El silencio de Amil

Hace casi dos años estuvimos en Amil los grupos de los lunes y sábados de Sendereando en su famosa romería de la Virgen de los Milagros. En los alrededores del santuario la multitud de romeros iba y venía entre los puestos de pulpo, churrascos y otras viandas, tenderetes en los que se vendían quesos, chorizos, pan, herramientas, aperos de labranza, velas, exvotos, etc. Todo eso bajo el estruendo de la  megafonía interrumpido por el volteo de campanas durante la procesión de la Santa.

Hoy, al llegar a ese mismo  lugar, todo era silencio, paz y sosiego. El santuario se alza solitario y solemne  sobre el valle. Solamente las pisadas de los chicos de Sendereando rompen su quietud. Volveremos en setiembre para disfrutar nuevamente del jolgorio en la gran fiesta.

Para llegar hasta aquí hemos iniciado nuestra caminata en el Menhir de Gargantáns, un monolito neolítico que se encuentra en esta parroquia del municipio de Moraña, descubierto por el maestro de la localidad en 1958, unos dos mil de años después de que fuera elevado como monumento funerario en la inmediaciones del lugar que ahora ocupa.

Dejando atrás el milenario pedrusco, continuamos entre fincas, algún pinar y más fincas hasta el lugar de Soar para alcanzar poco después al Pazo de La Buzaca, una instalación hotelera de gran porte con hermosos jardines. Un pazo de verdad pues como dice el conocido aforismo: Capilla, palomar y ciprés, pazo es. Y de todo eso y más tiene esta hospedería rural.

En este 8 de junio el calor aprieta y ahora toca subir y subir. Paramos en Castro Penalba, una atalaya desde la que se divisa al fondo la iglesia de Campo Lameiro encajada en el amplio valle que circunda a este municipio que alberga la llamada Capital Rupestre de Galicia. En los alrededores de la ermita de San San Antonio, en este Castro de Penalba, trabaja a destajo una brigada de operarios acondicionando el lugar para la cercana romería de San Antonio.

El calor sigue apretando. Cae el sol a plomo sobre nuestras cabezas pues no hay sombra en las peladas superficies de estas lomas durante los 5 o 6 Km. que nos separan de las hermosas carballeiras que rodean al santuario de Amil. Desde allí nos acercamos a la fuente de Rozavella, originaria del milagro, en donde refrescamos cabezas y gaznates para seguir durante un par de kilómetros, y ya van casi veinte, hasta la de Javier Giao, un restaurante ahora casi vacío pero que en el día de la romería está a reventar.

Allí nos espera una empanada de «millo» de las que casi no se ven y un cabrito al horno que colma todas nuestras expectativas por su sabor y finura. A tan maravilloso bocado nos lanzamos todos con premura menos nuestro amigo Moncho que, en un ejercicio de férrea voluntad, obedece a su monacal dieta y se contenta con la reducida ración de la que da cuenta con resignada felicidad.

Finalizado el banquete entre cantos y chascarrillos, recogemos bastones y mochilas para completar nuestra caminata con el par que kilómetros que nos separan del punto de partida.


Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
21,510 Km. 7 h. 48 min. Media Soleado

Para ver el mapa y más detalles de la ruta hacer clic con el ratón aquí.

Un pensamiento en “El silencio de Amil

  1. En el día de hoy: «bosque y piedra» o sea Galicia. Para el asceta: sin frugalidad no hay riqueza y con ella hay escasa pobreza. Saludos de Antón.

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