Algo se muere en el alma, cuando un amigo se va,
Y va dejando una huella que no se puede borrar.

(Amigos de Gines. Sevillanas del adiós.)

Los orígenes de las caminatas, que son la razón de ser de Sendereando, se remontan a los años 80 cuando nuestro entrañable y añorado Adrián y el P. Julián, párroco del Carmen en Vigo, fundaron este grupo de senderistas.

Hace dieciocho años, en 1999, fue nombrado un nuevo párroco, también entusiasta senderista, nuestro infatigable Ángel a quien, muy a pesar nuestro, también le ha llegado la hora del relevo y que nos deja para continuar con su ministerio en las Islas Afortunadas.

Sus amigos y compañeros de tantas andanzas a lo largo de estos años nos despedimos de él con una caminata por los montes de Oia y de A Groba interrumpiendo la ruta a la hora de comer, como es costumbre de los chicos de Los Lunes al Sol, pero esta vez con una comida especial en nuestro restaurante estrella, Casa Paco, en los Altos de Torroña, en plena Serra da Groba, uno de los espacios más trillados y apreciados por los caminantes de estas tierras.

Muchos más amigos, antiguos miembros del  grupo y personas que lo quieren, participaron en el espléndido banquete en el que nuestro querido Ángel fue homenajeado como se merece.

A la hora del café fue leída la afectuosa carta en la que Mari Carmen, nuestra  compañera de andanzas que no pudo asistir,  glosa la cálida personalidad de Ángel, su entrañable humanidad y su cercanía. Una larga ovación cerró la emocionada lectura de su testimonio.

También le fue entregada una placa y una figura de peregrino como recuerdo de todos los que le acompañamos en esta ocasión lo que Ángel agradeció con cariñosas palabras.

Remató la fiesta Dietmar con su acordeón, alternando piezas del folclore acompañadas entusiásticamente con las voces de la concurrencia con alguna que otra muestra de su virtuosismo en el manejo del armónico fuelle.

Fieles a su estilo, los caminantes en ejercicio abandonaron el salón para reanudar la marcha y los demás regresaron por donde habían venido, gozosos todos por la agradable velada pero un poco mustios al sentir que nuestro querido Ángel nos deja, aunque su afecto y el recuerdo de su inolvidable personalidad permanecerá en nosotros para siempre.

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