Por las tierras de Don Ero

Esta vez comenzamos la caminata en Barrantes, una parroquia del concello de Ribadumia insertada en el hermoso valle del Salnés que, desde la cara norte del monte Castrove,  extiende sus tierras hacia la ría de Arousa con fértiles vegas regadas por el río Umia en el que fluyen los regos de Armenteira y San Martiño y en las que se cosecha el rey de los blancos gallegos, el albariño.

De allí, pegadito al restaurante Os Castaños, parte el camino que nos lleva por la ruta Da Pedra e da Auga, un precioso sendero por las riberas del Rego de Armenteira que, no por más visitado, pierde su encanto. A lo largo de los años lo hemos recorrido en ambas direcciones y desde variados inicios, ya sea desde el Monte Castrove bajando al río y regresando por el San Martiño, ya desde la iglesia de San Salvador de Meis, subiendo al monte y recorriendo los cursos de ambos entre otras variantes pero disfrutando siempre de la inmarcesible hermosura de estos parajes.

La ruta que recorre aguas arriba O Rego de Armenteira es un paseo bien pavimentado con iluminación, pasarelas de madera y hasta la atracción de una Aldea labrega en la que se exponen reproducciones de los elementos más representativos de una idealizada aldea. Recuerda un poco, salvando las distancias, la Ciudad dos Pequenitos de Coimbra.

Es un paseo apto para todos los públicos, fácil de recorrer y muy atractivo por la belleza de sus viejas piedras cubiertas de musgos, los rápidos del río rebosando espuma, los viejos árboles de las riberas, sus  muiños, unos en ruinas, otros restaurados y en funcionamiento.

El paseo culmina en los aledaños del gran monasterio benedictino en donde dice la leyenda que habitó Don Ero, su fundador, el monje que quedó dormido por el canto de un ave y despertó un siglo después para regresar al cenobio y explicar el milagro: había visto el paraiso y comprobado que cien años no eran nada al lado de la eternidad.

Desde Armenteira, el lugar en donde se encuentra el monasterio, seguimos monte arriba por el  Castrove y por  pistas forestales y escondidos caminos llegamos al inicio de la senda de O Rego San Martiño, de menor entidad que el de Armenteira, más silvestre y sin los cuidados de aquel pero también  lleno del encanto de estos espacios fluviales. Siempre río abajo, pasada la iglesia de San Salvador de Meis, muy cerca de la autovía de la Rías Baixas, alcanzamos el sendero común que no lleva de nuevo al Armenteira hasta su encuentro con el sitio en el que iniciamos esta bonita jornada.

Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
21,100 Km. 5 h. 34 min. Media Sol y nubes 

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No son los de D. Quijote

Mire vuestra merced, respondió Sancho, que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que volteadas del viento hacen andar la piedra del molino.

Este lunes nos hemos ido a Catoira, a donde no acudíamos desde hace unos cuantos años, para visitar sus peculiares muiños de vento, una excepción en la industria molinera de hace unas décadas en las que la inmensa mayoría de estos ingenios consistían en molinos de accionados por la corrientes de ríos y regatos. Mientras que los muiños tradicionales se cuentan por miles, los de viento no llegan ni a un par de cientos en todo el país gallego.

Por otra parte, son mucho más modernos, pues los que hemos visto datan del siglo XIX, muy posteriores a los muiños de agua que ha existían en la edad media.

Estos  de Catoira se diferencian de los de La Mancha en que, aunque son de planta circular, su cubierta no es cónica sino a dos aguas y su construcción, aunque de mampostería, no está encalada ni enjabelgada con cal. Sus aspas también son diferentes, más cortas y de distinta factura, por lo que D. Quijote, en el caso poco probable de que intentase alguna de sus hazañas por estas tierras, no las habría confundido con gigantes.

Los de Catoira están situados en dos lomas. Unos, en el monte Abalo y otros sobre la laguna  de Pedras Miúdas, debajo del puente del ferrocarril. Desde ambas alturas de contemplan espléndidas vistas del río Ulla y de la ría de Arousa.

Entre ambas localidades pasamos por las ermitas de San Cibrán y San Mamede, recorriendo pistas forestales y verdes caminos entre frondosas carballeiras, vadeando modestos regatos como los de San Cibrán y  Freixeiro hasta llegar a las orillas del Ulla a cuya vera se alzan las Torres de Oeste que no del Oeste como se les suele llamar.

Y es que tal denominación tiene su origen en el topónimo Oneste que más más tarde derivaría en Oeste. que viene del Castellum Onesti que es la fortaleza que Alfonso V mandó reconstruir para defenderse de los ataques de normandos y sarracenos.

Allí, como es de todos conocido, tiene lugar en el mes de agosto, la famosa Romería Vikinga con mucho jolgorio y mucha fiesta entre los vikingos invasores y sufridos defensores.

El lugar queda muy cerca del centro de la villa a donde nos dirigimos para dejar nuestros bártulos en el punto de inicio, muy cerca de la iglesia de San Miguel, y dirigirnos al Asador O Mirador en suya terraza disfrutamos de una agradable menú, premio merecido por este largo y bonito paseo por los muiños y torres de Catoira.

Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
21,820 Km. 5 h. 37 min. Media Nublado 

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Estalla la primavera

Trío de ríos,en el 2013,  La ruta del DOC, en 2016,  En el umbral de los latidos, en 2019 y en este lunes va la cuarta vez que recorremos una de las rutas más hermosas de nuestro catálogo.

La belleza de estos lugares siempre sorprende y embelesa por mucho que se visiten.

Tres son los ríos que confieren a este espacio su carácter y su hermosura: El Deva que desemboca en el Miño y el Calvo y Oulo que tributan al primero.

Aunque estos parajes revisten una extraordinaria belleza aún en invierno cuando la arboleda muestra su ramaje desnudo, ahora, en estos días, la recién estrenada  primavera, viste las copas de los poderosos robles y castaños,  alisos, fresnos y sauces que jalonan las  riberas de esos ríos y los pequeños arroyos que surcan las frondosas fragas. Es una explosión de color, en una extraordinaria gama de verdes, desde el más intenso al más brillante, desde el suelo hasta el cielo.

Un regato se desploma desde la altura de un cerro y esconde su estrecho cauce en las aguas del Calvo que fluye por el fondo de la vaguada formando saltos y rápidos entre las oscuras rocas. Lo encuentra el Oulo poco antes de entrar en el  imponente sobreiral, un excepcional bosque de alcornoques, frondoso y umbrío que cruzamos para encontrarnos con la central eléctrica que aprovecha las aguas del poderoso Deva.

Vadeamos el río sorteando las grandes rocas cubiertas de musgo que en tiempos de lluvia abundante se quedan debajo del agua obligando al caminante a tomar el desvío que por carretera le llevará a la aldea de A Ibia, un solitario lugar con unas cuantas casas desde donde por rústicos caminos, viejas congostras y antiguas corredoiras llegamos al lugar de As Caldas no lejos de A Ponte, inicio y fin de esta bellísima caminata.

Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
18,780 Km. 6 h. 6 min. Media Soleado 

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