En el sendero que conduce a las minas de Brués hay un letrero que dice: «Aventura no exenta de peligro», así que los chicos de Los Lunes al Sol seguimos por el caminito que conduce las minas que se componen de 13 galerías cuyas entradas son un especie de oscuras cuevas. Algunas están tapiadas pero hay otras que se pueden visitar y eso hemos hecho con tiento y precaución. No hay que olvidarse de las linternas porque a los pocos metros la oscuridad es total.
En la galería número 7 nos encontramos con un enorme pozo amparado por una inestable baranda de madera por la que no nos atrevimos a pasar. Pero en la número 3 se puede recorrer un largo trecho bajo la bóveda de cuarzo que es donde se encuentran las vetas que contienen el oro.
Por lo visto fueron explotadas en varias ocasiones con mejor o peor éxito. El empresario Eduardo Barreiros, tan famoso en los tiempos de la autarquía y posteriores por la fabricación de camiones, intentó su explotación pero parece ser que la cosa no era rentable y lo dejó.
Haces unos meses las minas abandonadas de Brués, en Boborás, Ourense, volvieron a ser noticia porque una empresa del ramo ha encontrado que pueden ser rentables, ya que de cada tonelada de cuarzo piensan obtener entre 15 y 40 gr. de oro. No sé si lo harán rascando cuarzo de las galerías actuales o a cielo abierto empleando la técnica del «ruina montium» de los romanos pero con la tecnología actual. Ya veremos lo que dicen los ecologistas cuando se enteren del asunto.
Para llegar hasta allí hemos iniciado la caminata en San Bartolomé da Freixa, una recóndita aldea con unas pocas casas, algunas en ruinas, a la orilla del río Viñao. Caminamos por el delicioso sendero de bordea el río durante unos tres kilómetros para abandonarlo desviándonos monte a través por un boscoso y empinado tramo que nos lleva a la pista forestal que discurre por el monte raso cubierto de amarillo por la flor del tojo que alterna con el rosa del brezo, luciendo como un hermoso y extenso tapiz en esta luminosa mañana de mayo.
Pasada la aldea de Nogueira que vemos al fondo cuando vamos por la medio docena de kilómetros recorridos, nos quedan otros seis para reencontrarnos con el río y ascender por una pequeña cuesta al lugar en donde de encuentran las minas de Brués.
Husmeamos por aquí y por allá como queda dicho y regresamos al río que fluye hermoso y potente entre la frondosa arboleda propia de los bosques de ribera para, después de abandonarlo en A Ponte Vella, desviarnos hacia la carretera en donde, en el lugar de nombre Almuzara, se encuentra el Bar Casa Ramón que nos ha preparado una selección de tapas a base de tortilla, empanada y embutidos que colman adecuadamente las hambres surgidas durante la marcha.
Tras animada y entretenida tertulia recuperamos la impedimenta propia de nuestro oficio y reemprendemos la caminata que resulta ser un cómodo paseo por la ancha pista forestal que serpentea entre pinares hasta llevarnos de nuevo a las orillas del Viñao bajo densa y saludable sombra de los caducifolios por donde regresamos a San Bartolomé da Freixa, inicio y fin de la preciosa jornada de este lunes.
- Inicio de la caminata
- San Barlolomé
- Casas de San Bartolomé
- Parroquial de Brués
- Viéndonos pasar
- Efectos del temporal
- Rosa y amarillo
- Pasarelas por el Viñao
- Tojo florido
- Nogueira
- Ojo al letrero
- Entrada a una galería
- Interior de una mina
- Senderistas, no mineros
- Remanso del Viñao
- Humildes y bonitas
- Más efectos del temporal
- A Ponte Vella
- Verde que te quiero verde
- Cómodas pistas
Datos de la ruta | Distancia | Duración | Dificultad | Tiempo |
22,07 Km. | 6 h. 38 min. | Media | Soleado |
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