El vampiro del mar

Nace en el río y allí transcurre su infancia. Llegada la adolescencia, cinco o seis años, casi de repente se hace adulta y emigra al mar. Allí vive durante unos tres años convertida en un parásito de agudos dientes y lengua áspera con los que taladra el cuerpo de sus víctimas y succiona su sangre y líquidos corporales.

Es el vampiro del mar. Se pega a sus víctimas hasta que se sacia o las mata.  Por estas fechas abandona el mar y regresa al río para desovar y morir. En Japón y Canadá la odian porque mata las truchas pero aquí, en Arbo, la adoran porque en estas fechas es el manjar más cotizado de la comarca.

Con la llegada de la primavera pierde calidad, está «cucada» se dice, en referencia al canto del cuco que anuncia el principio de la estación. Por eso los andarines de Los Lunes al Sol, en estos últimos días del invierno, antes de que el cuco cante, hacemos la ruta de As Pesqueiras, en Arbo, un maravilloso paseo por las orillas del Miño, para rematar la marcha de la mañana en el Mesón de la lamprea, en Cabeiras.

Allí, junto a la iglesia de San Esteban de Cabeiras, pegadita al Mesón, iniciamos la jornada. Caminando entre pinares y fincas durante unos cinco km. alcanzamos el merendero de Sela, una zona de esparcimiento en la orilla del Miño. El ancho río que fluye pletórico entre la orilla lusitana y la española discurre jalonado por las milenarias pesqueiras entre cuyos poyos son atrapadas con el arte del viturón, una nasa trampa que sujetada con cadenas al muro que se adentra en la corriente las engulle sin posibilidad de escape.

La senda de pescadores por la que caminamos es una auténtica gozada. Siempre acompañados por el rumor de las aguas del Miño que bajan rápidas y bordeadas de espuma entre los imponentes muros de las pesqueiras, ora por estrechos carreiriños entre tupidas alfombras vegetales de un verde intenso, ora por el borde el río bajo los imponentes árboles de la floresta ribereña, disfrutamos a tope de una mañana espléndida en la que los rayos del sol iluminan nuestra marcha en la que no faltan las sorpresas como la de aquel jabalí atrapado en el tronco de un eucalipto y la del tren  que pasa como una exhalación mientras caminamos a su vera, muy cerca de la orilla.

Vuelan las horas mientras disfrutamos de este paraíso cuando, casi sin darnos cuenta, hemos agotado la jornada de la mañana, así que hemos de abandonar el río y desviarnos por el sendero que nos lleva al Mesón de la lamprea que como cada año nos recibe con su habitual cordialidad.

Después del aperitivo en su bodega a base de jamón y vino del Condado, subimos al comedor en donde nos espera la deliciosa empanada y salpicón de lamprea seca como entrantes del plato principal, la tradicional lamprea a la bordelesa, que algunos comensales sustituyen por un sabroso cabrito, pues la lamprea es manjar que a unos seduce y a otros, los menos,  repele.

No se remata la fiesta sin la sesión de cante y hasta de baile al son de una solitaria bandurria después de lo cual completamos la jornada con una caminata  alrededor del monte en alegre procesión que nos lleva de nuevo, después de unos cuanto kilómetros, hasta el atrio de la iglesia de San Esteban, inicio y fin de esta anual «Caminata de la lamprea».

Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
22,670 Km. 6 h. 35 min. Media Soleado 

Para ver el mapa y más detalles de la ruta hacer clic con el ratón aquí.

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