Seis décimas de Oliveira

Tal como estaba anunciado, la Caminata Sabatina, cerró su temporada de invierno con una marcha que se inció en la finca de Eduardo, uno de nuestros senderistas más fieles, en Oliveira. Oliveira es una pequeña población rural situada en la parroquia de Borreiros, Nigrán, al este de la Groba, esa sierra imponente en forma de lomo de ballena que va desde Bayona hasta El Rosal.

De allí salimos los diez y ocho componentes de la Caminata Sabatina para realizar un hermoso recorrido de unos 14 km. por los alrededores de Oliveira. Al regresar a la finca, nos esperaban allí amigos y familiares. El Padre Ángel ofició una misa entrañable en su pequeña y coqueta capilla y, a continuación, nos sentamos todos a comer y a festejar la jornada.

La décima o espinela es una estrofa de arte menor inventada por Vicente Espinel, allá por el siglo XVI. Hay en nuestra literatura algunas muy famosas como aquella que comienza «A un panal de rica miel, cien mil moscas acudieron…» de Samaniego, o aquella otra que dice: «Cuentan de un sabio que un día…» de Calderón de la Barca.

Pues a mí se me ha ocurrido comentar nuestra estupenda jornada en Oliveira en estas seis décimas, de carácter festivo, con las que he querido dejar testimonio de tan feliz evento.

Tal como estaba anunciado,
a las diez de la mañana,
salieron en caravana
cada cual con su cayado.
Iba el grupo encabezado
por “Café”, burro muy listo,
que dándose mucho pisto
era el mejor caminante,
que andarín tan rebuznante
hasta agora no se ha visto.

Detrás iban las señoras
y también los caballeros.
Montes subieron enteros,
valles cruzaron en horas.
Brisas soplaban traidoras
anunciando vendavales
mas los hados ancestrales
no permitieron tormentas
y regresaron contentas,
cansadas, pero cabales.

Y ya todos en la hacienda,
que era hacienda muy hermosa,
por ser gente religiosa
oyeron misa y ofrenda.
Mas era el hambre tremenda
y amigos y familiares
dispuesto habían manjares
que en las mesas relucían
y gran gusto prometían
a los nuestros paladares.

Tortillas de las mejores,
estupendas empanadas,
dulces tartas almendradas,
rojos vinos tentadores,
aguardientes y licores,
todos fueron degustados,
consumidos, devorados,
con gran goce y alegría.
Y hubo más algarabía
cuando todos aún sentados

entonaron la canción
a los acordes y trinos
que desgranaba, divinos,
Dietmar en su acordeón.
Siguió el cante y la emoción
hasta que el sol fue cayendo
y la tarde fue cediendo
su luz a la noche oscura.
La andariega singladura
fuese cantando y riendo

pues muy contentos estaban
de tan gozosa jornada.
Como era gente educada,
a los dueños declaraban
su gratitud y rogaban
venturas y bendiciones.
Que tales anfitriones
merecidas las tenían
pues bien conquistado habían
los andantes corazones.

Romance de Paraños

Paraños es un lugar lleno de encanto, situado en el ayuntamiento de Cotobade, muy cerca de Carballedo, que es la cabecera del Concello. Es una zona rural, en la que existen unas cuantas rutas muy atractivas, de alguna de las cuales ya hemos dado noticia aquí. Pues bien, en este sitio, se encuentra una hermosa y antigua casa señorial que, rescatada de su estado de casi abandono, rodeada de una espléndida carballeira, señorea los verdes prados que se extienden por las riberas del río Almofrey.

De esa casa somos huéspedes, de vez en cuando, algunos de los senderistas que hacemos esta revista, y por eso ofrecemos a su anfitriona, este romance que, a la antigua usanza, describe cómo ella nos recibe, lo bien que lo pasamos y cuánto disfrutamos de su impagable hospitalidad.

El día en que ellos llegaron
grandes señales había:
el cielo estaba nublado
y el sol apenas lucía.
En los árboles del bosque
era grande algarabía
porque las aves cantaban
una rara melodía.

Y llegaron en sus carros
de acero y de vidrería
y a la puerta de la hacienda
la dueña los recebía
y con amor los miraba
y también con alegría,
la bienvenida les daba
bien oiréis los que decía:

Contenta estoy de miraros
amigos del alma mía,
entrad en la casa presto
y disfutalla a porfía
y tomalla como vuestra
en la noche y en el día.
Adentro les esperaba
el hombre de gran valía
que por esposo y señor
la comarca le tenía.
Ya los huéspedes adentro,
gran contento les había.
Qué era fermosa la estancia,
cómo todo relucía,
muebles de nobles maderas
y rica cristalería.
Candelabros alumbraban
que una fiesta parecía,
y en las paredes colgaban
cuadros de mucha valía.

A la cena se juntaron
cuando la noche caía
y del yantar dieron cuenta
en qué buena compañía.
Entre risas y jolgorios
la juntanza transcurría
hasta que llegó la hora
en que el sueño les vencía.
y poco a poco se fueron,
quedó la estancia vacía.

A la mañana siguiente,
ya la del alba sería,
se oyen pasos por la casa,
quién será que no dormía,
era Francisca la dueña
que tan pronto amanecía
a la cocina se entraba
y el desayuno ponía.
A poco las otras damas
también le hacen compañía
y en la mesa se aparecen
manjares de regalía.
Desayunos y yantares
que Camacho envidiaría.
Paseos por las veredas
con silencios de abadía,
las tertulias y conversas
plenas de sabiduría
llenan las tardes de otoño
mientras dura la estadía.

Se marchan ya las carrozas,
la gente se despedía
muchos abrazos se daban
y mucho se agradecía.
La dueña desde la puerta
a los suyos bendecía:
A casa marchéis amigos
con Jesús, José y María.
Ya los amigos marchaban,
qué duro se les hacía
abandonar el palacio
que felices les tenía.
Dios te guarde la mi dueña,
cada uno le decía
y en abrazo que le daba
su amistad le agradecía.
Y aquí se acaba el romance,
no es mester de clerecía,
es una sencilla historia
en clave de juglaría.

PIONA

Su cuerpo es alargado y menudo y su pelo rizado y corto, de color castaño. Es incansable. Corretea entre nosotros a veces, otras va delante, raramente se queda rezagada. Si un rastro llama su atención corre tras él, lo persigue y se aleja hasta que la llamamos y vuelve. Se enfrenta con otros “colegas” aunque sean de más envergadura y marcando su territorio, que es nuestro sendero, lo aleja con un ladrido intimidatorio.

En cambio, cuando se encuentra con las indolentes vacas que pacen en nuestros montes o con los impasibles caballos, intenta jugar con ellos, atraer su atención, ladrando alborozada.

Es Piona, nuestra senderista canina. Sus cortas patitas recorren con innumerables pasos nuestros senderos. Esta perrita ciudadana disfruta como nadie cuando, en el campo abierto o en el monte, camina libre sobre los senderos alfombrados de musgo o por las pistas forestales sembradas de piedras y guijarros. Se refresca en el agua de los regatos, chapotea y sacude su piel, regocijada.

Pero hay algo que no tolera: el tojo. Una mañana de caminata nos dio un gran susto. Por más que la llamábamos, no nos seguía. Se quedó quieta en medio de un pequeño claro de un pinar, inmóvil, no atendía a nuestros gritos. Cuando nos acercamos nos dimos cuenta de que el sitio donde se había detenido era todo tojo cuyos pinchos herían sus patas. Su amo la cogió en brazos y cuando la dejó de nuevo sobre el sendero, Piona recobró su alegre correteo, pegada a su dueño, levantando de vez en cuando sus patitas delanteras, tirando de sus pantalones, como reclamando su atención para darle la gracias.

Todos queremos a Piona. Nos encanta ver su menudo cuerpo cimbreante, como una longaniza peluda que se mueve entre nosotros, mientras caminamos. Pío, Pío, le decimos como si fuese un pájaro y, mientras nos mira silenciosa, podemos sentir en sus ojitos que ella también nos quiere, que no es un pájaro, que no vuela, sino que anda con nosotros, a nuestro lado, como un senderista más.

Sendereando sobre blanco

Oleada de frío, temporal de nieve…¿y nosotros qué? Hemos salido esta mañana los de la Caminata Sabatina, algunos bien preparados para el frío: polainas de cordura, parka de goretex, pasamontañas, guantes…

Dejamos los coches no lejos del parque forestal de Zamanes, a los pies de nuestro entrañable Galiñeiro.

Efectivamente, la mañana está más bien fresca pero no pasa de ahí. Algo desilusionados atravesamos los pinares que rodean la sierra, bajamos hasta la aldea de Vilas, subimos hacia la Cola del Zorrro y allí, en un claro del bosque, nos detenemos para reponer fuerzas y ¡oh sorpresa, qué bueno!, comienza a nevar, así, sin previo aviso, casi de repente.

Y poco a poco los copos de nieve se hacen más grandes y blancos y el camino que serpea delante de nosotros se va cubriendo tímidamente con esta nieve que casi no lo es, nieve de las Rías Bajas, donde casi nunca nieva…

Pero ese trozo de sendero ya coloreado de blanco, nos alboroza y excita, nos vuelve niños, con ganas de jugar a tirarnos bolas de nieve, pero… es que estamos en las Rias Bajas, y aquí la nieve no se atreve a quedarse, blanquea un poco el paisaje, hace que por unos minutos nos sintamos en Siberia, una Siberia de cuento infantil, pero al poco rato, cuando aún faltan algunos kilómetros para rematar nuestra marcha, la nieve ha desaparecido.

Ha pasado por aquí, por estos montes, y nos ha hecho el regalo de su presencia, nos ha regalado una bonita estampa y se ha ido..

Gracias, blanca nieve.

Nos has dejado una hermosa postal, sin atascos, sin camiones perdidos en el temporal, sin pueblos aislados, sin gentes muertas de frío…¿ Eres un hada o una bruja?

Por el Galiñeiro, esta mañana, ha pasado una hermosa y blanca señora.

Nos ha regalado un hermoso cuadro.

De orejas saladas a orejas dulces ¡Menudo festín!

Los de «Los Lunes al sol», después de cada caminata, solemos darnos un pequeño homenaje gastronómico con las viandas, postres y vinos que cada uno aporta y que, a veces, también cocina in situ.

Si hace mal tiempo o hace frío, nos cobijamos en el refugio de San Campio y si hace bueno, en cualquier merendero o parque forestal cercano a nuestras andanzas.

El pasado lunes, después de hacer la ruta por el Alto da Pena, cuya referencia aparecerá uno de estos días en «sendereando», nos hemos puesto como «el quico», según se puede leer a continuación en estos versos festivos que titulo:

______________________CUCHIPANDA________________________

Suaves trocitos, cartilaginosos,
de gorrina oreja en aceite aliñados,
ibérico lomo, tortilla casera,
jamón de bellota y manchego queso,
fueron los entrantes…

Callos con garbanzos la mar de sabrosos
en su punto exacto, tan bien cocinados…
bacalao y pasas, la empanada entera,
todo fue pa dentro y aparte d´eso
estos caminantes…

aún no satisfechos, hambrientos y ansiosos,
dieron buena cuenta ¡quedáis asombrados!
de la oreja dulce, la carnavalera,
tarta de manzana, torrijas al peso,
y desengrasantes…

rioja reserva Marqués de Victoria,
el rojo mencía que sabía a gloria,
el blanco pitarra que alegra el gaznate
y el moscatel dulce que priva a este vate.

Señor de los cielos,
protege a estos tíos,
que aunque botas gasten pisando esos suelos,
si al yantar cometen tales desvaríos
más tarde o temprano amanecen lelos.

San Campio, Lunes, 6 de Febrero de 2006