El Carmen, parroquia de senderistas

El 21 de Diciembre de 1933 cuatro frailes carmelitas iniciaron la andadura de esta comunidad en Vigo. Su convento era una modesta casita de planta baja en la calle de López Mora y una pequeña capilla. En 1951, siendo prior el P. Lorenzo, se colocó la primera piedra del Santuario, que no quedaría completamente terminado hasta 1.963, con la inauguración solemne de la torre con su imagen en piedra de la Virgen del Carmen, de siete metros de altura que mira desde lo alto la bahía de Vigo “como faro de amor y esperanza”, según se lee en la historia de la parroquia. En 1997 el Concello de Vigo dedica al Padre Lorenzo el paseo que lleva su nombre y que es contiguo al convento de los frailes carmelitas.

Pues bien, ahí en ese paseo nos citamos los senderistas que todos los sábados, a las nueve de la mañana, salimos con dirección a los montes y valles de nuestro entorno cercano para disfrutar del placer de recorrer sus innumerables senderos, pistas, corredoiras y carreiriños. Fue el Padre Julián, antiguo párroco de El Carmen, un entusiasta senderista que durante varios años formó parte de este grupo de andadores y es hoy el padre Ángel, actual párroco, su digno continuador.

La mayor parte de los participantes en nuestras marchas pertenecen a esta parroquia, pero también se apuntan a nuestras correrías caminantes de otras partes de la ciudad. A todos nos une el mismo entusiasmo y afición a este sano y gratificante ejercicio del senderismo.
Entre ellos los hay que son grandes conocedores de las plantas y hierbas medicinales y de interés gastronómico, también algún especialista en ornitología que nos descubre sorprendentes detalles de las aves que sobrevuelan nuestras andanzas, expertos micólogos que nos ayudan a distinguir las setas “buenas” de las “malas”, la sabrosas de las picantes, etc.

En resumen, que somos una parroquia alegre y vitalista, una parroquia de senderistas que cada sábado se reúne en el Paseo del Padre Lorenzo, aquel carmelita que se hizo popular en Vigo por su constancia e insistencia pidiendo domingo a domingo, piedra piedra, para su santuario que hoy es de todos.

De ahí salimos, guiados siempre por Adrián, nuestro senderista número uno y nuestro guía, conocedor de cada rincón de la orografía viguesa y alrededores, a gozar con el descubrimiento de nuevas rutas, nuevos paisajes, siempre nuevos porque cada recorrido nos sorprende con detalles que antes no habíamos visto, inesperadas vivencias, nuevas emociones…

¡Hasta el sábado, parroquia de senderistas!

Sendereando sobre blanco

Oleada de frío, temporal de nieve…¿y nosotros qué? Hemos salido esta mañana los de la Caminata Sabatina, algunos bien preparados para el frío: polainas de cordura, parka de goretex, pasamontañas, guantes…

Dejamos los coches no lejos del parque forestal de Zamanes, a los pies de nuestro entrañable Galiñeiro.

Efectivamente, la mañana está más bien fresca pero no pasa de ahí. Algo desilusionados atravesamos los pinares que rodean la sierra, bajamos hasta la aldea de Vilas, subimos hacia la Cola del Zorrro y allí, en un claro del bosque, nos detenemos para reponer fuerzas y ¡oh sorpresa, qué bueno!, comienza a nevar, así, sin previo aviso, casi de repente.

Y poco a poco los copos de nieve se hacen más grandes y blancos y el camino que serpea delante de nosotros se va cubriendo tímidamente con esta nieve que casi no lo es, nieve de las Rías Bajas, donde casi nunca nieva…

Pero ese trozo de sendero ya coloreado de blanco, nos alboroza y excita, nos vuelve niños, con ganas de jugar a tirarnos bolas de nieve, pero… es que estamos en las Rias Bajas, y aquí la nieve no se atreve a quedarse, blanquea un poco el paisaje, hace que por unos minutos nos sintamos en Siberia, una Siberia de cuento infantil, pero al poco rato, cuando aún faltan algunos kilómetros para rematar nuestra marcha, la nieve ha desaparecido.

Ha pasado por aquí, por estos montes, y nos ha hecho el regalo de su presencia, nos ha regalado una bonita estampa y se ha ido..

Gracias, blanca nieve.

Nos has dejado una hermosa postal, sin atascos, sin camiones perdidos en el temporal, sin pueblos aislados, sin gentes muertas de frío…¿ Eres un hada o una bruja?

Por el Galiñeiro, esta mañana, ha pasado una hermosa y blanca señora.

Nos ha regalado un hermoso cuadro.

EL MIRLO (Turdus merula)

Presente en todos los rincones de nuestras ciudades, porque se ha atrevido a vivir a nuestro lado, visitante asiduo de los jardines: los privados, que son todos iguales, y los públicos, territorio de los niños
(ojalá sea así por mucho tiempo) usurpado por los perros, víctimas del capricho de sus dueños.

Presente también lejos del asfalto, allí donde haya árboles, o también entre matorrales, con tal de que estén medianamente desarrollados, en bosques preferentemente de frondosas; menos habitual entre coníferas.

Lo he visto gallardamente posado en lo alto de una viña, lanzando su aflautado desafío para desesperación de otros machos que sienten amenazados su territorio y su hembra; lo he visto también más cohibido, al abrigo de las ramas bajas de un seto en cuya sombra parece querer fundir su plumaje lúgubre porque le acobarda mi presencia… y, cuando yo, insensible a su temor, continúo acortando la distancia, también le he visto levantar el vuelo apresurado, lanzar su sombra compacta tras el anaranjado pico, que chilla estridente la metálica alarma que mi terca progresión le ha causado.

He contemplado, gozoso, su intermitente paseo en el jardín cuando, hilvanando saltos o corriendo cortos trechos entre las hojas, curioso se detiene instantáneamente y contempla, con la cabeza elegantemente erguida, lo que le rodea, y hiere decidido con el rayo de su pico la herbosa tierra, una vez y otra vez, hasta que victorioso por fin, con un trozo de lombriz colgando atravesado, me mira orgulloso y como posando para una foto, antes de desaparecer con un enérgico batir de alas.

Él es, sin duda, protagonista de mil y un pasos furtivos, apresurados, ante vuestras narices sorprendidas; el escabullido veloz que con su vuelo potente apenas un momento asoma por detrás de aquella tapia antes de volver a desaparecer por encima de aquella otra.

Cuantas veces no le habremos oído entonar su canto grave, más que cantado…silbado, su melodía de estrofas largas, que saluda al amanecer debajo de nuestra ventana, que rivaliza con la de tantos otros machos de su especie en los atardeceres primaverales, llenando de alegres gorjeos nuestros caminos y las lindes de nuestros bosques.

No hace mucho un periódico londinense contaba en un gracioso artículo la sorprendente conducta de nuestro protagonista, observada en Hyde Park. Llevados de su afán, comprensible, por destacar entre sus congéneres con el sano propósito de acceder a más hembras, algunos individuos de esta especie han incorporado a su repertorio nuevos motivos, de naturaleza diversa; entre todos llama la atención la interminable lista de melodías para teléfono móvil.

Me imagino la escena; perchado en la rama de un chopo, a medias oculto entre sus hojas acorazonadas, a la vera de un camino en algún parque, el pájaro lanza al aire su nuevo reclamo, recientemente escuchado y enseguida aprendido. Por el camino se aproxima un hombre joven, con traje y con corbata, que está dando un paseo, corto, que no hay tiempo para más, con su hijo pequeño, al que lleva cogido de la mano; la otra la echa al bolsillo para sacar su móvil que él, erróneamente, cree que está sonando. Al comprobar que el teléfono permanece sorprendentemente mudo, no sabe como interpretar ese sonido que, penetrante y terco, sigue hiriendo el aire desde una rama oculta e, incapaz de ver a nuestro oscuro amigo, vuelve a mirar su teléfono, y acaba por guardarlo, después de una última mirada incrédula, y se vuelve a medias hacia el árbol, incapaz, insisto, de ver al cantor, aunque sea rematadamente negro, y esté cantando politonos a pleno pulmón entre el verde porte de un chopo escuálido.

Así somos nosotros, los reyes de la Creación, tan sofisticados, tan soberbios, que no somos capaces de reconocer a nuestro vecino, aunque se cruce con nosotros a diario, aunque nos regale su canción cada mañana (y no pocas tardes), aunque nos muestre su inteligencia.

Jaime

Pinos, caballos, eucaliptos y mar

22-01-2006 20:25:20

21 Enero 2005

Adrián, Isidoro, Jaime, Mari Charo, Celia, Carlos y José

Recorrido:13 Km.
Duración: 3 h.

El Chan de Lagoa es una zona de recreo y parque forestal que está situado en el monte de La Groba y pertenece al ayuntamiento de Bayona, parroquia de Baredo. Ha salido en la prensa de estos días por ser el escenario de un tremendo crimen cuya víctima fue una vecina de de esta parroquia, llamada Águeda.

Para llegar hasta allí desde Bayona, se toma la carretera que va a la Virgen de la Roca y se sube seguido hasta llegar al Chan da Lagoa, fácilmente identificable por sus mesas de piedra y asadores entre la arboleda, al borde de la carretera.

El recorrido que se describe a continuación es una marcha por algunas de las pistas y senderos que surcan la sierra de la Groba en todas direcciones. En esta ocasión hemos ido hasta el conocido ”curro” de Mougás, lugar donde hemos tomado el obligado refrigerio, y desde allí tomamos el camino de vuelta.

A la izquierda de cada párrafo se señala el punto kilométrico, medido con el podómetro, donde se produce una incidencia tal como, bifurcaciones, señales o cualquier tipo de elemento que sirva de indicación para el seguimiento de este recorrido.

Inicio: Chan da Lagoa. Dejamos el coche en la explanada al lado de la fuente de piedra y tomamos el sendero que está marcado con las bandas roja y blanca del GR 58 denominado «Sendeiro das Greas».

Km.
0,320 Abandonamos el GR 58 y tomamos el sendero a la izquierda, en el que hay una señal en un pino que es una “x” roja y blanca.

0,790 Bifurcación. Torcemos a la izquierda.

1,540 Atravesamos un regato en una vaguada desde la que se divida la ría de Bayona.

1,830 Bifurcación. Tomamos el sendero de la derecha.

1,890 Cruce. Seguimos derecho por la misma pista.

1,970 Bifurcación. Torcemos a la derecha.

2,600 Torcemos a la izquierda, quedando el mar a nuestra derecha y detrás Cabo Silleiro.

3,500 Bifurcación. Torcemos a la derecha. Al fondo, en la curva hay una caseta.

3,980 Bifurcación. Tomamos el sendero de la izquierda dejando el mar a nuestra derecha.

4,440 A nuestra izquierda, en la cima de una colina, la caseta del observatorio forestal.

5,040 Bifurcación. Torcer a la derecha a lo largo de un cierre metálico que queda a nuestra derecha, subiendo.

6,120Bifurcación. Tomar la pista de la derecha.

6,640 Bifurcación. Seguimos a la derecha. Hay una mesa de piedra al comienzo de la pista.

6,970 Bajando. Bifurcación. Tiramos a la izquierda.

7,290 Llegamos al curro de Mougás. Subimos por la derecha unos 50 m. a un pequeño pinar, detrás del curro, donde tomamos la fruta. Damos vuelta atrás y tomamos la pista que sube, dejando el muro del curro a nuestra derecha.

8,140 Bifurcación. Tomamos la pista de la izquierda, cambiando de sentido.

8,710 Pista ancha, ya en el camino de vuelta.

9,950 Hay un sendero a la izquierda. Lo ignoramos y seguimos por la pista ancha. Poco más adelante se ve la carretera. Tomamos el sendero a la izquierda.

10,290 Tomamos la pista de la derecha.

10,760 Nueva bifurcación. Torcemos a la izquierda. La de la derecha lleva a la carretera.

11,100 Volvemos a encontrar el regato mencionado en el punto 1,540.

11,900 Cruce. Torcemos a la derecha.

12,600 Entramos en Chan da Lagoa y volvemos a ver las señales del GR. 58.

13,000 Llegamos al coche. Fin de la ruta.

Mapa de la ruta


Inicio del recorrido________________Sendero Gr 58


Km. 0,320     _______________________Km. 1,540


Km. 4,440 _________________________Km. 6.640


Km. 7,290     ________________________Km. 9,950

Compañeros de ruta

Las ruedas son sus botas, los pedales sus pies. Mientras nosotros, los senderistas pisamos fuerte sobre la blanda tierra, ellos, los ciclistas, se deslizan silenciosos y veloces, a todo color, sobre sus ágiles y escuálidos corceles de metal.

Los gigantes del «Faro de Budiño»

Sábado, 14 de Enero de 2005

Adrián, Carlos, Isidoro, Jaime, Pili, Eduardo, Emilio José

Recorrido: 10,600 Km.
Duración: 2h 45 min.

Nos hemos acercado al Parque forestal de Faro de Budiño, municipio de O Porriño, Allí, en el Faro, se encuentra una inmensa roca, con una pared de má de 100 m. de vertical en la que se entrenan los escaladores profesionales y aficionados. Es una zona de enormes rocas, algunas con peculiares formaciones como la llamada Beethoven, pues recuerda la conocida efigie del genio tocando el piano.

¿Cómo se llega? Se toma la autovía Vigo Porriño. En Porriño se sigue por la antigua cartera Tuy y en el puente debajo de la autopista se toma la carretera a Salceda de Caselas. Se sigue hasta Budiño y allí, en el cruce, se ve la señal del GR 58. Se toma esa carretera a la izquierda y se sigue sin desviarse, asecendiendo hasta llegar al parque foestal de Budiño. Allí dejamos el coche y comenzamos la caminata.

En el parque hay una panel que contiene un plano del Sendeiro das Greas, el GR 58. Se sigue por esa pista, que está muy bien señalizada con las marcas blanca y roja que definen este tipo de rutas. El número que inicia los siguientes párrafos indica el km.

3,200 Seguimos en el GR.58. Hay un mirador con un pequeño atril que sostiene un cuadro con una pequeña explicación.

5,100 Cruce. Hay un par de paneles de madera en el sendero de la izquierda. Los dejamos y seguimos.

5,340 Cruce. Abandonamos el GR 58 y sus señales. Torcemos a la derecha pasando por debajo del tendido eléctrico.

6,310 Hay un poste con el extremo pintado de rojo. Seguimos a la derecha, subiendo.

6,400 Cruce. Seguimos a la izquierda.

7,760 Cruce. Ascendemos por la pista de el medio.

7,260 Comienza un descenso.

7,720 Baja a la derecha.

7,930 Bifurcación. Tomamos la pista de la derecha. Subimos por una pequeña rampa y bajamos de nuevo.

8,650 Bifurcación. Seguimos subiendo por nuestra derecha y enlazamos con el GR58. Hay varias señales y un poste que indica que estamos de nuevo en el GR58 Variante 4.

9,540 Cruce. Hay un poste con tres flechas. Seguimos por la pista ancha, por la flecha que señala Faro de Budiño. Aquí volvemos a estar en la pista que tomamos al inicio.

10,620 Estamos de nuevo en el parque forestal, donde habíamos dejado el coche.

Cómo llegar

 

Plano de la ruta

Beethoven al piano

Senderos de niebla y luz


El Faro de Budiño y su parque forestal