Romance de Amil

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Este lunes ha sido una jornada especial porque tres de nuestros andarines han querido celebrar celebrar sus sesenta y cinco invitándonos a una espléndida cuchipanda en el restaurante de Javier Giao, en Amil, famosa localidad de la provincia por su concurridísima romería de Los Milagros de la que que ya hemos dado cuenta aquí en Sendereando. José Luís, Ángel y Manolo fueron los tres gentilhombres a los que se refiere el romance y los protagonistas de la fiesta.

Poco más hay que decir que no esté en los versos de ahí arriba. Aún estaba amaneciendo cuando iniciamos la marcha en los reales del santuario, dejando a nuestras espaldas la zona urbana para adentrarnos en los pinares que se extienden por su lado sur hasta llegar al yacimiento megalítico de la Rotea de Mendo en el que se aprecian sus espirales y otras insculturas propias de estos de estos monumentos milenarios.

Un poco más arriba alcanzamos el Castro de Penalba con su hermosa capilla y su Pedra da Serpe en la que en esta mañana, debido a su radiante claridad, era casi imposible reconocer la culebra que nuestros antepasados grabaron en la roca.

Llegados a la iglesia de Cosoirado, no lejos del monumental Pazo da Buzaca, hoy hotel rural, crece en la tropa el entusiasmo y las  ganas de jolgorio ante el festín que se aproxima. Ya se vislumbra en las cercanías el restaurante de Javier Giao, viejo conocido de este grupo de senderistas que ya ha disfrutado en esta su casa de los afamados banquetes que en ella se celebran en los días de la romería cuando todo el lugar bulle de gentes que llenan chiringuitos y tabernas devorando pulpo a feira, churrasco y otros tesoros gastronómicos propios de estos eventos.

Hoy, en el restaurante, solamente los catorce que componen la expedición de Sendereando son los comensales a los que atiende personalmente Javier, el dueño del mesón. Mejillones gigantes de la Isla de Arousa como aperitivo y, ya en la mesa, empanada de maíz con berberechos,  pulpo a feira y cabrito estofado componen el espléndido menú con el que celebramos el aniversario de nuestros amigos.

Rica tarta cuyas velas soplan los cumpleañeros  al son del «Cumpleaños feliz» seguida de café y licores rematan el espléndido ágape entre los cantos corales y bailes pasados de moda pero que revelan las ganas de diversión de estos infatigables caminantes que, fieles a su afición, culminan la jornada con un recorrido de un par de km. hasta la explanada en donde se yergue la majestuosa ermita de Los Milagros, inicio y fin de tan especial caminata.


Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
17,710 Km. 5 h. 25 min. Fácil Despejado 

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Outariz-Canedo

Cuando en el pasado mes de marzo nos desplazamos hasta Outariz, en Ourense, para hacer la ruta que se extendía al Este por las parroquias de Valderogueiro y O Viso, el invierno, que estaba agotando sus últimas semanas, aún mantenía su escenario con el austero decorado de árboles desnudos y campos yermos y silenciosos.

Ahora, en octubre, el otoño trae la ansiada frescura de las mañanas de tardío amanecer  y los hermosos colores que muestran los caducifolios y los viñedos antes de que el nuevo invierno imponga su paisaje adusto, frío y oscuro.

Iniciamos nuestra marcha en el aparcamiento enfrente de las termas a las cuales se accede vadeando el río Miño por la pasarela de Outariz. La ruta sigue el trazado de la VI Andaina de Canedo, que fue organizada en el pasado año por la AA. VV.  de San Miguel y que, al contrario de la de marzo, discurre por la zona Oeste.

Como suele ocurrir cuando se parte de zonas urbanas, los primeros kilómetros son puro asfalto hasta que acometemos los montes de Beiro pasando por algunas localidades que conservan el encanto de nuestras pequeñas aldeas, con sus viejas casas alternando con modernas edificaciones, rodeadas de los campos de labor hoy abandonados en muchos casos.

Algunas de estas poblaciones, como A Conchada y Beiro, forman parte de la llamada Ruta de los hornos, que pasa por unas 20 localidades en las que existían hornos comunitarios que aún hoy pueden visitarse. Precisamente en Beiro, después de salvar una pronunciada cuesta monte arriba llegamos a la ermita de San Andrés, a más de 400 m. de altitud, que a juzgar por sus dimensiones y las de su cementerio debe ser también iglesia parroquial.  Desde allí bajamos a Nogueira y A Conchada en cuyas inmediaciones se encuentran las ruinas del Monasterio de Santa Comba (Columba) de Naves cuyos orígenes, según parece, se remontan al siglo IX. Oculto en la espesura, impresiona la soledad del impresionante cenobio sumido en la ruina.

A partir de ahí todo es bajar, entre bosques y algún que otro regato, también por pistas que se deslizan hacia el río Miño por cuya orilla caminamos bajo su frondosa arboleda hasta el camino que, pasando por debajo de la vía del tren, nos lleva al Restaurante Silvino.

Allí bien atendidos por la simpática Isabel damos cuenta de un estupendo pulpo a la gallega y carne o caldeiro, después de lo cual seguimos camino hasta las Termas de Outariz en donde rematamos la caminata con una prolongada inmersión en las benéficas aguas de sus pozas termales que tonifican músculos y piel dejándonos como nuevos.


Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
22,590 Km. 6 h. 47 min. Media Nublado 

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Al Oeste de Lalín

Lalín, uno de los municipios más extensos de Galicia, está situado en el centro del país, en el kilómetro cero, según reza un mojón que se eleva en el centro de la villa. Es una de las zonas agrícola-ganaderas más importantes de la provincia de Pontevedra y por ahí, por los campos y bosques que se extienden al este de la capital, se ha desarrollado la caminata de este lunes.

Partimos de la entrada al Pazo de Liñares, una señorial mansión de estilo barroco cuna del que fue insigne aviador Joaquín Loriga, conocido por haber realizado  en 1926 el vuelo Madrid-Manila en 17 etapas y 33 días.

A menos de tres kilómetros, recién iniciada la marcha, nos topamos con el hermoso puente romano sobre el Deza que da nombre a la población de Ponte Taboada y también a su restaurada estación ferroviaria no lejos del impresionante viaducto sobre el río.

Pasando al otro lado de la vía, sigue la ruta entre grandes extensiones dedicadas al cultivo de hierba y forraje. Abundan las instalaciones ganaderas y lecheras y es frecuente tropezarse con las enormes máquinas de segar y recolectar.

También discurre nuestro camino por frondosos bosques de robles y castaños cuyo fruto ya está en sazón, listo ya para la celebración de los tradicionales «magostos».

La marcha es fácil y tranquila, sin grandes desniveles, hasta alcanzar los aledaños de la A53, en las cercanías del Parque Empresarial Lalín 2000 en cuyas inmediaciones se encuentra el restaurante Onde Antonio en el que nos detenemos después de los primeros 20 Km. para disfrutar del esperado y necesario condumio. Contundente y abundante, nos deja preparados para encarar el resto de la ruta que enlaza con un tramo del Camino de Santiago, versión Vía de la Plata, para introducirnos de nuevo en los umbrosos bosques  y algún humilde riachuelo huérfano de agua hasta que la esperada lluvia termine con el largo estiaje de este año.

Dejamos atrás las carballeiras y castiñeiras para regresar a los campos abiertos de Bendoiro, Eirexe y Liñares, tres poblaciones vecinas cada una de las cuales cuenta con su pazo: el de Bendoiro convertido en hotel, el de Eirexe, una adusta casona solitaria y el de Liñares una elegante construcción llamada ahora Espazo Liñares de propiedad municipal.

Ahí, al lado del pazo, termina nuestra caminata.


Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
24.730 Km. 7 h. 00 min. Fácil Soleado 

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Altos de Domaio

Terminados los fuertes calores del estío, entramos en los templados días del otoño precursores de las duras jornadas del invierno. Para celebrarlo nos hemos acogido a la cálida hospitalidad  de Carmen y Antonio, dos de nuestros más veteranos y entusiastas andarines en cuya preciosa casa hemos disfrutado de un inolvidable banquete de cuya excelencia gastronómica y otros detalles hablaremos más tarde.

La caminata de este lunes se inicia en San Lourenzo, muy cerca de la vivienda de nuestros dos amigos, en los aledaños del campo de golf de Domaio, a los pies del monte Faro, un espléndido mirador de la ría de Vigo, viejo conocido de la tropa de Sendereando y de los innumerables visitantes que se acercan a esta atalaya hoy convertida en un complejo antenístico en cuya falda se encuentra la zona de esparcimiento de Chan  da Arquiña muy conocida también por el dolmen que preside todo el parque.

Antes de llegar hasta allí, hemos pasado por la aldea de Sobreira, una pequeña localidad que se encuentra en la ladera que mira a la ensenada de San Simón y en la que nos hemos encontrado con una sorprendente planta de tomates en forma de pera pendiendo de las ramas de un frondoso arbusto. Una simpática paisana nos explicó que eran dulces y muy apropiados para ensaladas. Seguimos caminando paralelos a la costa hasta llegar al Chan da Armada en cuyo centro se encuentra otro dolmen casi abandonado aunque no tanto como las mámoas cercanas que han sido engullidas por la maleza y que solamente expertos conocedores del lugar como nuestro colega Antón son capaces de identificar.

Cambiando la marcha en dirección oeste no tardamos en alcanzar otro parque forestal que alberga un curro, en donde se efectúa a rapa das bestas, un acontecimiento de honda tradición y que tiene lugar en los meses de verano en muchos de los montes gallegos. Un poco más de caminata monte arriba y llegamos al mencionado Chan da Arquiña desviándonos de nuevo hacia el este hasta llegar al Coto do Home, un balcón sobre la ensenada de San Simón que es también estación de parapente y desde donde se domina una inigualable panorámica que abarca desde las Salinas de Ulló, al fondo de la ensenada, hasta el puente de Rande  en el estrecho que la une a la bahía.

Ya en franca bajada hacia San Lourenzo bordeamos la hermosa y espectacular bahía de Vigo llegando en poco tiempo a la casa de nuestros amigos, después de haber agotado los primeros 20 Km. de la jornada. Empanadas de bacalao y zamburiñas, revuelto de setas, estofado de cordero acompañado de unos señores cachelos, tartas de higo y maracuyá, albariños y riojas, licores, caipiriña, cánticos da terriña y del pop tutelados por el acordeón de Dietmar y la guitarra de Antonio… ¿Que más se puede pedir?

Pues sí, se puede pedir más. Media docena de kilómetros de sobremesa, bajando desde la casa de nuestros anfitriones hasta A Poza da Moura y casi gateando por la formidable rampa del cortafuegos que nos conduce de nuevo al sitio en donde comenzamos la caminata. Allí llegamos cuando el sol se iba escondiendo por detrás del Monte Faro, envolviendo la bahía en los suaves tonos del ocaso mortecino.


Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
25,100 Km.  7h. 20 min. Media Soleado 

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