Luz y belleza sobre el «Mare tenebrosum»

«Nadie sabe lo que hay en ese mar, ni puede averiguarse, por las dificultades que oponen a la navegación las profundas tinieblas.»

Eso es lo que se pensaba antes de que Colón en vez de irse a las Indias se tropezase con las Américas como se las llamó después de su descubrimiento.  También, a partir de aquellas fechas,  al «mar tenebroso» se le cayó lo de tenebroso y  le nombraron, cosa que ya hacían los griegos, Atlántico, el mar de Atlas, el gigantón que sostenía las columnas de Hércules en el estrecho de Gibraltar.

Se abrió el océano a todos los navegantes y aunque lo siguen poblando nieblas y tormentas, también cuenta entre su encantos con adorables rincones como la Ría de Aldán, una pequeña joya de las Rías Baixas, casi escondida entre Cangas y Bueu, en cuya costa se hilvana un rosario de playas como las de Areacova, Fancón, Menduiña y Cunchosa hasta la Area de Bon que es en donde iniciamos la ruta de este lunes.

Dirigimos nuestros pasos hacia el norte, camino de Cabo Udra, un precioso saliente hacia el mar que cierra la ría por setemptrión en un paraje cubierto por alto matorral en el que se hunde el estrecho sendero que nos lleva hasta del Parque da Matoeira, lugar de pasto en tiempos pretéritos de lo que dan testimonio los rústicos chozos que amparaban a los pastores de las inclemencias del tiempo.

Seguimos hacia el interior pasando por Bon de Arriba y Bon de Abaixo hasta alcanzar, después de un par de kilómetros de monótono asfalto, el parque industrial de A Castiñeira recuperando de nuevo los viejos caminos y corredoiras que nos llevan hasta el lugar de Piñeiro desde donde bajamos a la Finca de Frendoal o Leira dos Condes también llamada el Bosque Encantado que, debido al abandono y suciedad, ha perdido buena parte de su pretendido encanto. Lo cruza el Arco de la Condesa, un imponente acueducto de piedra entre la espesa vegetación entre la que se desliza, casi invisible, el río Orxa, cuyo cauce casi seco entristece todavía más tan abandonado paraje.

De la finca se sale a la carretera, ya en en el casco urbano de Aldán, en cuyo centro de encuentra Casa Encarna en donde nos espera un variado y económico menú que nos deja listos para recorrer  la media docena de kilómetros que nos falta para rematar la ruta.

Es una legua de luz y belleza que llena la retina de una hermosura inabarcable. Recogidos arenales escondidos entre las enormes rocas, minúsculas playas en los que algún que otro adán broncea su desnuda piel bajo el plácido sol de estas horas. Mansas aguas de color turquesa acarician la fina arena que nuestras botas hienden con rudeza.

Entre playa y playa, pinares de benigna sombra, roquedales abruptos lamidos por la olas, hermosos pero traicioneros para el caminante, peligrosos en tiempo de lluvia o marea alta. Un paraíso, una fiesta para los sentidos de la que disfrutamos a tope los andarines de esta jornada.

Aún está el sol bien alto, iluminando estos parajes de incomparable hermosura, cuando llegamos a la Area de Bon, un delicioso arenal bajo los pinos en donde rematamos la caminata de este lunes.

Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
23,880 Km. 6 h. 40 min. Media Soleado 

Para ver el mapa y más detalles de la ruta hacer clic con el ratón aquí.

2 pensamientos en “Luz y belleza sobre el «Mare tenebrosum»

  1. Bueno José .. , me alegra verte de nuevo ya recuperado y disfrutando de la afición de senderear , que sea para largos años . Curiosidad : tienes algún parentesco con Carmen Cochón ? , lo digo por el apellido.

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