La fraga de Oliveira

Oliveira es una pequeña población situada en la parroquia de Borreiros, pertenciente al concello de Gondomar. Para llegar allí hay que tomar la carretera que sale de Sabarís (Bayona), frente a la ferretería “La Cruz Roja” y seguir por ahí unos 11 km. Después de pasar por una plantación de kiwis que atraviesa un tramo de carretera bastante deteriorado, si se va con cuidado, se encontrará un indicador que nos señala que bajando a la izquierda, estamos en Oliveira.

Si seguimos bajando nos toparemos con un panel explicativo de la Fraga de Oliveira.

La fraga discurre por las riberas del río Groba, entre los lugares de Oliveira, que pertenece al concello de Gondomar, y Belesar que pertenece al de Bayona.

En esta ocasión nos acompañan unos amigos de Marta y Pili, asiduas senderistas de la Caminata Sabatina que, procedentes de Miami, están pasando unos días en Galicia y, como allá donde viven todo es llano, tenían mucho interés en hacer un recorrido por alguno de nuestros valles y montañas.

Salimos de la finca de Oliveira, de nuestros amigos Nené y Eduardo, donde nos hacemos la foto de familia. Nos acompaña también el entrañable Café, nuestro burro senderista que vive aquí en la finca de Oliveira y que conoce muy bien las pistas y senderos de estos alrededores.

La fraga de Oliveira es frondosa y oscura, aún en estas luminosas mañanas del estío. El terreno es accidentado y obliga a caminar por empinadas rampas hasta llegar al río Groba cuyas aguas son ahora más escasas y mansas que las del vigoroso torrente de la estación de las lluvias.

Llegados al fondo de la fraga, atravesamos el rústico puente de piedra que nos conduce a la próxima aldea de Belesar, recostada en la falda de la sierra de la Groba.

Dejando Belesar a nuestra espalda, continuamos por la pista forestal, que nos lleva de nuevo a cruzar el río y ascendemos hasta alcanzar una de las pistas más altas que nos llevan de vuelta a Oliveira. Es esta pista un magnífico mirador de la ría de Vigo, con las Cíes al fondo. En este claro día de verano, el color del mar es de un azul intenso. La hermosísima estampa del valle deslizándose hasta lamer el mar cautiva nuestros sentidos.

Ahora todo es bajar. Café sigue encabezando la marcha. no tardaremos en llegar. Ya de nuevo en su terreno, nos avisa con unos espléndidos y sonoros rebuznos de que la marcha ha terminado.