La «telleira» fantasma

Ya en el siglo XVII se fabricaban por esta zona tejas y ladrillos de forma artesanal, moliendo el barro y pisándolo con la ayuda de un caballo, hasta que en 1960 se lleva a cabo la construcción de un complejo industrial que cerraría en 1993.

En el 2007 el Concello de Lalín negoció con la empresa propietaria su recuperación con fines museísticos pero un año después se abandonó el proyecto.

En este lunes nos hemos acercado al lugar de Vilasancho, de la parroquia de Santiago de Sello, por donde pasa O Rego  do Porto dos Cornos y todo lo que allí se ve, a través de la espesa vegetación, son los restos de la antigua cerámica, apenas unos solitarios pilares de hormigón de los emergen unos hierros oxidados y muros destartalados.

Lo más visible es la laguna que se formó en los sitios de los que se extraía la arcilla y que hoy son refugio para varias especies animales y vegetales.

La ruta, que tiene su inicio en el casco urbano de Lalín,  sigue el curso del río Pontiñas para continuar por fincas y praderas, también entre frondosas carballeiras y caminos con tramos embarrados, por los aledaños rurales de la villa.

Nos acompaña  con frecuencia el aroma proveniente de las abundantes granjas de vacuno, un olor a bosta o estiércol de vaca que perfuma una parte importante del recorrido.

Como el tiempo está templado y apenas ha caído una ligera llovizna, la caminata discurre plácidamente por terreno llano sin cuestas relevantes lo que hace de la marcha un cómodo paseo por estas tierras con mucha vaca y mucha hierba.

Rematamos la jornada en la Churrasquería Modesto, muy cerca de del punto de inicio.

Croquetas de bacalao y ternera con guarnición, entre otros platos del menú del día, colman nuestras hambres mientras disfrutamos de la grata convivencia entre los caminantes de Los Lunes al Sol.

Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
18,960 Km. 5 h. 39 min. Media Nublado 

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Un sendero bonito y cuidado

Partimos de O Camiño da Feira en Rebordechán, que era por donde los parroquianos se dirigían a la feria de A Cañiza.

Rebordechán es una parroquia del Concello de Crecente en cuyo rural se encuentran algunas rutas  como ésta y la del río Ribadil que cuentan con lugares de gran belleza.

Nos espera una larga subida hasta el Coto de Vesperón, un espléndido mirador sobre el Miño, para desde allí iniciar el descenso hasta dar con O Camiño dos Muiños, un paraje de  excepcional hermosura,  cruzado por las agitadas aguas movían los rodicios de sus muiños cubiertos de musgos y trepadoras, entre rápidos, pequeñas cascadas y empinados caminitos zigzagueantes en un espacio umbrío de intenso color verde cuyo encanto cautiva al caminante.

Sigue la ruta por pequeños núcleos rurales, algunos despoblados, canastros solitarios, petos de ánimas, antiguos lagares como del de Pousa y viejas construcciones con la típica solaina como A Casa do Coco.

A partir de ahí se inicia el tramo del vuelta al punto de inicio, otra vez cuesta arriba con un tramo exigente que pone a prueba piernas y resuello.

Toda la fue ruta diseñada por O Tempo da Aldea,  Sociedad Cooperativa de Rebordechán, que mantiene el sendero en perfectas condiciones, muy bien señalizado y cuidado como pocos.

Rematamos la jornada en el Restaurante Casa Creciente donde, como es costumbre, somos, muy bien atendidos, sobresaliendo entre el abundante menú su deliciosa empanada de xoubas.

Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
18,090 Km. 5 h. 59 min. Media Soleado 

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Cuatro puentes y un batán

El Lérez es uno de los ríos más importantes de la tierra gallega.

Con sus casi 60 Km. de recorrido, nace en la Sierra do Candán, en las cercanía del monasterio de Aciveiro, para desembocar en la ría de Pontevedra.

Unos cuarenta puentes cruzan el río desde su inicio hasta su desembocadura.

Por todos ellos hemos pasado los componentes de Sendereando a lo largo de estos años.  E

En esta ocasión hemos vuelto  a caminar  por estos hermosos parajes iniciando la ruta en el lugar de Gaxín desde donde pronto damos con el Puente Gomail, un puente de arco del siglo SXV que apenas se deja ver cubierto como está por la vegetación.

Un poco más de caminata y nos topamos con O Batán da Ponte, una especie de muiño que no molía sino que con diferente maquinaria «abatanaba» los tejidos, sobre todo de lino, para darme más calidad.

Le siguen Ponte Maril, una pontella que lleva del nombre de su autor, un canteiro de la zona por donde se accede a un campamento juvenil antiguamente de la OJE, no lejos del siguiente puente, A Ponte de Crego o do Frades, en la parroquia de Dúas Igrexas, que se atribuye a San Gonzalo das Penas, abad que fue del monasteiro de Aciveiro.

El último es el A Ponte da Carballa, más moderno, levantado sobre nueve pilares redondeados cubiertos por grandes losas de piedra.

A partir de ahí comienza la ascensión por el río hacia su nacimiento en cuyas proximidades, cerca del monasterio, lo abandonamos para dirigirnos por pistas y senderos, pasando por algunos lugares como Valiñas y Espindo, hasta el sitio de en donde iniciamos la ruta en Gaxín.

Es una preciosa caminata a lo largo del río, sobre todo en una mañana como la de este lunes, con buena temperatura y nubes altas. El mayor problema es el abandono de algunos de los tramos en los que el sendero está enmarañado por las zarzas y ramas de árboles caídos en los temporales lo cual ralentiza la marcha haciéndola dificultosa.

Rematamos la jornada en el restaurante Millenium de Soutelo de Montes, en el que damos cuenta de su menú  del día, bien corrientito, en el que destaca un tinto otroz que ni con gaseosa es trasegable.

Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
19,000 Km. 6 h. 00 min. Media Nublado 

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Sobre las rocas

Esta caminata hay que hacerla con la marea baja pues, prácticamente, la mitad del recorrido se hace por encima de las rocas que bordean la costa en el tramo que va desde Hío hasta Punta Couso.

Iniciamos la ruta en el aparcamiento del restaurante O Pereiro, casi en el centro urbano de la parroquia de Hío, junto a la iglesia de San Martiño en cuyo atrio se yergue su famosísimo cruceiro obra del canteiro y escultor Cerviño, de Cotobade.

No tardamos en llegar a la playa de Arnelas, de arena fina y clara en esta época en la que los veraneantes aún no han invadido estos hermosos lugares.

Aunque existe una senda más al interior hemos optado por esperar a que hubiese marea baja para caminar por las playas salvando los roquedales que las separan, aún húmedos por las olas que los han estado lamiendo hasta hace un par de horas.

Es un ejercicio un tanto arriesgado porque es fácil sufrir un resbalón o cascar una rodilla por lo que hace falta flexibilidad en las articulaciones y seguridad en la pisada

En esta  mañana  clara y luminosa, con el sol a nuestras espaldas, fue un placer caminar sobre la blanca e impoluta arena de las playas de Arnelas, Area  Brava, A Laxe y otras con la suave brisa del mar acariciando la  piel mientras nuestras botas iban dejando sus profundas huellas en la playa inmaculada.

Hubo algunos contratiempos que hubimos de superar con agilidad y atrevimiento como cancillas cerradas  y algunos pasos estrechos entre las rocas que requerían concentración y puntería en la pisada para no darse un leñazo

Entre las rocas quedan  charcos  formados por la marea en los que Antón, navegante y pescador, se mueve en busca de nécoras o camarones cuando se topa con un espléndido ejemplar de pulpo que alza ante nuestro estupor con maestría de experto.  Hay quien lo imagina en la olla de una pulpeira bien cocido y adobado para disfrutar de tan sabrosa tapa pero otros, tocados de la vena ecológica, quieren devolverlo al mar y perdonarle la vida por lo que Antón, sensible ante tales requerimientos, decide concederle una segunda vida al apreciado cefalópodo.

Sigue la marcha entre rocas y playas hasta llegar a Punta Couso, punto final de la Costa de Soavela, un precioso lugar con su faro frente al inmenso mar azul en cuyas aguas faenan unos pesadores sobre una gamela solitaria.

Salimos de Punta Couso por la senda da Costa da Vela que nos lleva hasta el lugar de Donón, al Monte do Facho  en cuya cima se eleva la garita que fue faro en el medievo. Es un maravilloso mirador con las Islas Cíes enfrente, los acantilados de Cabo Home  allí mismo y la inmensidad del océano a nuestros pies.

Desde ahí, ya por el interior, emprendemos el regreso a Hío en cuyo restaurante O Pereiro damos cuenta de un variado y sabroso menú del día regado por un excelente Ribera del Duero obsequio de nuestra querida Carmen con la que brindamos por su pasado aniversario deseándole que cumpla muchos más.

Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
17,710 Km. 5h. 55 min. Media Soleado 

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