Nuestras vidas son los ríos
que van a dar a la mar,
qu es el morir.
Contemplando desde la cima del Monte de Santa Trega cómo el padre Miño se abre en un ancho estuario para entregar sus aguas al océano, nos vienen a la memoria los archiconocidos versos de Jorge Manrique que así se lamenta en las «Coplas a la muerte de su padre».
Es de suponer que el hombre estaría deprimido y triste por el lento y doloroso tránsito de su progenitor pero a nosotros, los entusiastas andarines de Los Lunes al Sol, esta estampa del gran río gallego extendiendo sus brazos de luz y plata hacia el inmenso mar, es la imagen de la vida misma, la vida que bulle en las profundidades de sus aguas y la que hierve en sus orillas entre Caminha y A Guarda.
¡Viva la vida! exclamamos mientras recorremos los innumerables caminos y sendas que rodean este emblemático castro que, con más de tres mil años de antigüedad, domina el solemne encuentro del gran río con el inmenso océano.
Cada año, por estas fechas, estos caminantes cumplen como un rito con su andadura por los aledaños de este cerro ancestral.
Llegados a la cima contemplamos, asombrados como si fuese la vez primera, el maravilloso cuadro del Miño entregándose al Atlántico con el islote que alberga O Forte da Insua en la desembocadura.
La Citania, el Via Crucis, O Facho, entre otros atractivos, son un imán para los continuos visitantes que merodean, sobre todo en estas fechas, por su contorno.
Nosotros también lo hacemos hasta que abandonamos las alturas para descender por O Camiño das 14 revoltas a la ladera oeste en la que se encuentran Os Castrexos da Chans, con reproducciones de viviendas y otros elementos de los que hace tres milenios habitaron aquí.
Bajamos hasta las inmediaciones de O Paxase para, rodeando el monte, atravesar la villa guardesa y, ya por la costa, cruzar O Piñeiral Castrexo cuyos pinos han sido decorados por el el artista redondelano Cabaleiro con esvásticas y trisqueles celtas que confieren al lugar un halo de magia y misterio.
Desde ahí, una larga pasarela de madera nos lleva hasta el Hotel-Restaurante El Molino en cuyo gran salón nos servimos de su buffet para dar satisfacción a nuestras hambres que, después de los casi 20 Km. de recorrido por las entrañas de Santa Trega, reclaman un poco de atención.
Con un corto paseo por los pinares que bordean la Playa de Camposancos, regresamos al punto de partida dando por finalizada la espléndida jornada de este primer lunes de setiembre.
- Rincón de Camposancos
- Duro ascenso
- Estuario del Miño
- Umbría avenida
- Escalas hacia la cima
- El río frontera
- En la cima del Santa Trega
- Plaza del Via Crucis
- Capilla de la Santa
- Subida a O Facho
- A Guarda
- Marco singular
Datos de la ruta | Distancia | Duración | Dificultad | Tiempo |
19,100 Km. | 5 h. 44 min. | Media | Nubes y claros |
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