Cruces en O Morrazo

En O Morrazo hay dos cruces
y una fraga las separa.
Desde una se ve la ría,
desde la de Ermelo, nada.

Estas cruces las conocemos desde los inicios de Los Lunes al Sol, aquel grupito de jubilados que hace más de una década nos dio por dedicar el primer día de la semana senderear por los montes y valles que nos rodean.

Partiendo del área recreativa de Chans, en la parroquia de santa María de Cela, concello de Bueu, nos adentramos en el bosque típicamente atlántico, pinos y eucaliptos, para toparnos al poco rato con la Mámoa do Rei o das Teixugueiras, que con ambas denominaciones se la conoce. Con estos túmulos funerarios del neolítico estamos muy familiarizados los que pateamos los montes de esta tierra en donde abundan.

Dejando atrás la tumba de nuestros ancestros, seguimos por pistas forestales, alguna que otra corredoira y también  por estrechos carreiriños hasta tropezarnos, casi de repente, con el Monte Paralaia,  una colina que se eleva sobre costa frente a la ría de Vigo, tan cerca del mar que constituye una espléndida atalaya coronada por una  impresionante cruz de madera, la Cruz de Xestoso, desde donde, en una mañana  como la de este lunes, con el cielo cubierto pero limpio, se contempla una espectacular estampa de la ría de Vigo,  con el mar en calma, como una brillante lámina  ondulada de aspecto acerado iluminada por la blanca luz que filtra el cielo cubierto de plomizas nubes.

Descendiendo del Paralaia penetramos en la Fraga de Coiro, un precioso paraje, muestra singular del bosque autóctono gallego, desafortunadamente bastante contaminado por especies foráneas pero que, hendido en lo profundo por O Rego Bouzós, exhibe su masa forestal abrillantada por la lluvia ofreciendo a nuestros ojos una estampa de inigualable hermosura.

Termina la fraga en una extensa explanada en cuyo lado norte se alza la Cruz de Ermelo construída por un cantero de la zona e inaugurada en 1954 por  Quiroga Palacios, cardenal de Santiago por aquellas fechas.

Como dice la copla de arriba, la arboleda crecida delante del Alto da Esculca cierra a la vista la contemplación de la magnífica panorámica de las Rías Baixas que en otros  tiempos maravillaba a quien aquí se subía.

Bajamos a la aldea de Ermelo caminando por la breve hondonada que nos lleva hasta la Po 1306 la cual atravesamos para entrar en los dominios de O Rego do Frade, otro hermoso paraje pleno de verdor y fronsodidad por donde llegamos a O Barranco do Inferno desde donde una áspera ascensión nos lleva implacable hasta el lugar de Iglesiario en cuyo restaurante nos detenemos para disfrutar del merecido reposo que ya pedía el cuerpo después de los diez y ocho kilómetros de ruta mañanera.

Un confortable caldo de navizas, pescados varios, legua estofada, postres y cafés, todo regado por Regina Viarum, un excelente mencía de la Ribeira sacra, dejan nuestra maquinaria en condiciones aceptables para superar el corto tramo que nos separa del punto en el que iniciamos la caminata de hoy.


Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
20,23 Km. 5 h. 57 min. Media Nubes/Lluvia 

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