Fervenzas de Cures

Santo André de Cures es una parroquia perteneciente al municipio de Boiro,  que con los de Poboa do Caramiñal, Rianxo y Ribeira conforman las Comarca del Barbanza, en la costa norte de la ría de Arousa.

Tanto en esta comarca como en los municipios vecinos de Noia y Lousame abundan las rutas de senderismo pero ninguna de ellas cuenta con las siete fervenzas o cataratas en castellano que nos depara la ruta de Cures a saber: Las de Cardenoxo, Enseño, Rego das Salgueiriñas, Acevedro, Teaño, Loxo de Arriba y Pozo Negro.

En estos días de fuertes lluvias cada una de ellas ofrece a nuestros asombrados ojos una estampa  de sobrecogedora hermosura en la que el río, convertido en una enorme lengua de blanca e hirviente espuma, se precipita  desde las alturas sobre las oscuras rocas.

La jornada comenzó con fuertes chaparrones mientras nos desplazábamos al punto de inicio de la ruta en la iglesia de Cures. Apenas si unas gotas cayeron durante la mañana lo cual nos permitió disfrutar a tope de tan extraordinario recorrido, de fervenza en fervenza.

A veces por caminos empedrados, hendidas sus losas por las rodeiras, las huellas formadas por el paso de los carros del país durante cientos de años.

Cuesta imaginar que por esas empinadas corredoiras,  hoy resbaladizos caminos de agua, subiesen y bajasen aquellos aquellos enormes bueyes tirando del carro, chirriando su propio canto.

Si queres que o carro cante,
compañeiro, meu veciño,
si queres que o carro cante
móllalle o eixo no río.

Están las fervenzas casi escondidas en el interior del monte, en umbríos parajes por los que el río se desploma salvando los profundos desniveles, el ruido y la furia despeñándose río abajo, perdiéndose entre sus riberas.

Con tanto espectáculo y tanta parada en tan mágicos parajes la caminata se alarga en el tiempo de manera que ya pasan de las cuatro de la tarde cuando llegamos a la Taberna de Lelo, en Noia, en donde han tenido paciencia de esperarnos y servirnos un agradable menú compuesto de coliflor a la gallega y chocos con arroz del que damos cuenta contentos y agradecidos.

Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
21,270 Km. 6 h. 48 min. Media Sol y nubes 

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Esplendor en el Eifonso

Se anunciaba una fuerte borrasca para la mañana de este sábado  así que optamos por irnos de caminata por una ruta cerca, como de andar por casa, la Senda del río Eifonso, en la vecina parroquia de Bembrive con la esperanza de encontrar O Rego Eifonso en uno de sus momentos espléndidos después de estos días de fuertes lluvias.

Y sí fue cuando, iniciada la caminata en el parque forestal de Beade, descendemos entre pinares hacia los aledaños de Bembrive contemplando allá abajo la ría de Vigo envuelta en la neblina hasta dar con la carretera desde donde parte la Senda, muy bien preparada por la Comunidad de Montes.

Los caminos están encharcados y todo el paisaje rezuma humedad. Brillan los helechos, la hierba y las hojas por la abundante lluvia recién caída pero durante nuestra marcha apenas  un par de  chaparrones nos han obligado a sacar los paraguas por lo que podemos disfrutar a tope de la bellísima estampa que esta verde naturaleza  ofrece a nuestros sentidos.

Seguimos por la senda río arriba disfrutando del hermoso entorno de sus riberas arboladas, de la frondosa flora que cubre la agitada corriente, hasta que llegamos a la fervenza de Bouza Fría en la que río  se precipita como una hirviente lengua de espuma sobre la poza  del Muiño do Buraquiño en un paraje de mágica belleza en la que O Rego Eifonso despliega todo su esplendor.

Sigue la marcha hasta la ermita de San Cibrán desde  cuya fuente, siempre monte arriba, por pistas  y carreiriños, regresamos a las cercanías del campus universitario de Marcosende, ya a unos cientos de metros del Parque Forestal de Beade, inicio y fin de esta hermosa caminata.

Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
12,630 Km. 3 h. 36 min. Media Chubascos 

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Fervenzas de Raxoi e Parafita

Iniciamos esta ruta en el ayuntamiento de A Estrada, en el santuario de los Milagros de Requián, junto a la capilla construida en honor de la Virgen de la Piedad en el siglo XVII. Allí nos reunimos cuatro de Vigo con otros cuatro compañeros de Pontevedra, tras una hora de viaje en la oscuridad de la noche, acrecentada por las borrascas que nos acompañan estos días.

No llovía ya cuando dejamos atrás los alcornoques que rodean el pequeño templo y empezamos nuestro camino. Por pistas entre campos extensos y arbolado abundante bajábamos y llaneábamos y, cuando el horizonte se abría, podíamos ver al sol abriéndose paso entre las nubes.

Con las botas y el bajo de los pantalones ya bastante mojados por el agua acumulada en la hierba, llegamos a las fervenzas. Este lugar profundo se alcanza tras bajar unas escaleras de madera, a riesgo de dar un patinazo por carecer de la necesaria “tela metálica” que lo evitaría. Con o sin lluvia, siempre hay humedad.

Es también un lugar de gran belleza. La luz, filtrada por la abundante vegetación, se prodiga en una amplísima gama de verdes sin comparación. También el rumor del agua es muy relajante.

Son dos fervenzas, o cascadas, consecutivas, que también pueden visitarse accediendo por lugares diferentes, como hicimos nosotros en esta ocasión. Entre una y otra nos paseamos entre carballos, castaños, avellanos…

Antes de llegar allí nos habíamos acercado a la ermita de Martores, un lugar con cierta aura de misterio. El nombre ya suena a mártires, pero no se acaba de saber. Allí se encuentra un antiguo cementerio “tardorromano”. Se relaciona este lugar con Prisciliano, un monje condenado por brujo cuyos restos se quieren relacionar con los depositados en Santiago.

Tuvimos la fortuna de disfrutar de un día maravilloso de sol. No contábamos con él. Quizás por eso la sorpresa fue tan bien recibida.

Texto, fotos y vídeo de Jaime Sáiz.

Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
19,120 Km. 5 h. 12 min. Media Soleado 

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O Rego Fondón

Fondón: Dícese de quien está un poco gordo o más gordo de lo que debería estar.

Eso no va con O Rego Fondón que en castellano sería profundo, hundido.

Así es este modesto río que nace en el Monte Vixiador y en su corto recorrido, apenas 5 kilómetros, desciende unos 400 metros, dejando a su paso pozas, muiños, rápidos y cascadas rebosantes de blanca espuma en estos días de recientes y abundantes lluvias, precipitándose por su accidentado cauce hasta el cercano mar en Chapela, bajo el impresionante puente de Rande.

No lejos de su desembocadura en la ría de Vigo, iniciamos nuestra marcha río arriba, en un mágico entorno  sembrado de frutas silvestres, acebos, madroños,  y avellanos, entre otras especies propias de los bosques de ribera, en medio el fragor de sus agitadas aguas, trepando por sus escarpados y estrechos caminitos que nos llevan hasta cerca de su nacimiento desde donde caminamos entre mámoas, campas y bosques hasta el parque forestal de O Vixiador.

Pasada A Lagoa dos Seixos, serpenteamos por las numerosas pistas forestales del monte  y llegamos a Cidadelle, ya en Chapela,  para seguir  por la carretera y las calles del lugar hasta dar con la Senda del Agua que nos lleva directamente al punto de inicio.

Una bonita caminata de río y montaña en la que hemos disfrutado de la exuberante naturaleza que, en este sábado del incipiente otoño, nos ofrecen O Rego Fondón y el monte Vixiador, muy cerquita del paisaje de cemento y ladrillo que nos brinda la ciudad en la que vivimos.

Post scriptum:
Durante estas últimas semanas se ha encargado de las crónicas de Sendereando mi querido amigo y compañero de caminatas Jaime Sáiz a quien, desde aquí, quiero expresar mi agradecimiento más sincero por su generosa y entusiasta colaboración.

Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
13,990 Km. 4 h. 26 min. Media Chubascos 

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Por fin, la lluvia

Aunque a todos nos encanta el buen tiempo, queremos que llueva. Sobre todo cuando le toca y no acaba de llegar. Nos preocupa el tan traído cambio climático que ya está aquí. Sabemos que aún tienen que pasar años para evidenciar las temidas transformaciones, pero cada día nos aterra la idea de cataclismos que en el fondo no creemos que vayamos a ver.

La lluvia es ya de por si muy incómoda. Si además se manifiesta con chaparrones intensos y acompañada de viento o granizo, se nos hace realmente molesta. Por eso, cuando el parte meteorológico nos la anuncia, tendemos a ponernos en lo peor.

Por otro lado, siempre conservamos algo de esa esperanza ingenua en que no acabe siendo tan malo, y que quede, una vez más, en un “pues no fue para tanto”.

La primera hora y media nos libramos. Caminábamos en medio de abundante arbolado. Esta comarca del Deza es también rica en bosques con presencia mayoritaria de especies autóctonas. Pies de gran porte capaces de construir el dosel arbóreo con altura y frondosidad de ramas que se entrecruzan, dando al espacio que ocupan la apariencia de sólidas catedrales o salones de majestuosa presencia.

A pesar de estar el cielo mayormente nublado, conseguimos sentir la magia de estos lugares. Había un viejo muro o cierre de alguna finca, de apenas metro y medio de alto y cubierto de un musgo de años, de apariencia esponjosa y color verde metálico.

Cayó por fin el primer chaparrón, a penas intenso y de corta duración, que a todos nos llevó a recomponer nuestra ropa. Protegimos las mochilas con sus fundas y salieron a relucir los paraguas.

El próximo aguacero llegó más sosegado aún, pero lo hizo para quedarse. Entre otros sitios, pasamos por “O muiño de Cuiña”, en Noceda. Nos llamaron la atención las ordenadas “fileiras” de arándanos, de distintas variedades, que allí se cultivan. La lluvia iba aumentando en intensidad, sin apenas tregua.

Poco después, cerca de “A Carballeira”, nos resguardamos en el palco de la música para regalarnos con una leche frita exquisita de nuestra Elvira. Aquí dejamos pasar la ocasión de hacer la foto de grupo que, aunque le echemos la culpa a la lluvia, tuvimos el inexcusable descuido de olvidar. Debe ser la primera vez que pasa algo así.

La lluvia, bendita sea, se fue apoderando de nosotros. Condicionando nuestro paso. Abrumando nuestro paraguas, que prácticamente no volvimos a soltar. Calando nuestro ánimo, ya que no nuestro cuerpo. Calmando las ganas de llegar. Refrescando aquel calor de las últimas caminatas. Volviéndonos más introvertidos…

Texto, fotos y vídeo de Jaime Sáiz.

Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
20,320 Km. 4 h. 52 min. Media Soleado 

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