Samieira: Cascadas, secuoyas y molinos

Recordaba yo esta ruta de Samieira comenzando por los molinos, un sábado de hace cosa de un año. Esta vez, sin embargo, la hicimos al revés.

El día lo anunciaban caluroso. Y lo fue.

Empezamos ya subiendo. Dos “escalones”, hasta los doscientos y pico metros el primero y, tras un breve tramo en bajada, el segundo hasta los trescientos cuarenta. En este segundo escalón, tres miradores nos permitían disfrutar de la ría de Pontevedra con un sol reinante en solitario. Día despejado y luminoso.

Fuimos subiendo sin mayor complicación. Solo, si acaso, la sensación de hacerlo más arriba de lo esperado y por más tiempo.

Los miradores, el “outeiro de la tartaruga” en primer lugar, buen ejemplo de esas formas caprichosas que adquieren las piedras, por acción del clima y de cientos de miles de años, tanto bajo tierra, a presiones inmensas, como al desnudo, sufriendo la erosión de la lluvia y el viento.

En el tercero, el “mirador do Loureiro”, hicimos la foto de grupo gracias a una caminante eslovaca, muy amable. Es un tramo corto de nuestra ruta el que coincide con el camino portugués, muy transitado ya que hasta cinco personas de distintas nacionalidades nos acompañaron durante veinte minutos.

Luego nos tocó hacer casi dos kilómetros de bajada hasta la “fervenza do Pereiro”. Ya la conocíamos, aunque no la recordamos por el nombre, yo por lo menos. La compañía brindada por su manso fluir fue bastante para relajarnos. También tuvimos nuevamente la suerte de disfrutar de la cocina de Elvira.

Subimos con esfuerzo el mismo tramo que antes bajáramos hasta la fervenza y, tras un breve receso de perfil llano, nos tocó seguir subiendo, aunque con una pendiente abrupta, tanto que de primeras nos parecía imposible.

Tras un breve desencuentro, reunimos nuevamente el grupo al llegar al bosque de Colón, un hermoso conjunto de secuoyas rojas, de una extensión de dos hectáreas, regaladas por los americanos hace treinta y un años, conmemorando el quinto centenario de la travesía atlántica del famoso don Cristobal.

Desde allí llaneamos otros tres kilómetros, con algún intento de escapar de la carretera que resolvimos bastante bien, si no es por una bajada fea que tuvimos que hacer.

El tramo final, siguiendo el Samieira, con veintitrés molinos, es una delicia para la vista, con abundante presencia de arbolado autóctono, una insuficiente compensación por el exceso de eucalipto que llevábamos visto, y una cascada exuberante de luz verde, en una dilatada gama de tonalidades, todo ello acompañado por agua viva y rumorosa hasta el final.

Frescos de cuerpo y de atuendo, brindamos una vez más por toda nuestra comitiva, los que caminamos y los que no, en el Novo Lar de Expósito.

Texto, fotos y vídeo de Jaime Sáiz.

Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
19,390 Km. 6 h. 1 min. Media Soleado 

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En los chozos de Bidueiros

Nos dimos cita los cuatro de Pontevedra con los seis de Vigo en el lugar de Cascardoso, nuestro punto de inicio.

Arrancamos puntualmente por una rampa intensa que en seguida nos puso en la bifurcación de este “circular con dos ida y vuelta” que es nuestra ruta de hoy.

El pronóstico era de calor, hasta 25 grados de máxima, pero la altura de entre 500 a 900 metros nos permitió hacerlo con comodidad, con fresco incluso cuando nos plantamos en el coto Agudo, también llamado cima de Pedra Partida, uno de los puntos más altos.

Ni siquiera la casi total ausencia de sombra en la mayor parte del recorrido supuso problema alguno.

Los primeros seis kilómetros de subida, con pendiente continua aunque llevadera, se nos pasaron relativamente rápido. Torres me hablaba de Corea del Sur, de algunos recuerdos graciosos de sus años allí. Nos detuvimos al llegar a donde se visita el primer chozo, con un pequeño “foxo de lobo” a poca distancia.

Desde allí continuamos subiendo hasta los chozos restantes. Tras recorrer un tramo algo más exigente, se llega a una pequeña extensión más o menos plana donde se pueden reconocer hasta cuatro construcciones diferentes. Todas ellas en piedra, pero de aspecto rústico y sencillo. Aquí se traería al ganado con el buen tiempo, a disfrutar de estos pastos en alto.

Tras desandar el camino hasta algo más allá de donde se encuentra el primer chozo, junto a la trampa para el pobre lobo, tomamos un camino nuevo a la derecha que, a lo largo de mas o menos dos kilómetros bastante llanos de páramo mezclado de turbera, nos lleva hasta el comienzo de la subida a la ya referida cima de Pedra Partida. Las vistas desde allí son realmente bonitas. Se aprecia una buena pendiente festoneada a saltos con filas de aerogeneradores. Hicimos la foto de grupo.

En la bajada, los últimos cuatro kilómetros de nuestra ruta, Alejandro y yo caímos en la tentación de buscar una aventura en forma de nueva ruta. No tardamos en renunciar e intentar recuperar lo más posible del tiempo perdido.

Ya en la Rectoral de Fofe, donde nos esperaban Carmen y Antonio, pudimos brindar a la salud de nuestro compañero Miguel por muchos más en la misma, y más, compañía que hasta ahora. Nos lo merecemos…

Texto, fotos y vídeo de Jaime Sáiz

Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
18,130 Km. 5 h. 13 min. Media Nubes y claros 

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