El pasado lunes la mayor parte del recorrido discurría entre los viñedos de Vilachán y Figueiró, ya en plena vendimia, colmadas las cepas con los dorados racimos de albariño y loureiro o los tintos de caiño.
La ruta de ayer, no por repetida menos atractiva, recorre los viñedos del Ribeiro desde Pazos de Arenteiro hasta Ribadavia.
Ahora, ya mediado setiembre, casi todas las viñas han sido vendimiadas pero aún nos hemos encontrados con algunos en plena faena que nos han invitado a probar el delicioso fruto que era pura miel en nuestros paladares.
Aquí, en el Ribeiro, se cultivan tanto las tintas entre las que se encuentran la garnacha tintorera, el mencía o el ferrón, como las blancas en sus variedades torrontés, treixadura y palomino .También se encuentran en esta comarca albariño , caiño y mencía. En fin, el paraíso de Baco podríamos decir.
Hemos repetido comida en el Bar Caracas, famoso por sus anguilas fritas. De regreso a Pazos de Arenteiro llegamos al caer la tarde cuando el sol, ya en el ocaso, teñía de rojo el horizonte.
En esta hora, la magia del atardecer envolvía en dorados tonos la noble arquitectura de la vieja iglesia y las blasonadas casonas testigos de otros siglos en los que esta villa señoreaba las extensas tierras de labor que se extendían por la riberas del Avia.
El río Avia ya cerca de Ribadavia y a su paso por Leiro.
Los pocos viñedos que aún quedan sin vendimiar rebosan de racimos tintos y blancos.
Alejandro departe con el mesonero y los demás con los parroquianos antes de abandonar el caracas.
De regreso a Pazos, poco antes de llegar a Leiro, dejamos atrás el monumental puente de San Clodio.
Para ver el mapa y más detalles de la ruta hacer clic con el ratón aquí.
Nota: Para ampliar, hacer clic en las imágenes.