Don Álvaro Cunqueiro, nuestro añorado y eximio escritor mindoniense, llamaba a Galicia el país de los mil ríos y seguramente se quedaba corto, pues innumerables son los regatos, ríos, torrentes y cascadas por lo que con frecuencia discurren nuestras andanzas en las que disfrutamos de los hermosos parajes que nos ofrecen sus riberas.
Esas corrientes de agua fueron, hace unas cuantas décadas, la fuente de energía que movía miles de muiños que, bien como propiedad privada, comunitaria o en régimen de maquila, transformaban el maiz, el trigo y el centeno en la harina que había de ser la materia prima básica de la tradicional broa, del pan y la empanada que fueron el fundamento de la alimentación de los gallegos durante siglos.
Hoy los vemos abandonados y cubiertos de musgo y maleza la mayoría, vestigios del pasado, olvidados y silenciosos, pero han aún quedan algunos que han sido restaurados y que han recuperado su aspecto original.
Entre ellos se encuentran los del Folón y Picón, cerca de O Rosal, una admirable obra de la ingeniería rural que, aprovechando la corriente del río Folón, forman una increíble cascada de esta clase de ingenios, 36 unidades en el Folón y 14 en el Picón.
Puede uno imaginarse, al ver estas baterías de molinos que descienden en vertiginosa rampa, el ajetreo de gentes y bestias transportando arriba y abajo los sacos de espigas o de harina por los escarpados carreiriños que serpean entre los molinos, formando entre todos la ajetreada industria de una gran molienda. Muchas toneladas de harina, a lo largo en tantos años, debieron salir de estos molinos a base de mucho sudor, mucho esfuerzo y mucha espalda rota.
Para llegar a este incomparable paraje, hemos partido del área de descanso que hay a la entrada de A Guarda, subiendo por los pinares de la Comunidad de Montes de Salcidos, disfrutando de las hermosas vistas que en este día soleado nos ofrecían, al oeste la costa atlántica hasta A Cruz de A Portela y al este el manso Miño a su paso por O Rosal, próximo ya a entregar sus aguas al océano.
Después de una agradable comida en O Mirador do Val, en A Rotea, volvimos sobre nuestros pasos regresando por los molinos del Picón hasta el punto de partida.
Vista del área de recreo, lugar del inicio de esta ruta. A la derecha, la costa atlántica.
Molinos del Picón y Pozas del río Da cal.
Vista de O Rosal. A la derecha el río Miño con los montes de Portugal al fondo.
La mayor parte del recorrido es a la sombra de pinos y eucaliptos. Al final de la ruta los chicos de los lunes posan satisfechos.
Distancia | Duración | Dificultad | Tiempo | |
Datos de la ruta | 30,420 Km. | 10 h. 19 min. | Media | Soleado |
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