Una torre: La de Lapela.
Dos conventos: El de San Fins y el de Ganfei.
La Torre de Lapela se encuentra a orillas del Miño, entre Valença y Monçao, en la localidad que lleva su mismo nombre. Es lo único que se conserva del Castelo de Lapela que defendía y vigilaba A Raia, la frontera con España. Situada a la orilla del Miño tiene una altura de unos 35 m. y constituye un magnífico mirador sobre el río que fluye mansamente entre las ciudades de Valença y Tui.
Para llegar hasta aquí hemos partido de la parroquia de Friestas desde donde bajamos a la ecopista construida sobre la antigua vía del tren que iba de Valença a Monçao y que nos lleva directamente hasta Lapela. La torre está cerrada a cal y canto en la solitaria aldea así que seguimos adelante desviándonos del Miño por las fincas de rodean la Isla de Crasto, un paraje cerrado de maleza lo que nos obliga a volver a la ecopista para encontrarnos, un poco más adelante, con el río Manco un pequeño afluente del Miño.
Regresamos a Friestas desde donde hemos de ascender por la ladera del Monte Faro en cuyas estribaciones se halla el Monasterio de San Fins, un cenobio fundado hace ocho o nueve siglos en el que destaca su preciosa iglesia románica. Observamos que han limpiado sus viejas piedras y restaurado algunos paramentos y construcciones anejas lo que nos hace suponer que quizás haya por ahí algún proyecto hostelero o cosa parecida.
Al abandonar los umbríos parajes que rodean el monasterio nos echamos al monte pelado arrasado por los incendios del año pasado cuya única arboleda es la formada por pinos quemados con su patético ropaje de corteza cenicienta y ramas muertas, triste paisaje apenas suavizado por el verde de los helechos que prevalecen sobre el fuego.
Siempre cuesta abajo llegamos a Ganfei, un caballero francés que llegó a santo y dio su nombre a la población y al monasterio que aquí llaman convento y que se eleva a la orilla de la carretera muy cerca de la hermosa ciudad de Valença.
No lejos del cenobio se encuentra el restaurante Merendola en donde nos han reservado una Bacalhao á brasa al que atacamos después de dar cuenta del caldo verde de la casa. Trozos como trasatlánticos del rey de los pescados portugueses rodeados de patatas cocidas y judías verdes que regados con el vino de la casa, un blanco con aguja fresquito que entra muy bien en este día de canícula, ocupan nuestra atención durante un buen rato. Sobremesa e infusiones varias rematan el convite siendo hora ya de retomar los bártulos y emprender la marcha que, por un corto tramo de carretera, nos lleva al Convento de Ganfei, monasterio benedictino que se cargó Almanzor en el año 1000 y que fue reconstruido dos décadas después por el citado caballero y santo francés.
No nos resistimos a echar una reconfortante siesta a la sombra de los plátanos que crecen frente a la fachada del monumento lo que nos deja listos para recorrer la media docena de kilómetros que nos separan del arranque de la estupenda caminata de esta jornada, toda sol y luz en este espléndido día de verano que rematamos con una parada para refrescar nuestros gaznates con unas cervezas a la honra y salud de nuestra querida Carmen, la esposa de Antonio, que en su ausencia ha querido invitarnos para celebrar su onomástica, hoy que es la fiesta de la Virgen del Carmelo.
- La ecopista de Valença a Monçao
- Antigua estación de Ganfei
- Canastros al lado de la torre
- Torre de Lapela
- ¿Subimos o no?
- El Miño a su paso por Lapela
- Terror de contrabandistas
- Quinta do Crasto
- En la entrada de la quinta
- Quinta da Barreira
- Iglesia del monasterio
- Monasterio de San Fins de Friestas
- Cruceiro en Ganfei
- Convento de Ganfei
- La ciudad de Tui al otro lado del MIño
- Escudo de Friestas
- Siesta a la sombra del convento
- Papancia en perspectiva
Datos de la ruta | Distancia | Duración | Dificultad | Tiempo |
25,180 Km. | 6 h. 24 min. | Media | Soleado |
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