Tras los pasos de Pepa A Loba

El hombre entra en la casa cuando A Falucha, que vive con su tía Dorinda, está preparando la cena.  La aborda con ansiedad cobarde nacida de antiguos desprecios y, rechazado una vez más, fuerza a la moza y la deja preñada.  A Falucha muere en el parto y su hija Pepiña queda al cuidado de la tía Dorinda.

De niña pastorea las ovejas de la tía. Pepiña a pastora, le llaman. Es famosa en los alrededores porque, con ayuda de su perro, Lueiro, mató al lobo que atacó su rebaño.  Ya moza, trabaja en la tienda de la aldea. Resulta que el dueño es hermano del violador que mata a su hermano para quedarse con su herencia y en un juicio amañado consigue culparla y que vaya a la cárcel.

Pepa se escapa vestida de cura y jura venganza. Mata al asesino violador. Forma una banda. Pepa A Loba.  Temida y querida al mismo tiempo. Home morto no fala, es su lema. ¿Roba a los ricos, socorre a los pobres? ¿Mata para vengarse y solo mata hombres?

Su figura se desvanece en la leyenda. Se dice  que nació por estas tierras, en la comarca de Tabeirós-Terra de Montes, cerca de Cerdedo, por donde hemos realizado la ruta de este lunes siguiendo los pasos de esta famosa bandolera de mediados del siglo XIX.

Iniciamos la caminata en Pedre, la hermosa parroquia de Cerdedo, conocida por su Eira Grande, una agrupación de hórreos de las más importantes de Galicia y por su puente romano, de preciosa factura y pésima conservación, que une esta localidad con la de  Serrapio cuya capilla de San Lorenzo se eleva sobre una mole rocosa coronada por un calvario de tres cruces de piedra desde donde se puede contemplar una espectacular vista del valle verde hundido en entre los montes circundantes.

Seguro que Pepa recorrió estos lugares con frecuencia y cuando las cosas venían mal dadas se refugiaba en As Cortellas, hoy un conjunto de ruinas por el que hemos pasado por la mañana, en otro tiempo un albergue seguro escondido en la espesura de aquellos montes de antaño. ¿Estaría por aquí la casa de Dorinda, en la que Pepa pasó sus primeros años?

No lejos de As Cortellas se encuentra A Laxa das Filloeiras, un yacimiento petroglífico descubierto por el colectivo de Cerdedo Capitán Gosende, autor también de la ruta de este lunes a la que hemos aplicado pequeñas variantes. Lo de las filloeiras se les ocurrió por la semejanza de algunas cazoletas con las piedras que se usaban antiguamente para preparar las sabrosas filloas.

Dejando atrás Serrapio, seguimos monte arriba hasta el nacimiento del Regueiro da Lomba para bajar después a la Aldea Vella de Vichocuntín, un antiguo núcleo rural de casas de noble mampostería, muiño, hórreo de grandes dimensiones, todo abandonado, invadido por acacias y carballos que se han apoderado del recinto, hoy patéticos esqueletos de piedra, casi fantasmales.

Quizá nuestra Pepa haya conocido estos lugares en tiempos mejores, el gran hórreo repleto de grano, el muiño rumiando su eterna canción de agua, las  viviendas con sus chimeneas humeantes, sus hornos cociendo el pan, las veigas cultivadas a su alrededor,  la vida en fin, no este paisaje de abandono y olvido.

Ya va siendo hora de encaminarse a donde nos den de comer, así que dirigimos nuestros pasos al Vichicuntín de ahora, cuatro casas y un cruceiro al lado de la carretera nacional en cuya gasolinera nos detenemos durante un par de horas para reponer fuerzas a base del menú del día en el Restaurante Espigueiro.

Desde allí, descendemos al Lérez por cuya orilla caminamos un buen rato para seguir por el bosque umbroso hasta el puente que nos lleva de nuevo a Pedre en donde finalizamos nuestra jornada bajo la sombra del recuerdo de aquella heroina-bandolera que fue conocida por el nombre de Pepa A Loba.


Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
20,360 Km. 6 h. 40 min. Fácil Soleado

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Lérez-Cerdedo

Seguimos, en este tiempo de estío, caminando por la ruta de los puentes del Lérez, aunque en esta ocasión solamente pasamos por el de Parada, un hermoso ejemplar de origen medieval realizado en mampostería y sillería de granito y pizarra.

Habíamos comenzado la caminata en el atrio de la iglesia de Santa María de Folgoso, cerca de la capital del concello de Cerdedo. Bajando hacia el río, que está muy cerca, atravesamos el puente Do Pego, en la carretera, y un poco más arriba nos topamos con la ermita de Nª. Sª do  Pego , completamente restaurada. Cuando estuvimos por aquí en el 2011 estaba prácticamente en ruinas, sin tejado y rodeada de cascotes. Los alrededores de la ermita han sido copados por las instalaciones de un canal hidráulico para la producción de electricidad lo que nos obliga a seguir por el asfalto un buen trecho hasta desviarnos por el camino que nos lleva al río.

En estos días de calor se agradece la sombra y la hermosura de los bosques de ribera. Lo que no es tan agradable es el pésimo estado en que se encuentra el camino, quizás antes sendero  de pescadores pero ahora escondido bajo la hierba crecida a veces con socavones que son auténticas trampas, otras con zarzas dificultando el paso las cuales  hay que apartar a bastonazos.

Pasado el citado puente medieval, salimos a la carretera por el lugar de Parada de Cameixa para adentrarnos de nuevo en los dominios del río, por el mismo sendero cubierto por hierba y maleza hasta que  el camino se cierra de tal forma que no nos queda más remedio que dar la vuelta y renunciar  al puente Gomail que era el punto de regreso.

Como el camino quedó abierto a la ida, la vuelta por la misma senda no es tan laboriosa  por lo que, aligerando la marcha, no tardamos en recuperar el puente Do Pego y el punto de inicio en la iglesia de Folgoso en donde una parte de la tropa regresa motorizada al restaurante.

Los demás continuamos, esta vez monte arriba, a pleno sol que a esta hora del día descarga  con saña su tórrido aliento sobre nuestras espaldas durante casi dos horas. Por fin, en el restaurante Meu Lar, en Cerdedo, nos espera el resto aseado y fresco para compartir el bien merecido yantar después de la extenuante caminata.

A cabo de un par de horas de agradable convivencia, los del núcleo duro reemprendemos la marcha bajando al río Do Castro que baña Cerdedo por su ladera sur. A pesar de la sombra que nos deparan sus riberas, el recorrido se hace duro a esta hora en la que el calor aprieta.

Llegados al lugar de Cernados, ya en lo alto, una fuente con tres caños nos alivia del agobiante esfuerzo que ha supuesto superar la dura rampa. A los pocos metros de nuevo la maleza nos cierra el paso por lo que hemos de desviarnos  a la carretera pisando asfalto durante un par de kilómetros hasta dar con el punto de inicio y final en la explanada de la iglesia de Santa María de Folgoso.


Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
20,150 Km. 7 h. 15 min. Media Sol y calor

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Lérez-Aciveiro

La mañana es una niña que, allá en lo alto, mientras se despereza, va abriendo sus ojos cuya luz penetra tímidamente en la umbría arboleda. El río es un lienzo de raso negro que bajo la luz del alba se va haciendo espejo en el que los árboles de sus riberas van hundiendo su ramaje.

Más tarde, cuando la mañana ya es día, el sol es un cíclope de ojo resplandeciente hacedor de luces y de sombras a lo largo del ancho río, iluminando el espejo del agua quieta que a esta hora refleja formas y colores.

Ya han pasado  por el Puente Gomail, A Ponte do Batán, las poldras de Botelo, Puente Maril, los pasos de Valiñas, A Ponte do Crego y el puente de Carballa. Por el estrecho sendero de pescadores, van de un lado al otro del río, siempre bajo la sombra generosa de su arboleda hasta alcanzar, río arriba, las altas tierras del Aciveiro, en A Serra do Candán, en donde el Lérez tiene su cuna y la Tierra de Montes su monasterio.

Tierra de lobos y de nieves  en tiempos pretéritos es ahora solaz para turistas y caminantes.

Ascienden animosos por la empinada ladera, a pleno sol. La sombra y frescura de la ribera abandonada se tornan polvo y sudor. Llegan, por fin, al monástico solar, otrora cenobio de monjes venerables, ahora lujoso albergue del ocio adinerado.

Regresan los andarines al río acogedor, otra vez de puente en puente, hasta la hora en que el buche reclama su estipendio, en el puente Maril, a los pies de Forcarei, en el corazón de Galicia, dicen los de allí, en plena Serra do Candán, la madre del Lérez.

En el Restaurante París, les esperan generosas fuentes de carne richada, el blasón gastronómico de la villa, croca de ternera acompañada de patatas fritas o cocidas, protagonista de A Festa da Richada, en Forcarei, el primer domingo de diciembre.

Rematada la feliz pitanza, regresan los alegres caminantes al río saudoso que recorren durante un par de horas antes de alcanzar el punto final que también fue el de inicio de la jornada de este lunes.


Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
26,450 Km. 7 h. 10 min. Media Soleado

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Lérez-Almofrei

¡Quién nos lo iba a decir! ¡Las Rías Baixas batiendo marcas de calor como si esto fuese Canarias o Andalucía! ¡Treinta y siete grados en la caminata de este lunes! Menos mal que, siguiendo la práctica de estas últimas semanas, llevamos nuestras caminatas a las riberas de los ríos que aún llevan agua, pues con esta sequía los pequeños se quedan con sus cauces vacíos, secos como patéticas gargantas esqueléticas.

El Lérez es uno de los ríos importantes de Galicia. Desemboca en la ría de Pontevedra cruzando la ciudad que a lo largo de los años ha ido construyendo puentes y pasarelas, desde los más antiguos de mampostería hasta los modernos de acero, cemento  y formas caprichosas. En una de aquellas, en la calle de Buenos Aires, comienza nuestra ruta por el tramo final del río hasta Puente Bora en donde se encuentra con el Almofrei.

El Lérez, como es grande, aún lleva sus aguas hasta una discreta altura ofreciéndonos hermosos parajes en los que la arboleda se refleja con toda nitidez en sus remansos. El sendero de pescadores por el que caminamos durante un buen trecho discurre bajo la sombra de la espesa floresta. Llama nuestra atención la sequedad del piso, polvoriento y duro, tan diferente de aquellos caminitos húmedos de las otras estaciones.

Al pasar al Almofrei, encontramos tramos del río con muy escasa corriente aunque no faltan algunos espacios en los que el agua se encierra en pequeñas pozas. Abandonando por un tiempo el río, la ruta nos lleva al lugar de O Salgueiral, un conjunto rural en lo alto, desprotegido del sol que nos persigue durante un par de kilómetros por el monte raso hasta que regresamos al Almofrei para bajar a la Fervenza da Bouza, un encantador paraje en donde nos sentamos a la sombra de los arboles ribereños para reponer energías aprovechando algunos el agradable remanso para darse un reconfortante baño en su quietas aguas.

Retomando el tramo inicial regresamos por Puente Bora al Lérez, esta vez por su margen izquierda, para desviarnos al barrio de Monteporreiro en cuyo Asador Xiraldo paramos para dar cuenta de su menú del día acompañado por un Rioja crianza, invitación de Carlos que celebra así su reciente incorporación a  esta cofradía de los andantes de los lunes.

Hace demasiado calor para hacer muchos kilómetros post meridiem, así que optamos por volver al río y tras una carreiriña de can llegamos al punto final de nuestra andanza.


Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
22,300 Km. 6 h. 52 min. Fácil Sol y calor 

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Ulla, Lañas y Beseño

Dicen las crónicas que este es uno de los veranos más cálidos de los últimos 30 años y la verdad es que el que esto escribe, que ya va para los tres cuartos de siglo, puede afirmar que hace muchos años que no recuerda unos días tan calurosos así que, dadas las circunstancias, hemos optado por llevar nuestras andanzas por la riberas de los ríos donde la sombra es segura.

En este lunes hemos hecho una ruta, no por repetida menos encantadora, como es la de Los Tres Ríos,  en Touro, cerca de Santiago. Efectivamente, se trata del Rego Beseño que desemboca en el Río das Lañas y éste a su vez entrega su corriente al Ulla, un grande entre los ríos de nuestra tierra.

Refiere la leyenda que el Apóstol Santiago fue llevado a su tumba por unos bueyes bravos, o sea toros, que milagrosamente se volvieron mansos y que, realizado el traslado, escaparon perdiéndose uno de ellos por estas tierras. Parece ser que de ahí le viene el nombre de Touro a este concello santiagués.

A poco de comenzar la caminata en el lugar de O Arroeiro, nos topamos con la Fervenza do Inferniño formada por el Regato dos Fungos,  en un fuerte desnivel antes de su cercana entrega al río Ulla a cuyas orillas llegamos a primeras horas de la mañana.

Bajo su floresta caminamos alegremente, siempre a la sombra de la frondosa arboleda de sus riberas, hasta llegar a su encuentro con el Río das Lañas cuyas aguas de aspecto lechoso deben ser ferruginosas, pues su cauce presenta un color ocre fuerte.  Aguas arriba nos espera el hermoso Salto das Pombas con una caída de diez metros de altura que constituye una de los atractivos más interesantes de la ruta, no lejos del lugar en donde O Rego de Beseño le entrega su caudal.

Sin apenas separarse de las orillas de estos ríos, en un continuo y leve ascenso, alcanzamos Os Muiños da Carballa, en un delicioso paraje que aprovechamos para la foto de familia, numerosa en esta ocasión, pues llegamos a la oncena, para alcanzar poco después el área recreativa de Ponte Santaia desde donde un par de kilómetros, ahora sí a pleno sol, nos separan del centro urbano de Touro en cuyo restaurante O Barranco paramos para descansar y reponer fuerzas.

Aquí se acaba prácticamente la ruta, pues por la tarde solamente nos quedan otros dos o tres kilómetros para regresar al punto de partida, lejos ya de los acogedores y frescos parajes por los que discurrió esta caminata durante la mayor parte de la jornada.

Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
22,740 Km. 6 h. 38 min. Fácil Sol y calor 

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