Es sabido que, a lo largo de los años, los ríos y montes de nuestra tierra han sido objeto de todo tipo de desafueros y agresiones unas veces por ignorancia, otras por puro negocio. Un ejemplo bien claro lo tenemos aquí, cerca de nuestra ciudad, en la Sierra del Galiñeiro.
Plantaciones de especies foráneas que se han cargado las autóctonas, canteras, algunas abandonadas, incendios que han asolado gran parte de sus laderas, ahora yermas y desnudas de arboleda. Y por si esto fuera poco ensombrecen aun más su futuro proyectos para la instalación de generadores eólicos y explotaciones en busca de las llamadas «tierras raras».
Todo eso en la zona norte de la sierra porque la sur, la del Aloia, fue declarada Parque Natural en 1978 quedando desde aquellas fechas a salvo de todas esas amenazas.
Instituciones como la Comunidad de Montes de Vincios y otras han dado el toque de alarma ante tan sombrías perspectivas y esperamos que consigan mantener la sierra libre de semejantes peligros.
Los caminantes de Sendereando, veteranos veteranos andarines por los agrestes parajes de esta sierra que se se extienden desde la localidad gondomatreña de Vincios hasta los aledaños de la ciudad de Tui, hemos sido testigos de la transformación del paisaje en el entorno del Galiñeiro, en el que ha desparecido la arboleda modificando su orografía hasta el punto de que senderos que serpenteaban entre la vegetación son ahora irreconocibles mimetizándose con la rala superficie replantada ahora con los brotes de las nuevas especies que aún tardarán muchos años en convertirse en la masa forestal de antes de los pavorosos incendios del 2017.
Aun así, dentro de tanta desolación, hemos disfrutado de preciosos lugares como O Rego de Chenlo a su paso por la localidad de Filgueiras, al este de la sierra. En esta temporada de lluvias baja el regato desde ls alturas del Galiñeiro para entregar su caudal al río Louro. Como suele ocurrir, el río se precipita en saltos y rápidos que lucen su blanda espuma y brillantes aguas por pequeñas cascadas entre los consabidos muiños que en otro tiempo aprovechaban su energía para mover muelas y rodicios.
Seguimos por O Rego de Chenlo, monte arriba, hasta cerca de su nacimiento no lejos del lugar de Saramagal, unas pocas casas rodeadas de verdes prados. Allí abandonamos el río para meternos por pistas forestales tocando el PR G-2 que va al Aloia y desviándonos hasta alcanzar la zona arqueológica de Auga da Laxe, unas grandes rocas en las que nuestros antepasados de hace cuatro mil años han dejado constancia de su paso en los petroglifos que, fijándose con atención, se aprecian en su superficie.
Enfrente se alza la mole rocosa del Galiñeiro, topónimo que según los expertos nada tiene que ver con nuestros domésticos gallos o gallinas sino que tiene su origen en el tema prerromano *kal(l)-, cuyo significado sería «roca o peñasco».
Con unas cuantas vueltas más por pistas y senderos finalizamos la feliz jornada de este lunes.
Para ver el mapa y más detalles de la ruta hacer clic con el ratón aquí.
Datos de la ruta | Distancia | Duración | Dificultad | Tiempo |
18,030Km. | 5 h. 45 min. | Media | Chubascos |