El otoño ha hecho su aparición en A Boutureira con sus mejores galas en un escenario en el que no falta ningún detalle para que el caminante se sienta fascinado por la hermosura y el embrujo de estos parajes.
La débil lluvia que brilla en los tejados de O Pontón, una escondida aldea cuyas viejas casas se desparraman por la ladera hasta la capilla de San Roque a orillas del modesto Barbadás, impregna la incipiente mañana de un halo de intimidad y misterio únicamente horadado por el áspero y rítmico sonido de nuestros pasos sobre la reluciente hojarasca de relumbrante ocre con que el otoño ha decorado los caminos, congostras y corredoiras, encajonados entre los viejos muros de cachote cubiertos de espeso musgo que, como un húmedo terciopelo en una caprichosa gama de verdes en los que la luz tímidamente se filtra entre la arboleda, compone una mágica sinfonía de colores y sensaciones que nos trasladan desde los urbanitas espacios en los que transcurre nuestra vida diaria a este universo de soledad, paz y hermosura que son los caminos y bosques a A Boutureira, en el Concello de San Cibrao das Viñas, muy cerca de la capital ourensana.
Apenas pisamos asfalto si no es para, al pasar por un par de pequeñas poblaciones como Bentraces y Rante o para dirigirnos al restaurante en las afueras de San Cibrao.
La caminata discurre en su mayoría por rústicos senderos jalonados de carballos y madroños que esta época del año muestran sus frutos de rojo intenso que algunos de nosotros no se resiste a probar.
Es una ruta cómoda y gratificante, casi sin cuestas, que depara un caminar placentero y relajado. Poco antes de llegar a San Cibrao aparecen en el horizonte, envueltos en la bruma, la ciudad de Ourense y el polígono industrial Barreiros, lo suficientemente lejos para que no lleguen hasta nosotros los ruidos y el fragor de las industrias y de la vida urbana.
Después de atravesar el centro de San Cibrao, alcanzamos el lugar de A Farixa en cuyo restaurante nos dispensan, por el módico precio del menú del día, una generosa pitanza a base de calamares a la romana, pescaditos fritos, macarrones con carne, filetes de ternera, costilla de cerdo, postres, todo regado con un delicado ribeiro Viña Costeira y otro ribeiro, más bien inofensivo, que suspiraba por un poco de gaseosa.
El personal es amable y atento por lo que quedamos satisfechos y preparados para seguir con alegría el resto de la caminata que, una vez abandonado el suelo urbano, vuelve a los caminos rurales, de nuevo entre carballos y madroños, para reencontrarnos con la capilla de San Roque en la falda de O Pontón, fin y principio de la gozosa jornada de este día auténticamente otoñal.
- Las rutas de A Boutureira
- Acceso al parque
- Estampa otoñal
- No se puede resistir
- Madroños
- Como una alameda
- Perla de otoño
- Ourense entre la bruma
- Casas de San Cibrao
- Vale la pena
- A Farixa
- Tapizado de musgo
- Fin de la jornada
Datos de la ruta | Distancia | Duración | Dificultad | Tiempo |
22,230 Km. | 5 h. 56 min. | Baja | Lluvia débil |
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