Caldas de Reis, rehén del Umia

Caldas de Reis es una villa pontevedresa así llamada porque allí tuvo su torre la reina Dª Urraca en la que con su hijo Alfonso, después Alfonso VII, pasaba largas temporadas. Igual que su vecina Cuntis es tierra de aguas calientes y salutíferas con su casa de baños o balneario en la orilla de el río Umia, uno de los grandes ríos de Galicia, que riega la feraz comarca del Salnés.

Con el río Umia mantiene Caldas, desde siempre, una relación de amor-odio por cuanto que, aunque  por una parte riega sus fincas y cultivos, por otra inunda sus calles cuando se produce una crecida. Hace unos años se construyó una presa en el Umia, no lejos de la villa, lo cual fue motivo de gran controversia entre quienes pensaban que su única ventaja era un lucrativo negocio para la hidroeléctrica que habría de explotarla y las instituciones oficiales que aseguraban que el embalse era la solución para evitar las inundaciones y además abastecería de agua a toda la comarca en tiempos de sequía. Parece ser que, construída la presa, las inundaciones siguen y el agua almacenada no se puede beber por estar intoxicada por cantidades inaceptables de cianobacterias.

La citada intoxicación tiñe las aguas el de un bonito color verde, como puede verse en la parte del río que atraviesa la villa por su centro urbano, junto al cual se levanta un magnífico jardín botánico declarado «Paraje Pintoresco» en 1962.

En este lunes hemos inciado la caminata en Hervés, una localidad del municipio ribereña del embalse el cual hemos rodeado por por senderos que lo circundan hasta llegar al lugar de Paradivas desde donde entre pinares y tierras de labor llegamos a Caldas  pasando por alguas pequeñas aldeas como Sabadín, Marán, Ceboleiro y Barreiro.

Poco de pués de las dos, llegamos a Caldas en donde  paramos para comer. La encantadora villa de Doña Urraca ya no lo es tanto desde que la embestida del ladrillo invadió el pueblo con los consabidos bloques de pisos más pensados para hacer negocio que para embellecerlo.

Ya con las energías renovadas, abandonamos Caldas por el río, atravesando su hermoso jardín ya citado, siguiendo río arriba hasta toparnos con las otrora impresionantes cascadas de Segade, ahora un tanto menguadas a causa de la presa. Avisamos que al abandonar la cascada de arriba  el carreiriño que sube a la carretera es una empinada cuesta en la que es necesario agarrarse al espeso ramaje pasa salir de allí. Existe otro sendero cercano más cómodo.

Seguimos hasta el Puente Romano y continuamos por un corto tramo de carretera para llegar de nuevo al embalse bordeándolo durante un par de kilómetros que es lo que nos separa de Hervés, nuestro punto de partida.

Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
23,820 Km.  6. 30 min. Fácil Soleado 

Para ver el mapa y más detalles de la ruta hacer clic con el ratón aquí.

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