Fue ayer, Sábado.
En la mañana, luminosa y fría, nos desplazamos a O Niño do Corvo, la espléndida atalaya que se yergue en la sierra de O Argallo. El Miño en su tramo final a su izquierda, a sus pies El Rosal y al fondo el monte Tecla, coronando la impresionante estampa del padre Miño entregándose a la mar océana, el mare tenebrosum de los antiguos.
Hasta allí subimos con la familia y amigos de nuestro compañero Luis, fallecido hace unos meses, para dar cumplimiento a uno de sus últimos deseos: esparcir o enterrar sus cenizas al pie de o Niño do Corvo. Lo hicimos en presencia de su viuda, sus hijos y sus amigos. En el sitio donde enterramos la urna hemos plantado un pino, símbolo y recuerdo de su amor por estos parajes, estos montes y senderos que recorrió, tantas veces con nosotros, sus amigos de Los Lunes al Sol.
Luís murió en Julio del año pasado. En su funeral, uno de los nuestros pronunció unas palabras que se reproducen a continuación como testimonio de nuestra pena y afecto por el querido compañero.
Te fuiste amigo…
Por senderos de luz, por caminos de estrellas…
¡Marca! ¡Marca! Avisabas cuando una señal nos indicaba la dirección correcta en nuestras marchas por las corredoiras y carreiriños, caminos de carro y antiguas calzadas, por las riberas de nuestros ríos, entre las leiras y viñedos de nuestras aldeas, entre los pinos, carballos y castiñeiros de nuestros montes, aquí en la tierra…
¡Marca! demandabas cuando en nuestras caminatas nos sentíamos perdidos, y era preciso encontrar una señal para seguir adelante…Y al encontrarla, tu entusiasmo desbordante nos contagiaba, tu alegría de vivir nos animaba…Aún no hace un mes estuvimos contigo, charlando animadamente, dimos un paseo por los jardines del hospital y hablamos de esto y de lo otro, y nos animaste a seguir, y nos dijiste hasta pronto, cuando nos despedimos…
Querido amigo nuestro, compañero entrañable en las animadas charlas a lo largo de innumerables caminos, alegre conterturlio en nuestras juntanzas y sobremesas, en las que tu hermosa voz enseñoreaba nuestros cantos corales al abrigo de las cálidas notas del acordeón.
¡Marca! ¡Marca! Exclamabas con entusiasmo… ¡Marca! ¡Marca! te pedimos ahora tus amigos de aquí… ahora que has cambiado de sendero… Danos, Luis amigo, tu señal, para que podamos llegar a donde tú estás… Donde están los buenos, donde están los justos…
Seguiremos pisando los senderos de aquí, caminaremos en tu nombre, seguiremos las marcas que señalan el camino que es cierto… y cuando llegue el momento de cambiar de rumbo y de andar otro camino, queremos seguir tu estela y encontrar ese sendero de luz, ese camino de estrellas por el que te has ido…
Espéranos Luís, que el tiempo no es nada, haznos un sitio a tu lado y ruega por nosotros, que nosotros rogamos por tí para que cuando llegue el momento que a cada uno nos ha sido señalado, recorramos juntos el eterno sendero de la luz infinita.