Los castaños más altos de Europa. Eso es lo que se lee en el panel que nos recibe a la entrada de la Fraga de Catasós. Asegura, además, que los hay de 200 años, que miden 30 m. de alto y que en su conjunto presentan la mayor tasa de crecimiento de toda Europa.
Da la impresión de que alguien obsesionado por los «máses» ha recorrido todo el continente, desde las Landas de Aquitania hasta los Alpes escandinavos pasando por la Selva Negra (allí no hay castaños) hasta la taiga Siberiana, midiendo ansiosamente cuanto árbol tenga algo que ver con el castaño con la secreta esperanza de regresar a casa con la satisfacción de no haber encontrado ninguno tan alto como los de Catasós.
Disgresiones aparte, lo que sí es cierto es que los castiñeiros de la Fraga de Catasós forman un maravilloso bosque, cuyas copas ascienden airosas hasta fundir el verde de sus hojas con el azul del cielo.
Tuvieron que pasar 46 años desde que el fitólogo Filippo Ravatt (sigo leyendo el panel) visitó la fraga para que ésta fuese declarada Monumento Natural por la Xunta de Galicia. En otros tiempos perteneció a la familia Quiroga de Catasós en cuyo pazo, cerca de este lugar, la insigne Emilia Pardo Bazán escribió parte de su libro más conocido, «Los Pazos de Ulloa».
El recorrido por la fraga es corto y ameno, explica el tablero. Despertará la curiosidad de niños y mayores ante la singularidad de su ecosistema. Escuchar cómo se mezclan los trinos y los silbidos de sus pájaros será un ejercicio gratificante.
Como de costumbre, hemos parado en Lalín para comer en el restaurante del Hotel Palacio, en elegante mesa con esmerado servicio, económico precio y agradables viandas.
He dedicado la mayor parte de este comentario a la Fraga de Catasós porque era el principal objetivo de nuestra ruta aunque solamente abarque poco más de 2 km. en el total de nuestro recorrido pero no por eso desmerecen nuestra atención las verdes y extensas praderas que rodean la capital del municipio, el más grande de la provincia de Pontevedra y el cuarto de Galicia. Gran potencia ganadera, es frecuente contemplar numerosas reses pastando mansamente al aire libre.
Llegar a una villa importante como esta implica un poco más de asfalto de lo común pero, una vez fuera de sus límites urbanos, la marcha transcurre por senderos, carreiriños y corredoiras entre aldeas y tierras de labor que en esta jornada primaveral y soleada son un regalo para los sentidos.
- Hórreo en Celemín
- Las grandes ubres de la vaca lechera
- O porco de Lalín, capital del cocido
- Interior de la fraga
- El tronco de los 270 años
- Los que queda del Pazo de Quiroga
Datos de la ruta | Distancia | Duración | Dificultad | Tiempo |
20,100 Km. | 5 h. 29 min. | Fácil | Soleado |
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