Es bien sabido que Galicia es tierra de mitos y leyendas. Algunas tienen su escenario en la espesura de sus frondosos bosques de castaños y carballos. Otras, en las oscuras profundidades de cuevas y penedos en lo más angosto de sus sierras o en el interior de los acantilados de la costa. Y qué decir de sus innumerables ríos, regatos y pozas que cruzan los montes y valles de la tierra gallega.
En una de esas pozas, frente a la costa de Vigo, en la villa de Domaio, se halla A Poza da Moura, un encantador paraje en el curso de O Rego da Miñouba, en donde el río, sobre todo en época de lluvias, forma una espléndida catarata que como una melena de blanca espuma va a caer en una hermosa piscina natural para desbocarse por la ladera del monte y colarse por debajo del corredor de O Morrazo para entregar su caudal a las serenas aguas de la ría.
Pues bien, parece ser que hace unos cuantos siglos, quizá en los tiempos en los que Almanzor hacía de las suyas por estas tierras, uno de sus súbditos decidió aposentarse en lo que hoy son las tierras de Domaio trayendo consigo a su hija, una hermosa musulmana que no tardó en enamorarse perdidamente de un joven lugareño. Fue un amor secreto que tuvo su asiento en este romántico y escondido paraje.
Desconfiando el padre de que la moza andaba en amores con un pretendiente que él no aprobaba, siguió a la pareja sorprendiéndolos arrobados en amoroso coloquio en tan hermoso paraje. Cuando el padre iracundo da muerte al enamorado campesino la mora, desesperada, se lanza a la poza y desaparece bajo sus aguas. Desde entonces, en las noches de verano, pueden oírse, salidos de las profundidades de la poza, los quejidos de la bella enamorada que en la noche de San Juan surge de sus quietas aguas alisando sus largos cabellos con un peine de oro.
Allí nos hemos ido este sábado los andarines de la Caminata Sabatina partiendo del puerto de Domaio para encaminar nuestros pasos hacia las orillas de O Rego da Freixa, el cual recorremos río arriba entre numerosos muiños y pasarelas, en una sinfonía de agua y espuma, formando innumerables saltos y rápidos que hacen de estos lugares una preciosa estampa de luz y color.
Llegados a las alturas del campo de golf nos desviamos hacia el este hasta toparnos con O Rego da Miñouba, en el lugar en donde se encuentra A Poza da Moura.
Después de recrearnos en la belleza de tan hermoso lugar, continuamos la marcha por pistas forestales, entre pinos y eucaliptos, hasta casi el borde de la ría en su encuentro con el fastuoso puente de Rande para volver sobre nuestros pasos durante un corto tramo y bajar hasta el borde del Corredor de O Morreazo.
Ahora toca subir monte a través por una dura pendiente hasta alcanzar la cima de Castro Alegre que se alza sobre la bahía.
Desde allí todo es bajar hasta dar de nuevo con O Rego da Miñouba, en el lugar de Verdeal, en donde forma una nueva cascada, muy cerca ya de su desembocadura en el puerto de Domaio.
Un estrecho caminito nos lleva por la orilla derecha del regato hasta el paseo que bordea el puerto al lugar en el que iniciamos y terminamos la ruta de este último sábado de febrero.
Datos de la ruta | Distancia | Duración | Dificultad | Tiempo |
12,780 Km. | 4 h. 21 min. | Media | Nublado |
Para ver el mapa y más detalles de la ruta hacer clic con el ratón aquí.
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