Desde hace unos años, por estas fechas, hacemos una ruta que pasa o se inicia en el Albergue-restaurante Constantino, ubicado en la parroquia portuguesa de Cossourado, no lejos de Valença do Minho,  cuya peculiaridad es que posee una plantación de mirtilos, arándanos, en portugués o gallego, y también de moras. Lo de albergue le viene porque está situado en el Camino Portugués y da hospedaje a los peregrinos que pasan por allí.

Con unos días de antelación facilitamos a Constantino la lista de los kilos que desea cada uno de nosotros, los senderistas de Los Lunes al Sol, de manera que, en el día señalado, los pone a nuestra disposición debidamente empaquetados.

A tal fin escogemos uno de los trilhos o rutas que se encuentran en sus aledaños, tales como el de los Miliarios, el Aquilino Ribeiro, Châ da Burra o Torre da Silva.

En eta ocasión hemos hecho el de los Miliarios que tiene su inicio y fin en casa Constantino.

Tras  primeros kilómetros que tienen algo de asfalto más del deseado, ya que transcurren por algunas pequeñas poblaciones, sitios solitarios y silenciosos, sin apenas tráfico rodado, llegamos a la iglesia de Cossourado a la que se accede por una monumental escalinata y que está situada a unos cientos de metros de O Forte da Cidade, un castro fortificado desde el que se contemplan  magníficas vistas de las cuencas de los ríos Coura y Miño.

Por estas fechas se celebra en este antiguo poblado celta  la fiesta del Solsticio de verano a que le acuden centenares de personas para dar la entrada al nuevo  verano, en el día más largo del año.

Desde ahí se desciende a la localidad de Antas en la que se localizan varios miliarios y un viejo palacio en ruinas para seguir bajando hasta el río Coura, cuya ribera izquierda se constituye un precioso paseo que, entre el espejo de sus aguas y el umbrío cobijo de su arboleda, nos lleva hasta un encantador puente romano, ya muy cerca del lugar de inicio y también final de esta ruta que hemos dado en llamar, la de los mirtilos de Constantino en cuya casa damos cuenta de su clásico bacalhau, regado con excelentes vinos  maduro y verde, invitación de nuestra querida y entrañable Silvia, con la que brindamos para celebrar su pasado cumpleaños deseándole muchos más y muy felices.

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Iniciamos la marcha en el patio del Balneario de Laias para seguir por una hermosa vereda que empalma con un  sendero que, después de atravesar varias fincas al otro lado de la carretera, nos lleva, entre pinares, a la pista forestal que asciende de manera continua hacia O Castelo de Laias,  un antiguo yacimiento romano del que, en gran parte desaparecido a causa de la construcción de la autovía.

Seguimos subiendo hasta la mina de wolframio, ya muy cerca del punto más alto de la ruta, desde donde se contempla la hermosa estampa del río Miño a su paso por Barbantes cuyo núcleo urbano atravesamos de nuevo para acceder al paseo fluvial que, durante unos tres kilómetros, recorre la orilla derecha del río,  por el área termal de Laias,  a través de un paraje boscoso en el que alternan viejas sobreiras con jóvenes carballos, embarcaderos y mucha sombra que hacen de este sitio un lugar ideal para pasear en los días cálidos del estío.

Rematamos la caminata en el lugar de comienzo, en el restaurante del balneario,  un buffet  con variada oferta gastronómica, en el  que reponemos fuerzas y disfrutamos de la  convivencia que tan agradable resulta entre estos compañeros de senderos y fatigas.

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Touro es un municipio de la provincia de A Coruña que, en su lado sur, limita con la de Pontevedra siendo su frontera el río Ulla, uno de los grandes de Galicia, con sus 136 Km. de recorrido, desde Antas de Ulla, en Lugo, hasta la ría de Arousa en donde entrega sus aguas al océano Atlántico.

Su paso por el concello de Touro lo conocemos los de Sendereando desde hace muchos años, siendo el 2011 la primera vez que hicimos esta ruta, combinación del PR G 93 con el PG G 121.

Es uno de los recorridos más hermosos de nuestro catálogo de forma que, por mucho que lo repitamos, siempre nos cautiva por su extraordinaria belleza.

No hemos caminado los dos kilómetros que nos separan de la aldea de Arroeiro, en donde iniciamos la caminata, cuando, desviándonos de la ruta,  nos encontramos con la preciosa estampa que nos ofrece la Fervenza do Inferniño, regalo del arroyo dos Fungos, un pequeño afluente del Ulla que se precipita desde una altura de 5 m. en un paraje natural rodeado de montes, vegetación de ribera y matorrales, así como por prados destinados a la ganadería.

Regresamos al camino para seguir durante un gran trecho, casi la mitad del total, por extensas carballeiras que bordean ambas orillas del Ulla, el cual fluye casi escondido entre la densa arboleda,  hasta que, casi de repente, se abre ante nuestros ojos en toda su plenitud, mostrándonos la extraordinaria imagen de su poderosa corriente fluyendo con fuerza entre el intenso verde de sus frondosas riberas.

Llegados al puente de Basebe seguimos por su  ribera derecha durante poco más de un kilómetro para desviarnos por O Rego das Lañas.

Nos desviamos del de As Lañas para seguir por O Rego de Beseño, siempre en medio de encantadores parajes, para volver después de un tramo por el monte, al Rego das Lañas en donde se encuentra O Salto das Pombas, una cola de caballo que cae desde una altura de 10 m. obsequiándonos con otro cuadro de excitante hermosura.

Una preciosa senda por la ribera del Lañas nos lleva hasta la carretera que nos conduce al lugar de partida sorprendiéndonos, a pocos metros antes de la llegada, con un imponente chaparrón del que nos desquitamos  en Casa Taboada, a unos 6 Km., en el lugar de Loxo.

Agradable salón-comedor, estupendo menú a base de codillo, fabada o merluza a la gallega, postre café, etc. y hasta la próxima que, seguramente, será el año que viene .

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En la comarca de Tabeirós-Terra de Montes, concello de Forcarei, lugar de Barciela, se conservan los restos de una Torre de Alarma, en cuya espadaña había una campana con la que se daban avisos por incendios, reuniones y hasta incursiones de enemigos externos.

Desde tan singular monumento hemos iniciado la caminata de este sábado.

Comienza la andaina monte arriba, con un fuerte  chaparrón, entre una hermosa carballeira que tímidamente empieza a vestir el verde primaveral, para seguir por pistas y caminos por un largo tramo en el que el sendero se esconde bajo un espeso tojal hasta llegar, de nuevo a campo abierto, a los pinares cercanos a la villa de Forcarei por los que, ya en claro descenso, alcanzamos el Puente de Gomail sobre el río Lérez.

Nuestra previsión era que el tramo entre el citado puente y el de Parada, de unos cinco kilómetros, fuese un agradable paseo por el sendero de pescadores que discurre por la margen izquierda del río, pero no fue así, ni mucho menos.

A unos cientos de metros del puente de Gomail, un enorme tronco nos impide el paso. Más adelante el sendero se pierde bajo ramas y matojos expulsados por las crecidas de los últimos temporales,  lo cual nos obliga a dar un rodeo por el monte para recuperar el camino. Un afluente cuyas agitadas aguas casi cubren las poldras o pasos que hemos de vadear con alto riego de resbalón, nos lo  pone difícil.

Y así, lo que se preveía un sosegado camino por la vera del Lérez por su senda de pescadores, se convirtió en un sendero de sufridores que con buen ánimo y divertido talante superaron obstáculos y trampas para llegar, bien mojados y felices, al lugar de Mouteiras después de vadear el hermoso puente de Parada.

Desde allí, tras una carreiriña de can, damos de nuevo con la Torre de Alarma, principio y fin de esta accidentada caminata.

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