Y el río va… el agua va, algo alocada por el joven arroyo entre los muiños de Freaza, huecos fantasmas de piedra, de rodicios muertos e infernos vacíos.
Se serena río abajo, aprisionada en las presas, quieta y brillante como un espejo en el que se hunden los árboles de la ribera en el fondo de un cielo azul inmaculado. El dique centenario rompe el espejo en mil pedazos de espuma y vuelve el agua a su vehemente carrera buscando los viejos muiños que se mantienen, testigos del antiguo ajetreo, solitarios y silenciosos, indiferentes al inútil entusiasmo de la corriente que antaño los colmaba de vida en la molienda del pan nuestro de cada día.
Ya no suenan los cantares, ni los paliques de los días de muiñada. Ha enmudecido el chirriar de los carros del país, las piedras de moler permanecen inmóviles y calladas. Ningún ruido que no sea el de nuestras pisadas apaga el rumor del agua que corre río abajo, olvidada de los viejos tiempos.
A aquel trajín de idas y venidas en los tiempos de molienda le sustituyen ahora los andares no exentos de nostalgia de los que conocimos todo aquello.
Solamente el río sigue igual en su eterno curso hacia el mar que es el vivir, diremos parafraseando al poeta castellano, porque mientras recorremos los hermosos parajes que nos ofrece el río Barragán disfrutando de la hermosura que nos depara la madre naturaleza, únicamente el gozo de existir y las ansias de vivir inundan nuestro ser.
- Fuente en el camino hacia Freaza
- El bosque surmegido en el espejo del río
- La «fervenza» en un afluente del Barragán
- El «rodicio», la turbina que hace funcionar «o muiño».
- El río Barragán
- Aguas transparentes
- Aguas tranquilas en una de las presas
- Muro de contención de la presa
- Acueducto en el Alto da Cidade
- Iglesia de San Salvador de Xunqueiras
Datos de la ruta | Distancia | Duración | Dificultad | Tiempo |
19,860 Km. | 6 h. 24 min. | Fácil | Nublado |
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