Una jornada apacible

A estas horas de la mañana la villa tomiñesa de Goián permanece sumida en el silencio y la tranquilidad. Las tiendas están cerradas, las calles vacías y en las viviendas no se oye nada de puertas afuera.

Solamente el ajetreo de los siete caminantes que componen la expedición de este lunes recogiendo mochilas y bastones rompen el aparente mutismo que envuelve el lugar.

Abandonamos el suelo urbano dejando atrás las últimas casas del barrio de Fontenla para seguir por las umbrías pistas que serpentean por los pinares de Picóns de Arriba y Picóns de Abaixo que nos separan de los dos Tabagones: San Xoán de Tabagón y San Miguel, separados  uno del otro por los jardines y casas señoriales que abundan en esta comarca, un auténtico vergel a las orillas del río Miño, a donde llegamos después de pasar por la iglesia de San Miguel.

A partir de aquí el camino discurre todo el tiempo por la ribera derecha del río cuyas aguas fluyen mansamente hacia su cercana entrega al océano Atlántico entre A Guarda y Camiña.

Los primeros tramos por la ribera del Miño son extensas campas de arena con baja o nula vegetación bajo un cálido sol acompañado por una suave brisa que hace grata la andadura. Pasada la playa de Eiras, enlazamos con el PRG 112, un paseo entre frondosa arboleda, carballeiras y tierras de labor, así como zonas de recreo como la de Campiñas que nos llevan en agradable paseo hasta la playa fluvial de Goián a los pies de la Fortaleza de San Lorenzo.

Allí paramos para  despojarnos de nuestro bagaje andariego y, enfundados en  ropa de baño, sumergirnos en las turbias aguas el MIño con Vilanova de Cerveira enfrente y la escultura de su ciervo de metal erguida en las alturas de la Sierra da Gávea.

Refrescados con el placentero chapuzón regresamos a tierra para visitar la fortaleza y, después de merodear por su interior, seguir camino de vuelta a Goián en cuya Tapería do Fariñas nos espera el bien ganado condumio a base de jureles fritos, ensaladilla, pescadilla o costilla de cerdo, todo regado con ricos caldos blanco albariño y tinto Ribera del Duero, invitación de Javier que, habiendo cumplido años durante el confinamiento, aprovecha esta caminata para celebrarlo. Brindamos con él por que tenga larga vida y felicidad.

Después de divertida sobremesa bajo a la sombra de la parra que cubre la terraza del Fariñas, damos por concluida esta apacible y amena jornada de andares llanos sin apenas cuestas que ha demandado muy poco esfuerzo  a estos senderistas, convirtiendo la jornada en un idílico paseo por los pinares de Goián y las orillas del Miño.

Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
18,070 Km. 5 h. 35 min. Baja Soleado 

Para ver el mapa y más detalles de la ruta hacer clic con el ratón aquí.

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