Al Aloia voy, del Aloia vengo

Éste podría ser el título de una canción y en cierto modo lo es porque la ruta que hemos hecho hoy en este luminoso día de otoño es una auténtica melodía, melodía de luz, de paisaje, de sensaciones, un regalo para los sentidos en especial para el de la vista.

Comenzamos en la parroquia de Vincios tomando el PRG-1 o Sendero del Galiñeiro para enlazar, cerca del refugio de Montañeros Celtas con el PRG-2 o Sendero del Aloia. El camino nos lleva por la parte alta de la sierra del Galiñeiro, con el valle del Louro por levante, totalmente cubierto por una espesa niebla bajo cuyo manto se esconden  pueblos y aldeas ,  ahora invisibles, como si hubiesen desaparecido. Solamente quedan a la vista algunas elevaciones que aparecen como flotando en ese inmenso mar de algodón.

En contraste, al poniente todo es luz y claridad. El valle Miñor y la ensenada de Baiona ofrecen al caminante una preciosa estampa. Así, con la niebla a babor y la mañana soleada a estribor, seguimos nuestra andadura, singladura en términos marineros, por la cubierta de este enorme navío que es la sierra del Galiñeiro.

Yo voy viajero a lo largo del sendero, en verso de Machado, paso a paso entre pinares y roquedales hasta llegar a la falda del Aloia y desde allí en rápida ascensión por la empinada rampa hasta alcanzar el Mirador de la Cruz, espléndido balcón sobre la desembocadura del Miño hoy oculto bajo la densa niebla.

El monte Aloia es un espléndido parque forestal muy bien cuidado, con multitud de especies arbóreas, paseos, miradores en los cuatro puntos cardinales y hermosos parajes en los que descansar y disfrutar del mágico ambiente del lugar.

También hay un restaurante desde el que, después de copiosa y agradable comida regada por excelente mencía, emprendemos el regreso por la misma ruta, pero en sentido contrario, ahora bajo un cielo intensamente azul a un lado y a otro, ya disipada la niebla.


Juntos los dos indicadores del PRG-1 y el PRG-2. A la derecha, el monte parece flotar sobre el mar de niebla.


Después de pasar por el Miirador de la Cruz, Ángel y Javier reviven su infancia en los columpios del parque.


Otro mirador , el del ingeniero Areses. Ya de regreso, la niebla ha desaparecido y los árboles se dibujan en un cielo impoluto.

Distancia Duración Dificultad Tiempo
Datos de la ruta 23,7 Km. 6 h. Media

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Nota: Para ampliar, hacer clic en las imágenes.