Catoira

Hablar de Catoira es hablar de los vikingos y de la barca de piedra que remontando las aguas de la ría de Arousa llevaron por el Ulla los restos del apóstol hasta Iria Flavia.

Y es que aquí, en este pequeño municipio de la provincia dePontevedra, se fundieron hace más de un milenio las dos rutas europeas más transcendentales.

Parece ser que los normandos, alertados por  los tesoros que albergaban iglesias y castillos en el lejano sur, se aventuraron hasta estos lares arrasando a su paso todo lo que encontraban lo que dio lugar a la construcción del Castellum Honesti, las Torres de Oeste, de Catoira, que conmemora desde 1960 el desembarco del rey Ulfo con la celebración, en el mes de agosto, de su Romería vikinga, una de las fiestas más populares y divertidas de los gallegos.

Pues aquí, en pleno centro de Catoira, frente al histórico edificio de su Casa consistorial, hemos comenzado la ruta de este lunes abandonando el casco urbano para, en pocos minutos, vencer la cuesta que nos lleva al inicio del impresionante viaducto que cruza la desembocadura del río Ulla y desde allí a uno de los parajes más hermosos que se puedan imaginar, un cerro coronado por el muiño de vento de Pedra Miuda, de los pocos de esta clase que se ven en Galicia, cuyo enclave es un excelente mirador de la ría de Arousa  que se muestra ante nuestros ojos en todo su esplendor.

Seguimos por el monte entre preciosas veredas que la primavera, que pronto será verano, ha adornado   con el verde y el amarillo de la xesta, el rojo  brillante del milicroque y el fucsia del urce, los apelativos gallegos de la retama, el digital y el brezo.

De nuevo nos topamos con más muiños de vento en la localidad de Abalo  cuyos campos riegan O Rego do Souto da Vila y O Rego de Freixeiro, antaño muy feraces y cultivados y hoy prácticamente abandonados.

No tardamos en alcanzar la hermosa carballeira de San Cibrán de Dimo en donde cada junio se celebra una rústica romería con procesión misa y churrascada acompañada del indispensable pulpo a feira.

Dejando atrás tan pintoresco lugar, caminamos un rato por pistas forestales hasta toparnos con el precioso caminito que discurre por la orilla derecha de O Rego da Lagoa, un idílico paraje, cuyo frondoso bosque, de verde intenso, parece que nos envuelve entre el rumor de su fresca brisa y los trinos de las aves que, ocultas en su follaje, parecen expresar su alegría de vivir.

Casi de repente, pasamos del bosque a la villa frente a cuyo ayuntamiento se encuentra la Taberna vikinga en donde nos espera una reconfortante pitanza de la que damos cuenta durante un par de horas de animada y alegre conversación para reanudar la marcha en dirección a las famosas Torres de Oeste de las que hablamos al comienzo de esta crónica.

Son los vestigios de unas antiquísimas  fortificaciones que se elevan a la orilla del río Ulla en su confluencia con la ría en cuyas aguas se balancean perezosamente dos de las embarcaciones wikingas, drakkar de Catoira, en espera de la próxima romería que será la número 56.

Desde ahí quedan un par de kilómetros que recorremos a lo largo de la estupenda pasarela de madera que nos lleva bordeando la costa hasta el punto de inicio de la ruta.


Datos de la ruta Distancia Duración Dificultad Tiempo
25,430 Km. 6 h. 40 min. Baja Nublado 

Para ver el mapa y más detalles de la ruta hacer clic con el ratón aquí.

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