De monasterio a monasterio

25 de Febrero de 2006
Carlos P., Celia, José, María, Mari Charo, Mercedes, Sita

Recorrido: 15 km.
Duración: 4 h.

Dificultad: Media/Alta
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La Fraga del Eume es uno de los bosques atlánticos más importantes de Europa. En su tramo final, cuando el río avanza para encontrarse con el mar, robles, fresnos, castaños, avellanos, y laureles jalonan sus riberas y helechos de más de veinte variedades adornan su suelo. Es invierno en la fraga, los árboles se yerguen desnudos y sus copas son ahora como arpas oscuras, calladas entre el fragor de las aguas que bajan agitadas por las lluvias recientes. Abundan las pequeñas cascadas y las fuentes que arrojan sus aguas rizadas a la vena poderosa que es el río en su crecida.

Los chicos y las chicas de la Caminata Sabatina han  comenzado su andadura poco antes del Monasterio de Caaveiro. Este monasterio, ahora en restauración, contempla desde lo alto del cerro la venida de las poderosas aguas del Eume en su ansioso fluir hacia el mar ya cercano. Es un cenobio esbelto y coqueto cuyos alrededores recorremos y desde el que emprendemos nuestra marcha hasta el monasterio de Monfero. De monasterio a monasterio, se llama nuestra caminata de hoy que discurrirá sobre un tramo del sendero de largo recorrido GR 50, llamado también «La Ruta del Medievo».

Ya hemos dejado el río, los estrechos senderos cubiertos de hojas que corren paralelos a la corriente, entre fuentes y cascadas, jóvenes arbolillos y veteranos troncos que el espeso musgo cubre como protegiéndoles del frío y de la lluvia que hoy nos acompañan casi sin interrupción. Subimos, esforzados andadores, ganándole altura al serpeante caminito que nos lleva al final de la fraga. Ahora es el asfalto, a cielo abierto. Solamente las piedras del muro donde nos sentamos son nuestro refugio para reponer fuerzas, mientras la lluvia y el granizo atenazan nuestras manos.

El último tramo ha sido todo asfalto. Brilla el negro pavimento mojado por la lluvia que apenas nos abandona. Carreteras silenciosas entre pinares y praderas, casas aisladas aquí y allá, alguna iglesia en la lejanía, un rústico molino abandonado, romántico recuerdo de otros tiempos sin asfaltado y sin coches y, poco más allá, detrás de una colina, casi de repente, como de sorpresa, Monfero, monumental y elegante. Allí finaliza nuestro recorrido. De monasterio a monasterio, hemos disfrutado durante quince kilómetros del embrujo de la fraga del Eume, del encanto de Caaveiro y de la solemnidad de Monfero. Por eso se nos ve, así de felices, en la foto.

PIONA

Su cuerpo es alargado y menudo y su pelo rizado y corto, de color castaño. Es incansable. Corretea entre nosotros a veces, otras va delante, raramente se queda rezagada. Si un rastro llama su atención corre tras él, lo persigue y se aleja hasta que la llamamos y vuelve. Se enfrenta con otros “colegas” aunque sean de más envergadura y marcando su territorio, que es nuestro sendero, lo aleja con un ladrido intimidatorio.

En cambio, cuando se encuentra con las indolentes vacas que pacen en nuestros montes o con los impasibles caballos, intenta jugar con ellos, atraer su atención, ladrando alborozada.

Es Piona, nuestra senderista canina. Sus cortas patitas recorren con innumerables pasos nuestros senderos. Esta perrita ciudadana disfruta como nadie cuando, en el campo abierto o en el monte, camina libre sobre los senderos alfombrados de musgo o por las pistas forestales sembradas de piedras y guijarros. Se refresca en el agua de los regatos, chapotea y sacude su piel, regocijada.

Pero hay algo que no tolera: el tojo. Una mañana de caminata nos dio un gran susto. Por más que la llamábamos, no nos seguía. Se quedó quieta en medio de un pequeño claro de un pinar, inmóvil, no atendía a nuestros gritos. Cuando nos acercamos nos dimos cuenta de que el sitio donde se había detenido era todo tojo cuyos pinchos herían sus patas. Su amo la cogió en brazos y cuando la dejó de nuevo sobre el sendero, Piona recobró su alegre correteo, pegada a su dueño, levantando de vez en cuando sus patitas delanteras, tirando de sus pantalones, como reclamando su atención para darle la gracias.

Todos queremos a Piona. Nos encanta ver su menudo cuerpo cimbreante, como una longaniza peluda que se mueve entre nosotros, mientras caminamos. Pío, Pío, le decimos como si fuese un pájaro y, mientras nos mira silenciosa, podemos sentir en sus ojitos que ella también nos quiere, que no es un pájaro, que no vuela, sino que anda con nosotros, a nuestro lado, como un senderista más.

O Foxo dos Lobos, una trampa mortal

Lunes, 13 de Febrero de 2006
Adrián, Carlos, Ángel, Isidoro y José

Recorrido: 29,500 km.
Duración: 6 h.

Dificultad: Media/Alta

El objetivo de esta ruta era hacer un circular uniendo los extremos de un tramo del GR 58, también llamado Sendeiro das Greas, que forma un arco a su paso por Fornelos de Montes. Carlos, con su GPS, ha trazado la cuerda de ese arco, configurando una ruta de casi 30 Km., de espectacular belleza y de gran interés etnográfico y ecológico.

Encontraremos, habiendo ya bajado del Coto de Eira, el Chan dos Prados y el Chan da Andoriña, humedales de gran interés natural con flora y fauna muy características. Poco más adelante nos desviaremos para observar la curiosa trampa para lobos llamada “foxo dos lobos”, una construcción consistente en dos muros de piedra en forma de uve dentro de la cual existe un foso de tal profundidad que el lobo que hasta allí era obligado a entrar ya no tenía posibilidad de escapar. Desgraciadamente está muy mal conservado, lleno de maleza. Siendo esta la parte más interesante del recorrido, quedan aún en los kilómetros que faltan, encantadores lugares como Bustelos y Ventín, el molino de Ceo, la carballeira de Roda, etc. En fin, una “gozada” para el senderista.

A continuación se describe la ruta.

PK___Incidencia

0,000 Salimos de la plaza de Fornelos, dejando la iglesia a nuestra espalda y tomamos la carretera a Pazos de Borbén, a nuestra derecha.

0,500 Dejamos la carretera a Pazos y tomamos a la izquierda la que va Traspielas en cuyo inicio está el cementerio de San Lorenzo.

0,720 Dejamos la carretera y subimos a la izquierda por una pista asfaltada.

0,870 Torcemos a la derecha y nos metemos por una pista que sube por el monte dejando detrás una casa que pertenece a la parroquia de Traspielas.

1,120 Torcemos a la izquierda.

1,650 Bifurcación. Seguimos por la izquierda.

2,704 Bifurcación. Seguimos por la misma pista dejando la que arranca por nuestra derecha.

4,430 Bifurcación. Seguimos por la derecha.

5,650 Encontramos la carretera y seguimos por ella.

5,810 Subimos por el sendero verde que hay a nuestra izquierda hasta alcanzar la pista donde de ven las marcas del GR 58 o Sendeiro das Greas.

6,150 Estamos ya a 538 m. de altitud. Torcemos a la izquierda unos metros y después a nuestra derecha, seguido las abundantes marcas blanca y roja del GR 58.

10,370 Desviación a nuestra derecha para subir al Coto de Eira.

11,670 Cima del Coto de Eira, con una altitud de 881 m.

13,710 Llegamos al Chan dos Prados, uno los escasos humedales que se encuentran en esta zona, en la falda del Coto de Eira. De aquí llegamos poco después al Chan da Andoriña. Avanzamos siempre siguiendo las marcas roja y blanca que señalan el GR 58.

15,080 Desviación a nuestra derecha al Foxo dos Lobos. A unos cincuenta metros, torcer a la izquierda por un estrecho sendero. Volvemos sobre nuestros pasos y seguimos en dirección a Portela do Foxo, tal como indica el poste que hay en el cruce.

20,500 Atravesamos la carretera y bajamos hacia Bustelos , dejando a nuestra derecha la fraga de Oredo.

21,800 De nuevo en la carretera.

22,270 Capilla de San Caetano en Bustelos. La dejamos a nuestra derecha y subimos por la pista hasta llegar a la Carballeira de Roda y su merendero, en Ventín.

26,850 Abandonamos Ventín, bajamos por un camino enlosado atravesando el río por un viejo y rústico puente formado con grandes losas de piedra y salimos a la carretera de Fornelos-Estacas, la cual atravesamos.

26,210 Dejamos la carretera tomando el sendero a nuestra derecha que nos conduce al Muiño de Ceo, tal como indica el poste indicador. Bajamos hasta O Rego de Espadaneira y seguimos por un camino entre muros. Una subida nos lleva al barrio de Fondo da Vila.

29,500 Llegamos al punto de partida.

ALTO DA PENA ¡QUÉ PENA DE ALTO!

Lunes, 6 de Febrero de 2006
Adrián, Isidoro, Manolo, Carlos, Ángel y José

Recorrido: 15 Km.
Duración: 3 Horas.

Difilcultad: baja

Cómo llegar: Desde Vigo, por la autovía hasta Tuy y desde allí a Vilanova de Cerveira, por la carretera nacional que va a Viana do Castelo. En Vilanova de Cerveira se sube a la freguesía de Sopo, dejando el coche en el límite del municipio, indicado por un cartel en el borde derecho de la carretera.

PK.___Incidencia

0,000 Comienzo. Límite de la Freguesía de Sopo.

0,100 Bajando por carretera encontramos la pista ancha que sube al parque eólico.

2,200 Cruce. Seguimos derecho por la pista ancha.

2,900 Bifurcación. Tomamos en sendero de la derecha. Hay un indicador que pone “convento”.

4,500 Cruce. Seguimos por el mismo sendero, sin desviarnos.

4,750 Encontramos una charca. Seguimos por el mismo sendero sin desviarnos.

5,500 Nos topamos con la carretera de asfalto. Hay un indicador que nos manda al Convento de Paio, bajando a la izquierda.

6,200 Se llega al convento.

7,000 De vuelta de la visita al convento, que es una propiedad privada (no hay frailes) estamos de nuevo en el cruce, habiendo subido por la misma carretera. Desde aquí volvemos al mismo sendero por donde vinimos.

7,570 Bifurcación. Hay un sendero a la derecha que ignoramos.

8,270 Tomamos la pista a nuestra derecha que en realidad es un cortafuegos con una fuerte pendiente de subida.

10,000 Alcanzamos el Alto da Pena donde hay una torre de vigilancia forestal. Éste es un buen sitio para reponer fuerzas y gozar de la impresionante estampa que ofrece el Miño en su desembocadura. Bajamos ahora por la carretera eólica.

11,550 Bajando desde el Alto da pena encontramos en este punto la central eléctrica del parque eólico. Seguimos por nuestra derecha.

12,200 Nos encontramos con la señal verde que encontramos en el PK. 2,900 y seguimos por la misma carretera por la que habíamos subido al inicio de la ruta.

15,150 Llegamos al punto de partida.

Si se dice en el título “¡qué pena de alto” es porque, como podrá observar el caminante, los montes que lo rodean están completamente quemados, mostrando un paisaje desolador. Unos 70 millones de metros cuadrados ardieron el pasado año en Portugal y estos parajes son una muestra de tan desastroso acontecimiento.

GR 59: Sendero ecológico del Morrazo

El Miércoles pasado nos fuimos a Cotoredondo con la intención de recorrer un trecho de esta hermosa ruta, inaugurada hace unos pocos años, a bombo y platillo. Partiendo del PK. 0, intentamos bajar por el sendero que discurre en su primer tramo paralelo al río Maior. Fue tarea imposible. A pesar de nuestros esfuerzos por seguir adelante hubimos de renunciar pues la maleza y las zarzas cegaban el camino impidiendo el avance. Probamos a entrar en este tramo desde la carretera por dos puentes de madera, antaño hermosos, que atraviesan el riachuelo pero, una vez más, zarzas y maleza no nos permitieron el paso.

En vista de que por esta zona no era posible acometer la ruta, lo intentamos en el sentido opuesto. Como puede apreciarse en las imágenes de más abajo, a poco de comenzar la ruta nos encontramos con que del poste indicador que hay casi al comienzo, solamente le queda el pie sin los rótulos que orientan al caminante. Más adelante nos topamos con bifurcaciones sin señalizar, marcas casi invisibles, pues están cubiertas por el musgo, otras que han sido borradas a golpe de cincel, postes que han sido arrancados no se sabe con qué intención que no sea la de un descerebrado que goza destruyendo sin que lo vean, etc., etc.

El Sendero Ecológico del Morrazo es un patrimonio de belleza y salud que la Mancomunidad del Morrazo ha puesto a disposición de todos los aficionados al senderismo, y esto es motivo de inmensa gratitud por parte de los que amamos la naturaleza y los senderos que nos permiten disfrutarla.

Los que, de verdad no es de recibo, es el hecho de que se dilapide semejante tesoro que ha sido conseguido con los dineros públicos, o sea los nuestros, y con ayudas de organismos comunitarios, por falta de atención y mantenimiento.

Si bien presumieron en su día las autoridades que inauguraron esta preciosa ruta, seguramente adornando la efemérides con elocuentes y prometedores discursos, bien harían ahora en entonar el mea culpa y hacer que se lleven a cabo las actuaciones necesarias para acondicionar la ruta, que más que asunto de dinero, que mucho no hace falta, es cuestión de voluntad e interés.

Hacemos votos porque no tarden en hacerlo y nosotros… que lo veamos.