La hicimos en invierno y en verano, a la luz del día y en la oscuridad de la noche y nunca es igual. Bien ciertos son los conocidos versos de D. Antonio Machado cuando dicen aquello de «Caminante no hay camino, se hace camino al andar…» Por muchas veces que repitamos una ruta, cada hora, cada día, cada estado estado de ánimo, la hacen distinta y el sendero que pisas es un camino nuevo cada vez. Así nos ha ocurrido en este lunes con el PRG 68, también denominado A Vía Escondida, un juego de palabras del diseñador de esta ruta que discurre alrededor de la parroquia de Viascón, a medio camino entre Pontevedra y Cerdedo, en la carretera de Orense.
En la fría mañán de xiada los campos helados componían en su blanca palidez un paisaje de silencio, recogimiento y soledad. Solamente nuestras botas pisando la escarcha rompían la quietud del momento en esas horas primeras hasta que el sol va iluminando el valle y calentando la tierra.
A poco de comenzar, el sendero se desvía formando un bucle que atraviesa el regato Rexudoiro para cerrarse en la pista que nos lleva a la hermosa carballeira de Carbalinchán y ahí al Coto da Bouza, un pequeño promontorio desde el que regresamos a la pista inicial para emprender la subida al Coto do Ramalloso y de allí al Coto do Meixoeiro en el que nos detenemos para reponer fuerzas y subir al cercano Coto do Castro con hermosas vistas sobre valle y el mar, con las rías de Pontevedra y de Vigo al fondo.
Ahora toca bajar hasta llegar a la localidad de Atalaia cerca ya del río Lérez hasta cuyas orillas descendemos para emprender allí el camino de vuelta. No tardamos en regresar a Viascón que es donde se cierra esta ruta circular.
Después de animada comida en un restaurante de carretera, continuamos hasta la famosa Carballeira de San Xusto a fin de aliviar la modorra producida por el copioso yantar y visitar su antiguo y arruinado balneario rural de cuyas instalaciones aún se conservan restos de las bañeras en las que los pacientes trataban sus males de reúma y otras dolencias con sus aguas sulfurosas que aún siguen manando en la fuente que allí se conserva.
A un par de km. de allí se encuentra un encantador puente romano sobre el río Lérez y allá nos fuimos pateando por un diminuto sendero de pescadores que discurre entre bosques de castaños, pequeñas cascadas, troncos caídos de añosos robles que hay que salvar no sin esfuerzo, rocas resbaladizas cubiertas ora de verdín, ora de musgo, regresando por el mismo camino que, como decíamos al inicio de esta crónica, se torna diferente cuando lo repites bajo otra luz, la del incipiente ocaso, filtrando sus tornasoles entre la arboleda, tiñendo de suaves matices estos parajes a punto de desvanecerse bajo las sombras de la tarde que se apaga.
Aunque el sol ya ilumina la iglesia de Viascón, los campos permanecen helados sin que ello parezca importarle a esta opulenta vaca que posa impasible.
El Rexudoiro cruza del primer bucle del recorrido. A la derecha un Diosperus Caqui, de origen asiático, muy popular en las huertas pontevedresas hace unas cuantas décadas pero en plena decadencia en la actualidad. Pierde sus hojas en otoño pero conserva el fruto durante el invierno.
La ruta está bien señalizada y conservada pero algunos sitios de interés como este de Os Petroglifos de As Laxes presentan un estado deplorable. A la derecha, la foto sobre el puente romano.
El camino por la orilla del río Lérez es un sendero lleno de encanto que no tardará en desaparecer si no se detiene la invasión implacable de los eucaliptos en la ribera de enfrente.
Distancia | Duración* | Dificultad | Tiempo | |
Datos de la ruta | 22,9 Km. | 7 h. | Media | Soleado |
* Tiempo en movimiento: 6 h.
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Nota: Para ampliar, hacer clic en las imágenes.