El Deva amigable, el Miño hostil

O Mesón da lamprea es el icónico establecimiento en el que los amigos de los Lunes al Sol degustamos durante años el delicioso ciclóstomo cuando su precio era asequible para los modestos bolsillos de este grupo de jubilatas.

En la actualidad, la escasez del rey del Miño  ha puesto a unos 160 € el ejemplar, lo cual nos inclina a decantarnos con el menú del día que, a decir verdad, no está nada mal y es mucho más barato.

Pues ahí, en Cabeiras, parroquia del municipio de Arbo en donde se halla O Mesón, iniciamos la ruta de este lunes con un tiempo soleado, de cielo claro y luminoso, muy diferente del de la semana pasada, ceniciento y lluvioso.

Pasado el primer tramo de carretera, nos adentramos en los bosques próximos al río Deva por cuyo sendero de pescadores avanzamos disfrutando de la hermosa estampa del rio fluyendo  por su cauce casi a rebosar, sus aguas rezumando blanca espuma, brillante la arboleda de ribera, expeditos sus estrechos  caminos, hasta llegar al puente romano de San Xoan de Mourentán desde donde continuamos en  un breve tramo por la orilla del Deva hasta su encuentro con el Miño.

Y ahí la cosa es otro cantar, pues el sendero de pescadores aparece y desaparece, interrumpido por árboles caídos que impiden el paso, pasarelas destruidas que nos apartan del río, obligándonos a modificar la ruta que Juan, nuestro  veterano compañero de fatigas, improvisa conduciéndonos sin dificultad hasta el tramo que nos lleva al punto de inicio en el citado Mesón.

Nota: La cabeza que no se ve es la de Cristina a quien pido disculpas por habérsela cortado involuntariamente.

Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
18,650 Km. 5 h. 58 min. Media Soleado 

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Mojados hasta el tuétano

Cuando iniciamos la marcha a las 8.30  llovía con fuerza, así que así que hicimos acopio de toda la artillería senderística anti chaparrón: botas, chubasqueros paraguas, polainas…pero de poco sirvió.

Al cabo de las cinco horas y pico que duró la caminata la incesante lluvia nos había empapado desde la cabeza a los pies.

Pero eso no restó un ápice al encanto de esta preciosa ruta de la cual hay abundantes referencias en Sendereando, pues raro es el año que no la repetimos.

Saliendo de los aledaños de la playa fluvial del río Verdugo dejando atrás el santuario de O Peso, avanzamos entre prados y fincas de labor anegados por la lluvia hasta entrar en Covelo,  la patria chica del Conde  Cabanelas, indiano y filántropo.

Desde ahí parte un largo sendero que recorremos, monte arriba, por la sierra do Cando, envueltos en la niebla  y perseguidos por el repiqueteo implacable de la lluvia sobre nuestros paraguas.

Termina la ascensión cerca de la ermita de Nª Sª de Lourdes desde donde  tomamos el desvío que nos lleva a la orilla del río Barbeira que es protagonista de esta caminata.

La lluvia arrecia y no para llenando el cauce del río que baja bravo e hirviente de espuma inundando todo lo que le rodea. Los caminos adyacentes, algunos anchas pistas empedradas, hemos de pisarlos con cuidado de no resbalar, saltando a veces de piedra en piedra, pero la estampa que nos ofrecen las rocas cubiertas de musgo, las copas de la arboleda de ribera brillando bajo la lluvia y el río acompañándonos con el fragor de su alocada corriente es de una belleza difícil de olvidar que nos redime del esfuerzo que supone caminar en tan adversas circunstancias.

Se acaba el río  en las inmediaciones de O Peso  y también se acaba la ruta, poco después, en el tramo común que nos lleva al inicio de la caminata de este lunes que rematamos en  A Fracha, con un satisfactorio y variado menú en el que destacan el pulpo con cachelos y el churrasco con patatas fritas .

Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
16,860 Km. 5 h. 33 min. Media Lluvia 

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Tiempo revuelto

Fuertes vientos, violentos chubascos, caminos embarrados, empedrados resbaladizos, arriesgados pasos sobre el río que estos avezados caminantes sortean con agilidad y destreza fueron los adversos elementos a los que tuvimos que enfrentarnos en esta mañana invernal de la incipiente primavera que, por lo de ahora, solamente ha revelado su presencia por el intenso verde que exhiben las copas de los caducifolios.

Bustelos, Portomarín, Ameixedo son  las pequeñas poblaciones rurales por las que hemos  pasado, sumidas en el silencio y la soledad, como escondidas de los furiosos ataques de este tiempo desmelenado.

Preciosas corredoiras  encajadas entre muros de piedra revestidos de musgo, frondosos bosques cuya arboleda resiste las embestidas de las rachas de viento que entorpecen la fatigosa marcha.

El Deza baja de las alturas de A Serra do Candán, entre rápidos y saltos exhibiendo su belleza en A Fervenza do Rego das Minas desde donde iniciamos el regreso sin que el temporal nos conceda tregua.

Habrá que esperar a tiempos más propicios para poder disfrutar a tope de toda la hermosura que ofrecen al caminante estos bellos parajes de las Devesas do Candán.

Mientras tantos rematamos la jornada en A Taberna do Vento en la que nos dispensan un reconfortante menú regado con riojas y albariños, invitación de nuestro entrañable Manolo que celebra con sus compañeros de fatigas su tercer cuarto de siglo. Con él brindamos por que tenga una larga vida y la disfrute caminando con nosotros durante muchos años.

Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
18.780 Km. 5 h. 45 min. Media Chubascos 

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En las orillas del Tambre

Una de las obras más conocidas de nuestra Rosalía de Castro es la que lleva por título «En las orillas del Sar».

Son poemas de un hondo lirismo romántico, teñidos por la tristeza, la desazón y la añoranza, sentimientos muy distintos a los que nos que nos embargaban en la ruta de este lunes por las orillas del rio Tambre que no se parece en nada al Sar si no es por  la cabecera de este comentario.

Alegría, entusiasmo y disfrute de la exuberante naturaleza que en los inicios de esta primavera nos ofrecen las orillas del ancho Tambre cuyo henchido cauce fluye poderoso hacia su paso por Ponte Maceira, son las sensaciones que nos dominan durante el hermoso paseo que fue la caminata de hoy.

Iniciamos la marcha en Ponte Maceira, un pueblecito al lado de la villa de Negreira que ostenta el título de uno de los» Pueblos más bonitos de España», bien merecido por lo que vemos: su impresionante puente románico parte del conjunto monumental formado por el poblado primitivo, un antiguo molino, presa, capilla de San Blas y el Pazo de Baladrón.

Ya  alcanzada la orilla izquierda, pasamos por la aldea de Rebordáns y el área recreativa de Fiopáns, sorteando pequeños riachuelos afluentes del gran río, hasta llegar a Portochán por cuyo puente vadeamos el Tambre pasando a la margen derecha.

Después de atravesar los jardines e instalaciones de su playa fluvial en el lugar de Tapias, seguimos por un ancho sendero que se convierte al cabo de unos cientos de metros en los estrechos caminitos que, bajo la frondosa arboleda de ribera, nos llevan de nuevo al punto de inicio en Ponte Maceira desde donde nos desplazamos a la vecina Negreira en cuyo restaurante, A Esmorga, damos cuenta de su menú del día   a base de fabada y churrasco, vino del país, animada conversación y el gratificante sentimiento de la gozosa convivencia entre estos buenos amigos unidos por su afición a patear por tan bellos parajes como los de este lunes.

Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
19,270 Km. 5 h. 30 min. Baja Chubascos

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Un lugar especial

Es un lugar tan especial que no nos podemos resistir a visitarlo de vez en cuando.

Es el Castro de Baroña, en Porto do Son, muy frecuentado por excursionistas, senderistas o simples turistas.

Y es que este castro es, entre los muchos que se encuentran en nuestro territorio, uno de los que más llaman la atención por el maravilloso enclave en el que fue construido.

Amurallado en la pequeña península que se adentra en el mar por la playa de Arealonga, es como un castillo da hace 2000 años rodeado de un mar azul y bravo en esta espléndida mañana, ya en la antesala de la inminente primavera.

Las olas baten solemnes y sonoras rompiendo sus blancas fauces contra las altas rocas, inmutables testigos milenarios de tanta hermosura.

Hasta ahí hemos llegado desde la ermita de Santa Lucía, en la parroquia de Queiruga, sendereando entre fincas y pinares, siempre con el mar al fondo, hasta dar con la hermosa playa de Arealonga y su castro asombroso.

Recorremos los restos de sus viviendas circulares, ascendemos hasta su supuesta acrópolis, fantástica atalaya sobre la mar océana, increíble mirador desde donde contemplamos la bellísima estampa de su mar brillante en olas de blanco y azul.

Abandonamos el sitio  y,  ya en el camino de regreso, continuamos, casi siempre con el mar en el escenario de la ruta, hasta dar  con el río Maior que hemos de vadear con mucho tiento pisando en las piedras para no resbalar, siguiendo hasta la ermita de Nª Sª del Carmen y el mirador de A Illa do Mar, ambos en la costa, no lejos de la capilla de Santa Lucía, inicio y final de esta preciosa caminata.

Rematamos la jornada en el restaurante Porto Nadelas, en Porto do Son, en cuya terraza damos buena cuenta  de su menú del día acompañado de un extravagante vino blanco, turbio, de aspecto blanquecino, que nos hizo recordar aquellos caldos que servían en las tascas de los cincuenta, también con  opaca turbidez y desconocida procedencia, lo cual fue objeto de jocosos comentarios y divertidas anécdotas que alegraron tan grata convivencia.

Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
18,090 Km. 4 h. 58 min. Baja Nubes y claros 

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