Comenzó comprándola un canónigo de la catedral de Santiago en el siglo XV y acabó en manos de un general que además era marqués, Alfonso Armada, Marqués de Santa Cruz y bien conocido en este país por su relación con el frustrado golpe del 23 F. Se trata de la Granja de Ortigueira o Pazo de Santa Cruz de Ribadulla, una maravilla botánica y paisajística que fue el principal objetivo de la jornada de ayer.
Iniciamos la marcha en Ponte Ulla, una parroquia del municipio coruñés de Vedra, hito importante para los peregrinos que por la Vía de la Plata se dirigen a Santiago de Compostela. En menos de una hora llegamos a la entrada de la propiedad que hoy, por ser lunes, es gratuita.
Una amable empleada nos reparte unos folletos y nos abre la cancilla de la zona ajardinada dejándonos en libertad para recorrerla a nuestras anchas. Nuestros asombrados ojos no cesan de maravillarse ante la belleza y variedad que nos rodea. Al paseo entre cientos de camelios, ahora con pocas flores pues la camelia es flor de invierno, le sigue otro a lo largo del río que nos lleva a una espectacular cascada . Encontramos más arriba un increíble paseo de bojes centenarios que nos lleva al estanque de la Bola del Mundo en cuyo borde se alzan dos enormes tulipaneros de Virginia.
Rododendros, azaleas, gigantescas magnolias, helechos australianos de gran tamaño, los robles piramidales , las palmeras Washingtonia nos salen al paso en esta orgía botánica que entre la belleza y el gigantismo nos tiene casi sobrecogidos. Salimos de nuevo a la zona edificada formada por el austero pazo, la fuente de la Coca y la capilla, así como las dependencias de la granja para asombrarnos de nuevo ante el colosal ombú a cuyos pies se extiende la bellísima avenida de los olivos, de ejemplares centenarios, sin igual en la península.
Bajo los efectos del asombro y el gozo de haber disfrutado de tanta hermosura, abandonamos la propiedad para enfrentarnos de nuevo al duro piso de asfalto que nos lleva al lugar de Tomonde en donde hacemos un alto, a los pies de un cruceiro, para reposar y asimilar la profunda impresión que nos ha causado tanta belleza.
No queda lejos el area recreativa de Agronovo, al borde del Ulla que fluye majestuoso y solemne hacia su desembocadura en la ría de Arosa. Río arriba, por el sendero de pescadores, caminamos durante el resto de esta mañana soleada y transparente entre la frondosa arboleda que bordea el río por el verde intenso que la ya asentada primavera ha fijado en las hojas de los caducifolios y por el espeso cespéd que festonea el camino.
Culminamos así esta primera etapa cuyo remate es el restaurante Ríos en Ponte Ulla en donde, como es menester a esta hora, comemos y bebemos moderada pero satisfactoriamente porque, de sobremesa, nos espera la subida al Mirador del Castro, unos cuantos kilómetros bajo este sol que no diremos que de justicia pero que sí aprieta mientras ascendemos con más esfuerzo que alegría al citado promontorio desde el que se disfruta de una estupenda panorámica del río allá abajo, en la hondonada que atraviesan los dos puentes, ambos espectaculares, el viejo y el nuevo, por donde pasaba y pasa el ferrocarril antes y ahora.
Ha sido una jornada de intensas impresiones. Por la mañana el asombro, las admiración y el goze en la Granja de Ortigueira, por la tarde la contemplación serena de la belleza que nos ofrece el valle desde la altura del mirador. No se puede pedir más para rematar contentos y felices una jornada como la de hoy.
- Principal del pazo
- Zona de labores agrícolas
- Ya quedan pocas camelias
- Fuente en el sendero de la fervenza
- Banco de Jovellanos
- La fervenza
- En la fervenza
- Estanque de la Bola del Mundo
- Enorme ombú
- Paseo de los olivos
- El Ulla
- Mirador del Castro
- Camino de Santiago en versión Vía de la Plata
- Vieja casa en Ponte Ulla
Datos de la ruta | Distancia | Duración | Dificultad | Tiempo |
21,830 Km. | 6 h. 51 min. | Baja | Soleado |
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