Cumpliendo con la tradición

Un año más los andarines de Los Lunes al Sol nos hemos desplazado hasta la villa de Arbo, la capital mundial de la lamprea, para degustar ese preciado y misterioso ciclóstomo honrando la tradición establecida hace ahora cinco años, no sin antes cumplir con nuestro irrenunciable objetivo: la caminata por los hermosos parajes que rodean la villa arabense.

Comienza el periplo en la iglesia de Santa María de Arbo. Subimos al monte de A Valouta y descendemos por la ladera que baja hasta las orillas del Deva, un precioso río que fluye entre la frondosa arboleda de ribera que, en estos primeros días de la primavera, luce con esplendor su verde vestimenta. Seguimos el curso del Deva desviándonos en el lugar de Mourentán para retomar sus orillas en el puente de San Xoán, parece ser que de origen romano, un encantador paraje con su playa fluvial, su aserradero hidráulico del siglo XIX y su monolito con la placa que recuerda la heroica resistencia contra los franceses que, sin embargo, acabó en derrota.

No lejos de allí, el Deva desemboca en el Miño cuya orilla derecha recorremos por el camino de pescadores jalonado por las «pesqueiras», los valiosos ingenios de piedra que desde tiempos de los romanos se usan para la captura de la lamprea que, nacida en el río, vive en el mar y regresa al Miño para procrear.

Después de unos 3 Km. de recorrido por el hermoso sendero de la ribera del ancho Miño, abandonamos el río para continuar monte arriba por pistas forestales entre umbríos pinares y salir a las afueras de la villa pasando por los barrios de O Ferral y de A Rocha en cuyo entorno se halla el parque etnológico de Os Muiños da Rocha, denominados O de A Duca, O do Medio y O do Cubo cuya energía para la molienda obtenían de O Rego do Enseño, un pequeño afluente del río Cea que a su vez desemboca en el Miño por las cercanías de la playa fluvial de Sela.

Dejando atrás los muiños y su parque regresamos al casco urbano en cuyo alto se eleva la iglesia de Santa María a donde llegamos después de pasar por la capilla de San Pedro, del siglo XVI, muy cerquita del templo parroquial en cuyo atrio iniciamos y rematamos la caminata de este lunes.

Desde allí nos dirigimos al Mesón da Lamprea para degustar su especialidad a la bordelesa, en esta ocasión sin música ni cantos debido a las restricciones sanitarias en vigor, sorprendidos, eso sí, por su elevado precio muy superior al de anteriores ocasiones.

Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
21,08 Km. 6 h. 20 min. Media Nublado

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Reliquias viajeras

«Hai que crer nos santos, eu aínda sigo neste mundo grazas a Santa Minia»

Así se expresaba una romera que se había encomendado a la Santa de Brión y que después de cinco operaciones, había salido indemne. Por eso no falta nunca a la romería que se celebra en 27 de setiembre en su capilla de Pedrouzos que es donde se guardan las reliquias de la niña santa.

En la Roma del siglo IV estaba muy de moda torturar, martirizar, a la gente, aunque fuesen niños, para hacerles cambiar de opinión. En estos tiempos se usan otros métodos más sofisticados quizás.

La joven Minia, de quince años , asesinada por su fe, fue enterrada en las catacumbas de Santa Inés, al lado de la parada del metro del mismo nombre en la Roma de hoy.

Fueron descubiertas el 1763 y el papa Pio VI se las regaló al obispo Bartolomé Mendoza. Éste a su amigo D. Juan Francisco Arieta quien a su vez las trasladó a D. Tomás  de Anduaga, un próspero comerciante gaditano. Muerto el comerciante pasaron a D. Luís Finoquio que las entregó a un tal Luís Tobío, antiguo empleado del Sr. Anduaga y nacido en Lamiño, concello de Brión a donde regresó con las reliquias de la joven mártir.

Allí, en el lugar de Pedrouzos, capital del concello, logró que se levantara la capilla de Santa Minia donde se venera encerrada en un hermosa urna que contiene sus huesos y una ampolla con su sangre.

Pues fue Santa Minia, el incio y remate de la estupenda caminata de este lunes. El sol estaba alto en las primeras y frías horas de la mañana. Poco a poco fue atemperando hasta obligarnos a despojarnos de las ropas de abrigo. Pasa la ruta por pequeñas poblaciones y extensas carballeiras muy abundantes en esta zona, cuyo olor a «estrume» revela su traza ganadera, en sus grandes praderas en las que  pacen tranquilamente vacas y terneros.

Nos acercamos al embalse de Barrié de la Maza, un prócer coruñés muy nombrado en estos días por su intervención en el regalo del Pazo de Meirás el extinto Generalísimo.  Seguimos paralelos al río Tambre hasta la Pesqueira do Canal que, como otras, fue engullida por el embale. Un poco más adelante se encuentra la Fervenza do Pozo Negro, una hermosa cascada formada por el río Chavielos en su desembocadura en el Tambre.

Continuando nuestro camino, de nuevo entre desnudas carballeiras que pronto lucirán sus verdes copas, alcanzamos el lugar en el que se encuentran las ruinas del antiguo castillo de las Torre de Altamira en un promontorio desde el que de domina en toda su extensión  el valle de A Maía que abarca los concellos de Brión, Ames y Rois.

Desde ahí, después de atravesar un extenso eucaliptal llegamos a la carballeira de Santa Minia tras haber recorrido durante la mañana casi 24 Km. lo que nos lleva a desplazarnos, ahora con tracción mecánica, hasta el cercano Hotel Restaurante Casa Rosalía en donde somos atendidos estupendamente con un variado menú acompañado de un delicioso Ribera del Duero Crianza con el que nos obsequia nuestro querido Jaime, veterano caminante de la Camina Sabatina que, ahora jubilado, se ha incorporado a la troupe de Los Lunes al Sol.

Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
23,840 Km. 6 h. 20 min. Baja Soleado 

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Una iglesia y tres ermitas.

En San Martiño de Borela, parroquia de Cerdedo-Cotobade, existe un conjunto eclesial formado por una interesante iglesia barroca, rectoral y cementerio que se completa con una amplia explanada al otro lado de la carretera con palco y cruceiro en donde, el 16 de noviembre, se celebra la romería del santo titular. Hay magosto con castañas gratis y vino del país.

De ahí parte la caminata de este lunes. Bajamos desde San Martiño a las praderas que lindan con el río Borela por caminos tan encharcados que nos vemos obligados a regresar a la carretera hasta dar con el puente que cubre su afluente O Río Pequeno por un sendero que, en teoría, debería llevarnos al otro lado del monte de A Escorregada. Y eso hacemos pero sin sendero, ya que la mayor parte de ese tramo es todo tojo y piedras lo que endurece la travesía hasta que damos con la pista que nos lleva al Castro de Famelga.

Parece ser que hay allí vestigios del la Edad del Hierro aunque lo que se ve son unas cuantas rocas y maleza. En un día claro como el de hoy se observan las tres rías del sur de Galicia, el castro de A Peneda, el Monte Xeixo y la Sierra del Candán.

Ya en el llano, nos encontrarnos con la carballeira de Famelga, con su antigua escuela en la que estudió Antón Fraguas, ilustre polígrafo nacido en estos lares,  un peto de ánimas de 1825, la capilla de Canta Lucía, lavadero y zona de recreo. Seguimos en dirección nordeste por una amplia pista hasta dar con el lugar de O Pereiral y su ermita de Nª Sª das Neves, una vieja capilla de piedra que contrasta con el feo palco de cemento y bar que dan servicio el día de la romería.

Ahora toca bajar por la carretera que nos lleva hasta el puente que cruza el río Almofrei y acometer desde allí el tramo de la preciosa ruta de O Foxo do Lobo que cruza la aldea abandonada de Arufe hasta la carballeira de Martices en donde se halla la ermita de San Blas, parroquia de Rebordelo.

Metidos de nuevo en la carretera, no tardamos en llamar al portal de la Tapería Tente de Pé de la que en este mediodía somos únicos clientes. Una espléndida tortilla de patatas de generoso grosor y jugosa consistencia acompañada de sabrosa ensalada aplaca nuestras primeras hambres. Le sigue Carne ó caldeiro, que con sus patatas de la tierra, ternera de Cotobade, su poco de unto y pimentón de calidad  constituye todo un festín que se remata con un helado de vainilla de delicado gusto. Todo acompañado de mencía de la casa al que no hay nada que objetar.

Después de tan agradable pasatiempo bajamos al cercano puente del río Almofrei, en el lugar de Pozo Negro, en donde a pocos metros río arriba forma  la corriente  una hermosa cascada.

Toca volver a la carretera acometemos los cerca de cinco Kms. que, pasando por los lugares de Casás y O Pazo, nos separan de San Martiño de Borela, inicio y fin de la jornada de este lunes.

Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
21,130 Km. 6 h. 30 min. Media Soleado 

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Ondas do mar de Vigo

Ondas do mar de Vigo,
se vistes meu amigo?
E ai Deus!, se verra cedo?

Martín Codax

Desde la cima del Monte Coruto de Leboreiro en lo más alto de A Serra da Madalena, en pleno corazón de la hermosa villa marinera de Cangas do Morrazo, se contempla en un día soleado con el de este lunes una espléndida panorámica de las Rías de Vigo, Aldán y Pontevedra.

Seguramente que Martín Codax, el trovador vigués que anduvo por estas tierras allá por el siglo XIII y que cantó con emocionados versos a las ondas del mar de Vigo, no tuvo ocasión de disfrutar desde tan magnífica atalaya de la impresionante y bellísima estampa que ofrecen las tres rías

Hay que subir por un empinado y estrecho sendero a la cumbre del Leboreiro que seguramente no existía en los tiempos de Martín. Pero vale la pena el esfuerzo para poder disfrutar el mar en calma, bajo un cielo impoluto que presta su límpido color azul a las suaves ondas de un tranquilo mar que abarca las rías de Vigo, Aldán y Pontevedra.

Claro que antes de alcanzar este que fue el punto culminante de la jornada hemos tenido que recorrer unos cuantos kilómetros, ya que la caminata comenzó en el Monte de Varalonga, al oeste de la villa, no lejos de la playa de Liméns, el primero de los preciosos arenales que jalonan la costa canguesa hasta Donón e Hío.

Recorremos el sendero  que han habilitado no hace mucho en el Área Recreativa de Varalonga desde donde se contemplan hermosas vistas de la ría lo cual será frecuente a lo largo de toda la caminata. Bajamos a la zona urbana para trasladarnos a la parte  oriental en donde se encuentra la ermita de San Roque inicio de la ruta que cruza la pequeña Serra de O Nacente antesala de la de A Madalena.

O Castelo, O Balcón do Rei, O Trono da Raiña y el citado del Monte Coruto de Leboreiro constituyen magníficos miradores sobre las rías, por lo que el camino, entre bosques de pinos, eucaliptos y castaños, deviene en un entretenido recorrido no exento de rampas y bajadas pero fecundo en  miradores desde los que disfrutar de las hermosas estampas que nos ofrece tan excepcional entorno.

Ya en pleno descenso, desde el citado mirador del Leboreiro, llegamos hasta los Petroglifos de Abelairas, unas grandes rocas en las que nuestros ancestros de hace cuatro milenios han dejado constancia de su existencia mediante símbolos no siempre fáciles de descifrar. Llama la atención lo descuidado del lugar, con plásticos y desperdicios rodeando el yacimiento.

A partir de ahí continuamos la marcha por la ladera norte de la sierra para regresar al punto de partida después de los más de 21 Km. de recorrido, rematando la jornada en la terraza de El Bribón de La Habana, en el paseo marítimo de Cangas.

Unas sabrosas brochetas de rape acompañadas de un rico  albariño, oro en la copa, ponen el broche final a esta espléndida mañana de Marzo.

Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
21,530 Km. 6 h. 20 min. Media Soleado 

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Alarma en el Galiñeiro

Es sabido que, a lo largo de los años, los ríos y montes de nuestra tierra han sido objeto de todo tipo de desafueros y agresiones unas veces por ignorancia, otras por puro negocio. Un ejemplo bien claro lo tenemos aquí, cerca de nuestra ciudad, en la Sierra del Galiñeiro.

Plantaciones de especies foráneas que se han cargado las autóctonas, canteras, algunas abandonadas, incendios que han asolado gran parte de sus laderas, ahora yermas y desnudas de arboleda. Y por si esto fuera poco ensombrecen aun más su futuro proyectos para la instalación de generadores eólicos y explotaciones en busca de las llamadas «tierras raras».

Todo eso en la zona norte de la sierra porque la sur, la del Aloia, fue declarada Parque Natural en 1978 quedando desde aquellas fechas a salvo de todas esas amenazas.

Instituciones como la Comunidad de Montes de Vincios y otras han dado el toque de alarma ante tan sombrías perspectivas y esperamos que consigan mantener la sierra libre de semejantes peligros.

Los caminantes de Sendereando, veteranos veteranos andarines por los agrestes parajes de esta sierra que se se extienden desde la localidad gondomatreña de Vincios hasta los aledaños de la ciudad de Tui, hemos sido testigos de la transformación del paisaje en el entorno del Galiñeiro, en el  que ha desparecido la arboleda modificando su orografía hasta el punto de que senderos que serpenteaban entre la vegetación son ahora irreconocibles mimetizándose con la rala superficie replantada ahora con los brotes de las nuevas especies que aún tardarán muchos años en convertirse en la masa forestal de antes de los pavorosos incendios del 2017.

Aun así, dentro de tanta desolación, hemos disfrutado de preciosos lugares como O Rego de Chenlo a su paso por la localidad de Filgueiras, al este de la sierra. En esta temporada de lluvias baja el regato desde ls alturas del Galiñeiro para entregar su caudal al río Louro. Como suele ocurrir, el río se precipita en saltos y rápidos que lucen su blanda espuma y brillantes aguas por pequeñas cascadas entre los consabidos muiños que en otro tiempo aprovechaban su energía para mover muelas y rodicios.

Seguimos por O Rego de Chenlo, monte arriba, hasta cerca de su nacimiento no lejos  del lugar de Saramagal, unas pocas casas rodeadas de verdes prados. Allí abandonamos el río para meternos por pistas forestales tocando el PR G-2 que va al Aloia y desviándonos hasta alcanzar la zona arqueológica de Auga da Laxe, unas grandes rocas en las que nuestros antepasados de hace cuatro mil años han dejado constancia de su paso en los petroglifos que, fijándose con atención, se aprecian en su superficie.

Enfrente se alza la mole rocosa del Galiñeiro, topónimo que según los expertos nada tiene que ver con nuestros domésticos gallos o gallinas sino que tiene su origen en el tema prerromano *kal(l)-, cuyo significado sería «roca o peñasco».

Con unas cuantas vueltas más por pistas y senderos finalizamos la feliz jornada de este lunes.


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Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
18,030Km. 5 h. 45 min. Media Chubascos