Desde que estuvimos por allí en el 2011 nada cambió en esta preciosa ruta de los ríos de Vilacoba y San Xusto en el concello de Lousame, contiguo al de Noia.
Hasta que llegó la electricidad la principal industria que aprovechaba la energía de los ríos gallegos era la molienda pero no la única.
En los siglos XVIII y XIX fueron numerosas las industrias de fabricación de papel que se instalaron en los ríos gallegos. En las riberas del Ulla, el Sar, el Belelle, el Arenteiro y otros se elevan los restos de las grandes edificaciones de piedra que albergaban las instalaciones por lo general situadas en lugares abruptos en los que el agua corría con fuerza y abundancia.
Así ocurre a lo largo de los ríos Vilacoba y San Xusto a lo largo de cuyo curso se establecieron fábricas de papel del cual existía una elevada demanda a pesar de la competencia que suponía la mercancía llegada de Francia, gran potencia papelera de la época.
Una de ellas, quizás la más importante, fue la que fundó la familia de Domingo Fontán, el eminente geógrafo gallego también profesor de «matemáticas sublimes» en la universidad compostelana. En su fábrica, a la orilla del río Vilacoba, se fabricaba el papel oficial del Estado. Cuando el negocio se vino abajo fue convertida en aserradero y en los años sesenta fue abandonada.
Pero la de Fontán no era la única. Hasta cinco de estos ingenios se construyeron alrededor de estos dos ríos.
Utilizaban como materia prima trapos o prendas viejas de algodón o lino que eran bateadas con grandes mazos o batanes lo cual le valió al río Vilacoba el sobrenombre de «Río de los batanes».
A medida que la tecnología fue progresando aquellos procesos fueron quedando en desuso. Algunas fábricas fueron transformadas en curtidoras o aserraderos y en la actualidad solamente queda de ellas la estampa nostálgica de sus muros cubiertos de vegetación.
Toda la ruta discurre por los estrechos senderos que corren a lo largo de las riberas de estos ríos, alternando tranquilos remansos con saltos y cascadas como la de Toxoutos en donde aún se pueden admirar los restos de su antiguo monasterio del que solamente quedan la iglesia y un caserón.
El intenso verde de la arboleda y su benéfica sombra nos acompañan durante todo el recorrido que remata donde empezó, en el área recreativa de Brandía, sitio en el que D. Peregrino Riva erigió una papelera que fue gran competidora de la citada de D. Domingo Fontán.
Como tuvimos que desplazarnos a Noia para comer en la Taberna de Lelo donde fuimos muy bien atendidos con una maruca a la gallega muy apetitosa, aprovechamos la estancia en la villa para recorrer la llamada «Vía romana» a la que de romana le vimos poco. Todo asfalto entre localidades vecinas a la capital, excepto unos cuantos metros de calzada que a lo mejor fue romana en su tiempo.
Menos mal que encontramos una senda que corría a lo largo del Rego Vilaboa que nos sacó del asfalto y nos llevó casi hasta el centro de Noia en donde rematamos la jornada de este lunes.
- La fábrica de Fontán
- Otra papelera
- Un salto en el Vilacoba
- Iglesia de Toxoutos
- Lo que queda del monasterio
- Fervenza de Tosoutos
- En la fervenza
- Cortina de agua
- Remanso
- Muiños
- Tiempo de bilicroques
- Concello de Noia
- Alameda de Noia
- En la alameda
- San Martiño de Noia
- Aún quedan lavanderas
- Un superhórreo en la Vía Romana
- Antigua escuela paritaria
Datos de la ruta | Distancia | Duración | Dificultad | Tiempo |
25,570 Km. | 7 h. 34 min. | Media | Soleado |
Para ver el mapa y más detalles de la ruta hacer clic con el ratón aquí y aquí.
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