Mañana blanca, tarde gris

En un lugar sin nombre, en medio de la sierra, los chicos de Los Lunes al Sol, bien pertrechados contra el frío, la lluvia y el viento, que de todo advierten los gurús del tiempo, emprenden la marcha, monte arriba, con el objetivo de alcanzar la cima del Faro de Avión, donde anida el águila y se esconde el lobo,   donde nace el Tea, el río que riega las tierras del Condado.

Por caminos abruptos, pedregosos, ascendemos lentamente hasta toparnos con el sendero que nos lleva a la Ermita da Xestosa, la más alta alta de la provincia, en esta mañana rodeada de nieve. Llama la atención el sepulcro antropomórfico labrado en la roca que hay detrás de la capilla. Se supone que data del siglo IX o X y que perteneció a un ermitaño retirado a estos recónditos lugares, hoy no tanto, pues una bien asfaltada carretera conduce a la romería que aquí se celebra  en el mes de mayo. Los feligreses mojan en el agua del sarcófago, un trozo de pan y luego se lo aplican, en nombre del santo,  sobre la parte de su cuerpo que desean curar.

A medida que ascendemos más blanco es el paisaje. Alcanzados ya los 1.000 m. de altitud un pedrusco nos informa de que en ese punto se encuentra el nacimiento del río Tea, unas pozas de donde brotan sus primeras aguas. Una densa niebla nos envuelve mientras seguimos monte arriba hasta dar con el Coto da Pía a 1.530 m. y un poco más adelante con la cima del Faro de Avión. Casi ocultos por la niebla cientos de aerogeneradores nos avisan de su presencia con el sordo rumor de sus aspas, como fantasmas redivivos de los manchegos gigantes del Quijote.

Arrecia el frío y sopla una cortante brisa en estas blancas  cumbres de la Sierra del Faro, cuyos miradores, hoy ciegos por la bruma, no nos permiten disfrutar de las hermosas vistas que en los días claros se divisan desde estas atalayas.

Abandonamos las alturas descendiendo por las empinadas rampas y angostos caminos que nos llevan al valle hasta los lugares de Fondevila y Prado, de verdes brañas por las que fluye el Pardellas poco antes de entregar su juguetón caudal al cercano Tea.

Allí, en Prado nos espera el Mesón de A Xestosa que nos sorprende con un variado y esmerado menú con platos de impecable presentación, carnes a la brasa, callos, ensaladas, pasta, etc., y primorosos postres todo regado con un Joaquín Rebolledo, el excelente mencía de Valdeorras, obsequio de nuestro entrañable José Luís hoy reintegrado felizmente a las andanzas de Los Lunes al Sol.

Jolgorio, chascarrillos, bromas y alegría animan la comida y sobremesa pero hay que levantar el campamento y continuar, que aún nos quedan unos kilómetros y cosas bonitas que ver. La primera, a pocos pasos del lugar, son los muiños de Prado, añejas  construcciones sin uso pero que recuerdan los duros tiempos de la vieja molienda, cuando aún no se sabía nada de electrones y cosas así. Se inicia en ellos O Roteiro das Estrelas, un hermoso sendero   paralelo al río Tea que fluye allá abajo por la profunda grieta que se abre entre las sierras de O Suido y Faro de Avión.

Punto culminante del paseo son As Caldeiras de Parrelos, una impresionante estampa del río en su caída entre las enormes rocas en las que el bravo caudal del Tea ha esculpido unas imponentes hornacinas, As Caldeiras, obra de la erosión durante miles de años.

Absortos en la contemplación del formidable espectáculo no nos damos cuenta de que la tarde avanza y hay que continuar. Un poco más adelante nos topamos con los Pasos de Xancáns, grandes piedras en el fondo del río, hoy tan sumergidas  que lo hacen intransitable.

Seguimos por el precioso sendero hasta A Carballeira do Rei, un encantador  paraje casi perdido en la soledad de los montes, para acceder con unos pocos pasos más al anónimo lugar, inicio y fin de  la hermosa caminata de este lunes, sobre  el blanco impoluto de la mañana y bajo el cielo gris pero sereno de la tarde.

Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
21,180 Km. 7 h. 14 min. Media Niebla

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