Leiro – Cenlle

La prensa anunciaba que a partir de hoy, 20 de setiembre, comenzaría la vendimia en el Ribeiro. Nosotros nos adelantamos un día con la esperanza de que coincidiríamos con alguna cuadrilla en plena faena pero, a pesar de los extensos viñedos que encontramos a nuestro paso, los únicos vendimiadores fuimos los chicos de Sendereando picando aquí y allá, como sin fuésemos esos pájaros que roban las uvas más dulces del racimo.

Seguro que a partir de esta semana la actividad será intensa en esta comarca vinícola de tanta solera en nuestro país.

Iniciamos la ruta en el camino del Mexieiro, debajo del puente sobre el Avia que sostiene la OU 209, muy cerca del parque  el cual atravesamos camino Hotel Monacal de San Clodio, una joya  del románico, gótico y barroco cuyos orígenes algunos sitúan en el siglo VI siendo sus monjes los que introdujeron en esta comarca el cultivo de la vid.

Dejando atrás el monasterio seguimos nuestra andadura entre pinares y carballeiras, fincas de labradío y cómo no, viñedos y más viñedos. Iglesias y ermitas abunda en esta zona. Las de San Roque, San Miguel, Virgen del Socorro, San Lorenzo, Nª Señora del Carmen, San Pedro y alguna más jalonan nuestro recorrido así como pazos y casas solariegas como el del Riobó y la Gran Casa de Lentille.

Llegados a Puente San Clodio,  la localidad que toma su nombre del monumental viaducto sobre el Avia,  pasamos a la otra orilla para acometer la calzada que nos lleva a las capilla del Carmen y de allí, a unos pasos, al Restaurante Leiro en donde somos atendidos por su amigable personal a base de carnes y pescados según elección de los hambrientos viandantes, todo regado con mencías de Monterrey y Valdeorras obsequio de Dietmar y Guillermo que celebran así su cumpleaños mereciendo de los asistentes el  coreado  colofón del «Cumpleaños feliz».

Tras la alegre sobremesa recogemos nuestros bártulos y nos dirigimos pasando por más viñedos, iglesias, pequeñas poblaciones rurales y más ermitas hasta San Miguel de Lebosende que mira desde lo alto a la capital del Concello a donde accedemos por el Camino Real que nos lleva al centro urbano. Ya de nuevo a las orillas del Avia, regresamos al punto de partida bajo el citado puente de Mexieiro.

Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
19,370 Km. 6 h. 45 min. Fácil Soleado 

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Grobas: La aldea escondida

Las neveiras de Fixó, la aldea de Grobas y los gaiteiros de Soutelo son los tres hitos que marcan la espléndida ruta de este lunes, por las estribaciones de la Sierra do Candán, entre los concellos de Forcarei y Lalín, diseñada  por nuestro experto y querido compañero de fatigas José Luís, más conocido por dasparrandas en los medios cibernéticos.

Iniciamos la marcha en Vilariño, ya en plena sierra y en plena ascensión por una pelada ladera que nos lleva a los Altos de Rofete en donde han instalado uno más  de los parques eólicos que pueblan nuestros montes.  No tardamos en llegar a los pinares en cuyo interior se encuentran las Neveiras de Fixó,  unos enormes pozos en los que se almacenaba el hielo, industria que producía pingües beneficios a sus explotadores que fueron principalmente los monjes de Aciveiro. Era muy apreciado para la conservación de alimentos, enfriado de bebidas y uso médico. 

Después de parar en el mirador de Grobas para contemplar las impresionantes moles  montañosas que conforman la Sierra do Candán, nos toca descender a lo largo de una extensa y preciosa  carballeira hasta un hermoso paraje cruzado por encantador riachuelo, aún flojo de aguas en esta pertinaz sequía, en donde dos detenemos para el refrigerio matutino.

Reemprendida la marcha, una solitaria higuera nos ofrece sus deliciosos frutos prácticamente a la entrada de la aldea abandonada, la aldea escondida de Grobas. Una vez más, nos topamos con las viejas casas de piedra, convertidas en  pura ruina, sin tejados, sin puertas, cubiertas de maleza e invadidas por la vegetación. Aquí nunca llegó la luz ni el asfalto y para trasladarse al lugar habitado más próximo había que hacerlo por el único camino que había, un estrecho sendero monte arriba que obligaba a subir hasta el Alto de San Bieito a más de 1000 m. de altitud desde los 5oo en los que se encuentra la aldea de Grobas.

Llegaron a tener más de mil cabras, hacían  miel y queso, cultivaban maíz y patatas y hasta tenían un maestro que pagaban ellos mismos. Agricultura de subsistencia en un entorno precioso, sin infraestructura alguna, que con la llegada de la luz y las comunicaciones quedó abandonado.

Hemos experimentado en nuestras propias carnes la dureza de la subida cuando para regresar a la ruta hemos tenido que superar el fortísimo desnivel que nos separa del lugar de Ameixedo, ya en el concello de Lalín, para seguir hasta el Alto do Coco, continuar por una larga pista, ahora siempre hacia abajo, hasta la villa de Soutelo de Montes, patria del gran Avelino Cachafeiro, el más famoso y querido gaiteiro de su época en cuya memoria se eleva un monumento en la plaza que lleva su nombre.

Allí al lado, se encuentra el restaurante Milenium en donde nos espera el esperado condumio que ponga un poco de orden en nuestros molidos esqueletos. El mesonero nos cuenta que él es nacido en la aldea de Grobas, que allí pasó su infancia y que fue feliz. ¿Y que pasaba cuando alguien se ponía enfermo? le preguntamos. Lo sentábamos en un carro del país tirado por dos bueyes y lo llevábamos a Soutelo o a Millarada y si llegada vivo el médico lo sanaba. Si moría en el camino, dábamos vuelta y ya se sabe…

Satisfechos y animados por la agradable pitanza, aviamos mochilas y bastones y emprendemos el regreso, esta vez entre fincas y pinares, hasta retomar el lugar de inicio en Vilariño.


Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
24,540 Km. 8 h. 9 min. Alta Soleado

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Boiro

Cuando en el pasado marzo anduvimos por estos parajes, un poco más al norte de la ruta de este lunes, la fervenza do Cardarnoxo era un impresionante chorro de agua y espuma que formaba el regato Cubelo poco antes de entregar sus aguas al Coroño. Este lunes nos hemos encontrado con que los regatos, ríos y cascadas que jalonan el itinerario de esta calurosa jornada de comienzos de setiembre son un pálido reflejo de aquella opulencia  que mostraban gracias a las copiosas lluvias de la estación.

Rego das fervenzas, Regato das Salgueiriñas, Rego da Graña, Fervenza de Lapeal, Rego dos Loureiros… todos secos, apenas un hilo de agua en algunos. Una buena parte del recorrido discurre por la sombra de pinares y de las riberas los ríos y regatos que, aunque con cauces casi vacíos, conservan la sombra de la vegetación ribereña pero no nos libramos de la larguísima corredoira, de más de 3 Km. que hemos de superar en continua ascensión bajo el sol del mediodía, con escasa sombra, sobre las losas irregulares, en las que los carros del país han dejado sus huellas en forma de rodelas, las hendiduras causadas por su paso durante siglos sobre estas piedras centenarias, obra de la ingeniería rural, hoy solamente pisadas por los senderistas.

Menos mal que abundan las fuentes y lavaderos que alivian nuestros sudores y cansancios que interrumpimos al llegar al restaurante Alborada, en las afueras de Boiro, en donde reponemos energías con el menú de la casa, ensalada mixta y bacalao a la gallega, regados con tinto de la casa que, domesticado con gaseosa, se hace trasegable.

Nos encontramos al nivel del mar y aún nos quedan unos 5 Km. de ascensión, por monte pelado y sol que no perdona, hasta los casi 300 m. de altitud en Mosquete, la aldea en la que hemos comenzado y donde  finaliza la caminata, justo a lado de otra fuente y lavadero en donde podemos beber y refrescarnos antes de regresar a nuestros puntos de origen.


Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
23,040 Km. 7 h. 11 min. Media Sol y calor 

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