Sudando la gota gorda

Cuando salimos de San Clodio, en el municipio de Leiro, aún no son las nueve de la mañana y la temperatura ya supera los 20ºC. San Clodio es el nombre del lugar en el que se alza la espléndida mole del monasterio hoy convertido en hotel.

El cielo se muestra ceniciento oscurecido por la humareda originada por un potente incendio no lejos de aquí, por la parte de Melón.

Los primeros kilómetros de la ruta discurren por los montes que rodean el monasterio para seguir entre viñedos y fincas hasta el lugar de Riobó con su vieja escuela abandonada en medio de un secarral y un poco más arriba su monumental pazo, uno de verdad de los que, con palomar, capilla y ciprés, pazo es.

Poco antes del pazo, casi escondida en un recodo del camino que lleva hasta allí una solemne fuente de piedra por la que mana un buen chorro de agua fresca que alivia los primeros sudores de la jornada.

Hay que seguir cuesta arriba hasta San Miguel de Osmos, con su iglesia y su fuente que de nuevo es bienvenida en esta hora en la que el calor sigue apretando.

Estas son tierras de cerezos y a por sus frutos habíamos venido pero ni una queda, así que continuamos nuestra marcha sin catar su sabor.

Una brisa muy suave atenúa un tanto los rigores de esta mañana que aún siendo de primavera se comporta como una de las más calurosas jornadas del estío.

Ya suman catorce los primeros kilómetros de marcha cuando alcanzamos el punto más alto de la ruta dominado por las inevitables torres-antenas que dominan esta cota desde la que se contempla una amplia panorámica del valle del Avia a cuyas orillas llegamos sudando la gota gorda, empapados de cansancio y sudor.

Tras el puente que, vadeando el río da a la carretera de Leiro, se encuentra el Bar Campeón en donde nos refugiamos ansiosos de bebida que refresque nuestras gargantas y agua que enfríe los calores de esta tórrida jornada.

Ya confortados por el generoso condumio, nos enfrentamos de nuevo al calor pesado y pastoso que se cierne sobre nuestras espaldas en estas horas en la que el sol inclemente no da tregua en su furia canicular.

Menos mal que una buena parte del recorrido de vuelta discurre por estrechos senderos bajo la sombra de las mimosas cuyo luminoso amarillo de hace unas semanas se ha tornado en el intenso verde de su frondoso ramaje que nos protege de los rigores del astro implacable.

Afortunadamente, otra fuente de artística factura os espera en los alrededores del monasterio de San Clodio en donde comenzó y remata esta jornada, la más calurosa hasta la fecha. Ya veremos como vienen las demás en lo que nos queda del verano que comienza en la próxima semana.


Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
23,760 Km. 7 h. 53 min. Media Soleado 

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