Remontan los esforzados andarines las duras rampas que los separan de las peladas cumbres en las que son nacidos el regato Toiteiras y el río Morgadáns y cuando, implacable, el ojo de fuego del astro inclemente posa su mirada abrasadora sobre sobre las sufridas espaldas, acude Eolo en su auxilio transformado en fresca brisa que acaricia sus rostros como si fueran las suaves guedejas de una invisible doncella que por allí pasara.
Huyen los aguerridos caminantes del acoso de la despiadada estrella alejándose de las cimas inhóspitas y descienden con premura a las umbrías riberas del río Morgadáns donde hallan asiento y reposo. Cabe la orilla, bajo el ramaje rumoroso, los trinos de las aves acompañan su frugal refrigerio.
Alcanzado el pueblo por donde la iglesia, al amparo de sus añosos muros, esquivan al acechante perseguidor burlando los rayos caniculares por escondidas veredas y sendas ignotas hasta entrar en Gondomar, la villa de San Benito, el abad mitrado, Patrono de Europa, curador de verrugas, «San Benitiño do ollo redondo…»
Ya en la villa, refugiados en el Adechape, a la vera del Miñor, su risueña Dulcinea ofrece a los hambrientos andantes apetitosos manjares tales como ensaladas completas y mixtas, huevos rotos y sin romper, setas revueltas y sin revolver, tartas de yogur con frutas y frutas sin yogur, todo bajo la protección de Regina Viarum, las bodegas del gran Horacio, el de la viticultura heroica, representada en nuestra mesa por el Vía Imperial, el mencía de la Ribeira Sacra.
Repuestos de aquellos trabajos por la copiosa pitanza, en el exterior espera el astro incandescente que a estas horas del mediodía acecha impasible desde las alturas, impotente para verter sobre sus pellejos el plomo derretido que emana de sus entrañas, acogidos como están a la hospitalaria sombra que deparan los placenteros parajes por los que fluye el río Miñor.
Tímidas florecillas de anaranjados pétalos adornan el idílico sendero que discurre parejo con el río. Árboles de frondoso ramaje protegen a los andariegos hidalgos de los rigores del astro amenazante. El leve céfiro y el agua cantarina mudan la marcha en sosegado andar y aún está muy alto el tórrido enemigo cuando los animosos cofrades del sendereante gremio alcanzan el punto de inicio y final en O Camiño da Fonte, en A Peroleira, parroquia de Peitieiros, concello de Gondomar.
- Apenas si se mantiene en pie
- Ribera del Miñor
- Del pajar al empacado
- A la orilla del Miñor
- Pasarela en el parque de As Cercas
- Iglesia de San Benito
- Gondomar
- Miel del Miñor
- El río Morgadáns
- Queda el esqueleto del cauce
Datos de la ruta | Distancia | Duración | Dificultad | Tiempo |
22,760 Km. | 6 h. 46 min. | Media | Soleado |
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Poesía eres tu. Fue una pena que hubieras estudiado una carrera de ingeniería técnica, amigo.
Que inspirado! En lugar de un grupo de senderismo parecéis una tertúlia literaria.
Muy bueno el cronista.
Muy bonito papá. No dejas de sorprenderme, y mira que hace años que te conozco…
Parabéns. Falarei con vostede, preciso de «negro» para rutas no Wikiloc. Pago ao contado e en man.
Infatigables senderistas ,bonitos los lugares , pero en esta ocasión la cámara de vídeo no fue de lo mas acertado
Como aquí en Panxón tengo adsl con poca velocidad tengo que bajar los vídeos con 23 megas por lo cual hay que verlo en tamaño pequeño. Supongo que es por eso que lo ves mal. Un abrazo.
Ya está reparado y los vídeos vuelven a verse en HD.