el título de una de sus novelas más conocidas.

Fue candidato al Premio Nobel, anarquista y masón. Estuvo encarcelado dos veces y las dos se evadió de prisión.

No le dieron el Nobel pero en el 2007 fue enterrado con todos los honores en el Panteón Nacional. Todo un personaje.

Como recuerdo de sus estancias en Romarigaes el  municipio portugués de  de Paredes de Coura al que pertenece esa parroquia puso su nombre a una de las numerosas rutas que existen en la zona.

Nosotros hemos iniciado la caminata de este lunes en el Santuario de Aqualonga, un hermoso templo que se eleva sobre el valle no lejos de O Forte da Cidade, un castro fortificado en la vecina parroquia de Cossourado visitado por estos senderistas en anteriores ocasiones.

Desde Aqualonga, bajando hacia el valle entre los verdes prados, fincas y también algo de monte, no tardamos en llegar a Romarigaes a lado de cuya iglesia nos topamos con A Quinta do Amparo ya citada. Está cerrada a cal y canto y parece deshabitada. Lo que más destaca es la capilla con su fachada ricamente decorada por nichos que contienen imágenes, ceños fruncidos, volutas, frontones y un telescopio.

Varias placas recuerdan la relación de Aquilino con el lugar.

Volvemos sobre nuestros pasos para regresar a los muiños de Cabanas, ya en pleno monte, caminando por las pistas forestales que nos llevan entre pinares por las aldeas de Carreiras y Muño hasta el lugar denominado Penedo dos Macacos, un promontorio poblado por redondos bloques de granito que seguramente recuerdan a los lugareños la imagen de los macacos que habitan los lejanos bosques de las antiguas colonias portuguesas.

Continuamos en prolongado descenso hacia el valle en el que se encuentra la vecina parroquia de Cossourado, hito del Camino de Santiago y lugar en el que se halla el restaurante Constantino en donde colman  nuestros apetitos con una confortable sopa seguida de un delicioso bacalhao  especialidad de la casa, postres y viño verde, todo por el módico precio del menú del día.

La tarde es aún muy joven, la temperatura es agradable y el cielo está algo nublado lo que nos evita los rigores propios de este tiempo de estío. Dejando atrás el Constantino retomamos la ruta por el puente romano para subir hasta la aldea de Truhe, muy cerca ya de A Casa do Outeiro en lo alto de la colina en donde se halla el Santuario de Aqualonga principio y finde la jornada de este lunes.


Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
23,230 Km. 6 h. 10 min. Media Nublado 

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Caminata miñorana

Dice TeresalaLoba en una de sus fotos: «El río Morgadáns tras recoger las aguas del río Peitieiros por la izquierda, se une al río Zamáns que baja de la Serra do Galiñeiro, detrás del matadero Municipal de Gondomar. A partir de allí pasa a denominarse Rio Miñor, que desemboca en A Ramallosa».

Así que son tres ríos en uno desde el más modesto hasta el de más nombre que es el Miñor. En esta época de estiaje el Peiteiros va muy menguado de caudal. Tampoco el Morgadáns está como para echar cohetes y el Miñor que es río de estuario y da nombre al valle que acoge los municipios  de Gondomar Nigrán y Baiona aprovecha las aguas de los otros dos y algún que otro regato que le entrega su escaso caudal y desemboca con cierta dignidad en A Foz acompañado de los ríos Groba y Belesar.

Este lunes hemos comenzado nuestra andadura en el lugar de A Fonte, en Peitieiros, Gondomar, para subir hasta el curro de Morgadáns después de atravesar un escuálido Toiteiras muy decaído en estos días del estío.

Continuamos por  umbríos pinares hasta dar con el estrecho sendero que nos lleva a la aldea de Murxido, unas pocas casas, algunas en ruinas, que dominan desde lo alto la espesa vegetación que cubre las riberas del río Morgadáns, nombre también de la localidad que goza del título de Entidad Local Menor la cual rodeamos para, después de pasar bajo el puente de Gonda, encaminar nuestros pasos hacia Gondomar ya en pleno valle Miñor.

Allí, en el Bar Gondomar aplacamos nuestras hambres con un menú de razonable calidad y aceptable precio pero un vino del país que ni con gaseosa se hace trasegable.

Abandonamos el casco urbano para continuar por ese viejo conocido de Sendereando que el el río Miñor que aunque lleva su caudal bastante disminuido nos ofrece la espléndida vegetación de sus añosos árboles de agradecida sombra.

Tras alcanzar el lugar de A Peroleira en la parroquia gondomarense de Peiteiros toca continuar monte arriba hasta llegar al punto de inicio que también es el remate de esta caminata miñorana.

Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
22,290 Km. 6 h. 25min. Media Soleado 

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